uchos juicios son predicciones", dice Daniel Kahneman, Nobel de economía, en su fabuloso ensayo Ruido sobre los errores humanos y su prevención. Hacer vaticinios sin diagnóstico es una plaga derivada de la pandemia del Covid. Proliferan los nuevos profetas, tan fraudulentos como Aramís Fuster. Así que les ahorro mi pronóstico sobre el próximo curso de la tele, que está como está y que ha cambiado poco, porque es terriblemente conservadora bajo la alucinación de prodigios tecnológicos y monitores de infinitos colores. Hacemos la misma programación que hace 50 años. Ustedes y yo hemos evolucionado más que los contenidos de la televisión en ese tiempo.

¿La oferta de las plataformas digitales de pago aporta algo diferente más allá de lo que paga usted por ellas y que puede solicitar sus productos como una hamburguesa al McDonald? Las series se inventaron al inicio de la pequeña pantalla. Y los concursos. Y los realities, pero sin sexo explícito ni lenguaje burdo. ¿Acaso la hipersexualización de la tele es una renovación cualitativa? ¿Han mejorado los informativos de platós relucientes y realidad virtual? De momento, sabemos por Barlovento Comunicación que Netflix se lleva el 33,8% del mercado, seguido de Prime Amazon (18,4%), Movistar+ (13,1%) y HBO (8,7%). Es la superliga audiovisual y los medios escritos sucumben a su marketing y encanto.

Sabemos también por la misma fuente que el consumo diario por espectador es de 5 horas y 15 minutos. Una barbaridad, pero a la par de cuando los televisores entraron a saco en los hogares del Estado, allá en los 60, para felicidad de la dictadura en su proyecto de tutela de las multitudes. No se deje engañar por el ruido, no el sonoro sino de dispersión, del que escribe el israelí Kahneman. Y permanezcan atentos a sus pantallas porque casi nada va a cambiar. Urte berri on!