Casi un lustro después del estreno de Errementari, el director de cine Paul Urkijo ultima la llegada de su segundo largometraje, Irati. Son muchas las miradas puestas en la nueva propuesta del realizador vitoriano, en esta gran aventura fantástica y medieval que toma la mitología vasca como punto de partida. La alavesa Edurne Azkarate y Eneko Sagardoy lideran un amplio reparto, encargado de dar vida a un filme que se está haciendo junto a un equipo técnico y artístico que atesora varios Goya.

Antes incluso de empezar a rodar el primer plano, Irati ya comenzó a despertar expectativas, pero ahora que ya se sabe que el estreno va a ser en Sitges, ¿qué espera usted de su segundo largometraje? 

–Espero que a la gente le guste, por supuesto. Es lo de siempre, cuando se te ocurre una idea y la escribes, todo parte de algo que crees que va a gustar porque a ti te gusta. Al final, soy espectador también. Sitges es el marco ideal para estrenar una película de género fantástico como esta, sobre todo haciéndolo dentro de la Sección Oficial. Poder conseguir premios es una posibilidad que está ahí pero no es lo más importante y, además, es algo que depende de diferentes factores. Lo esencial es que el público la vea y la disfrute como creo o espero que pase tanto en el festival como después. 

¿Qué se van a encontrar los espectadores en Irati? 

–Es una historia de aventuras, una historia mitológica, mágica. Para mí, es una pagana carta de amor al género fantástico, a la mitología vasca y al cine de aventuras.

¿Cómo es ella, cómo es Irati? 

–Los dos personajes principales, la excusa de la película, parten de El ciclo de Irati, de Joxean Muñoz y Juan Luis Landa, un cómic de aventuras de los años 90, una obra que bebe de la mitología vasca, de la historia medieval de la zona del Pirineo, del proto-reino de Pamplona. En ese cómic encontré los mimbres de la película, aunque no se parezcan en nada. Fue, por así decirlo, la excusa para acceder a lo que yo quería contar a través de dos personajes principales, que son Eneko e Irati. Él es un joven noble cristiano que tiene que luchar para poder ser el caudillo del lugar, de ese proto-reino. Y ella es una chica pagana de la zona, que ayuda a Eneko a cumplir su destino, aunque a la vez Irati también tiene su misión. 

Es Edurne Azkarate una actriz que, sobre todo, está haciendo su camino a través del teatro. Irati es su primer papel protagonista en una película. 

–Ha sido todo un descubrimiento, la verdad. Yo no la conocía y cuando hizo el casting... es que ella era Irati. Buscábamos a una actriz que fuera fuerte, que tuviera un magnetismo, que pudiera interpretar a un personaje que es complicado. Es una chica pagana y salvaje, pero que al mismo tiempo tiene sus propios fantasmas. Es fuerte pero emocionalmente también pasa por un arco muy amplio. Y Edurne lo ha hecho muy, muy bien. Ya te digo, desde el propio casting, yo lo tenía muy claro. Ella era Irati, sí o sí. Además, físicamente necesitábamos a una actriz muy fuerte, porque el personaje se pasa corriendo por el bosque media película sin contar peleas y demás, y ella era justo lo que queríamos. Creo que va a sorprender.

Se ha podido ver algunas imágenes y por la caracterización, da la impresión de que el de Irati es un personaje un tanto sombrío. 

–Ella está en ese mundo medieval que las nuevas religiones, que parece que traen modernidad, creen que es oscuro, que no está civilizado. Es parte de un mundo más antiguo, pagano y salvaje. Eneko pertenece a ese otro nuevo mundo de modernidad cristiana.

Por cierto, repite con Eneko Sagardoy, aunque esta vez en un rol muy distinto al de Errementari

–A él también le veía muy claro en el personaje. Aunque quiera trabajar con Eneko porque es muy amigo y, además, un profesional como la copa de un pino, yo siempre busco al personaje, no lo adapto para poder currar con un actor o una actriz. Y Eneko cuadraba a la perfección en este caso. Él se ha transformado físicamente, ha ido a clases de esgrima, equitación y demás, y, la verdad, es que ha sido una gozada trabajar con él. 

Y está la naturaleza, que no deja de ser un personaje más en Irati. 

–Sí, sí, lo es. De hecho, es parte protagonista de la película. La propia mitología vasca está profundamente ligada a la naturaleza. Las deidades de esa naturaleza son las criaturas mitológicas. Por eso, una de las primeras cosas que hice fue buscar las localizaciones, aunque algunas ya las conocía de toda la vida. Lo que he intentando es compartir el gran espectáculo de la naturaleza en la película. Además, el filme transcurre en un momento del año que va del verano al otoño. Así que quería que los bosques estuvieran verdes en un momento dado de la película y que luego en el resto estuvieran dorados, transmitiendo ese momento del ocaso de la época de las deidades mitológicas por la llegada de religiones mayores. Por eso hicimos el rodaje desde septiembre del año pasado hasta noviembre, para coincidir justo con el cambio de hoja, que es algo muy difícil de prever. Aún así, lo conseguimos. Empezamos con todas las localizaciones exteriores y justo cuando entramos a los interiores, empezaron vendavales, lluvias y demás. En ese sentido tuvimos mucha suerte. Mari nos cuidó (risas).

Hay batallas, peleas y demás escenas que requieren una factura determinada para que todo el conjunto de la película sea creíble. En esta segunda película, que también se ha hecho con más presupuesto, ¿se ha sentido más cómodo en todas estas cuestiones de efectos especiales y grandes escenas de peleas? 

–Sabes lo que pasa, que desde el principio me puse en la cabeza una especie de chip y he ido en todo el proceso como muy zen (risas). Todos esos terrores que te pueden venir con la responsabilidad que tienes al deber controlar tantos factores como son batallas, peleas, ambientaciones históricas y esas cuestiones, los debes controlar. Hay que asimilar que es necesario tomar decisiones igual que si el plano consistiese en sentar a una persona en una silla. La verdad es que he disfrutado mucho. En Errementari fue más duro para mí, tuve más miedo. En Irati he estado muy a gusto, con un equipo muy profesional alrededor. Eso ha hecho que haya disfrutado mucho con todo el tema de las batallas. Es algo que me encanta y siempre he querido hacer. Es que he diseñado yo las peleas y las coreografías. Las he practicado, de hecho.

Con todo ello, Irati tiene que ser una película que en el cine te haga casi saltar, te lleve a aplaudir, te pegue algún que otro susto... 

–Es una película que tiene muchas cosas. Tiene momentos muy emocionantes, épicos, bonitos, terroríficos, tristes... Me cuesta mucho ubicarla en un género. Sí, es una película de género fantástico, de aventuras, épica, un filme que tiene criaturas, en el que hay amor... Pero tenemos que ser conscientes de que no estamos en la misma liga que películas como El Señor de los Anillos, El Reino de los Cielos o Juego de Tronos. He tenido que buscar soluciones creativas para, con muchísimo menos, poder asomarnos un poco a ese tipo de épica. Y tampoco es que Irati sea una película de guerras ni de estar todo el rato con acción. Es un viaje de unos personajes que se van adentrando en un mundo determinado. Sí que tiene un trasfondo histórico-social de esa época, pero ante todo es una historia de dos personajes que se adentran en un mundo inhóspito.

Ha estado en festivales y mercados internacionales con la película para dar a conocer el proyecto de manera previa, han salido artículos sobre ella en medios extranjeros de renombre y está el hecho de participar en la Sección Oficial de Sitges, que genera una repercusión fuera.

–La película parte de un contenido muy local pero que a la vez es muy internacional. Lo que cuenta es trasversal, puede llegar a cualquier persona, independientemente de que la película sea en euskera. En lo único que pienso es en hacer la película de la mejor manera posible, no en si va a llegar a un sitio o a otro. 

El de Irati fue un rodaje que se hizo todavía con restricciones por el covid, aunque el estreno parece que se va a poder realizar en condiciones normales. Es algo importante porque este tipo de películas son de las que, sí o sí, hay que ver en una sala con pantalla grande. 

–Yo la he hecho para que se vea en pantalla grande. Es más, la he hecho lo más grande posible para que se disfrute al máximo en pantalla grande. Soy de los que creo que todas las películas son siempre mejor en pantalla grande. Ahora hay una especie de formato más televisivo con el mundo de las plataformas, pero Irati está hecha para el cine. En el momento más duro del confinamiento, tuve suerte porque me pilló en casa con la preproducción. Y cuando fuimos a rodar el año pasado, fue en una época en la que la situación sanitaria estaba bastante bien, así que había menos restricciones. Otros rodajes tuvieron problemas con aplazamientos y demás por positivos entre el reparto y nosotros no tuvimos que pasar por eso. Ahora, de cara al estreno, espero que todo se mantenga bien. Me gustaría que pudiéramos volver a ese sentido colectivo de disfrutar las cosas. Una película, cuando la compartes, siempre se disfruta más, por mucho que digas que en tu casa estás cómodo.