Lo dijeron en la presentación, cómo habían cambiado las cosas en un año. Sí en la pasada edición del Flamenco On Fire estábamos todos con mascarilla, en esta, por fin, no hay ya ningún tipo de restricciones sanitarias. El festival levanta de nuevo el vuelo y vuelve a inundar de duende distintos puntos de la geografía navarra. La primera cita en Baluarte iba a correr a cargo de María José Llergo, una artista que, a pesar de su juventud, se ha labrado ya un nombre en el panorama musical nacional con su primer álbum, Sanación. Antes de que la cordobesa saliera a escena, un presentador dio la bienvenida al público y glosó algunos aspectos de su carrera. Aludiendo a la letra de una de las canciones que interpretó después, dijo de ella que es como el oro, que cuanto más la desprecias, más valor toma. Esta aclaración iba referida a la opinión de algunos críticos puristas que, como siempre sucede, suelen mostrarse reacios ante cualquier atisbo de innovación.

CONCIERTO DE MARÍA JOSÉ LLERGO

Fecha: 25/08/2022. Lugar: Baluarte. Incidencias: Primera cita en Baluarte de esta edición del Flamenco On Fire. María José Llergo (voz), Paco Soto (guitarra), Miguel Grimaldo (teclados y programaciones) Carmen Avilés y Lisi Sfair (bailes y cantes).

El arranque del concierto no pudo ser más tradicional, con el escenario en penumbra, Paco Soto tocando con maestría la guitarra y Carmen Avilés y Lisi Sfair a las palmas y jaleos. Tardó unos segundos en escucharse la voz de Llergo, que apareció por un lateral vestida de blanco y derrochando voz en Mira que eres linda. Saludó a su término y se mostró emocionada y agradecida por estar en el Flamenco On Fire (“Gracias por no soltarme de la mano”, fueron sus palabras exactas). Se sentó para interpretar otras dos canciones de este primer set acústico: Al gurugú, y una muy combativa Canción de soldados, original de Chicho Sánchez Ferlosio pero que sonó a las mil maravillas en formato flamenco. Su letra contenía frases tales como “Dicen que la patria / es un fusil y una bandera / mi patria son mis hermanos / que están labrando la tierra”, o “Nos preparan a la lucha / en contra de los obreros / mal rayo me parta a mí / si ataco a mis compañeros”. Todavía sentada y en el mismo formato tradicional, interpretó Niña de las dunas, de su magnífico Sanación. Una canción con la que saltó de lo global a lo local y de lo universal a lo individual, pues está inspirada y dedicada a la abuela de la artista. Y es que hay canciones que pueden remover conciencias y otras que arreglan los corazones; que cada uno elija las que más le convengan.

Tras esta introducción de cuatro cortes, se retiraron las dos coristas y salió al escenario Miguel Grimaldo, que se sentó frente a sus teclados para iniciar el mantra electrónico que también abre el disco, ese que precede a ¿De qué me sirve llorar?. Continuó el trío desgranando otras gemas del disco, solo que, allí, sintiéndola en directo, la voz de María José estremecía todavía más, de tan poderosa y salvaje. Estuvo especialmente arrebatadora en Soy como el oro, la única canción popular que se incluye en el álbum, y que aprendió de su abuelo Pepe (“un hombre de 92 años al que muchos llaman analfabeto porque no sabe leer ni escribir, pero que a mí me lo ha enseñado todo”, confesó).

Que tú me quieras fue uno de los momentos más alegres, joviales y coloridos de la noche, con la artista cantando tan pronto de pie y tan pronto agachada y sentada en el suelo, acompañada por los bailes de Carmen y Lisi. Buscando el contraste, la penumbra volvió a inundar el escenario en una solemne y sombría (por la falta de luz y lo dramático de la letra), Nana del Mediterráneo, dedicada a todos los emigrantes que pierden la vida en la fosa común en la que se ha convertido ese mar.

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María José Llergo, puro sentimiento flamenco en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona Javier Bergasa

Se descalzó para interpretar, de pie, El péndulo, uno de los cortes en los que mejor se sintetizan todos los elementos que maneja: tradición, vanguardia, guitarra flamenca, música electrónica y esplendorosa voz, consiguiendo a mitad de la interpretación que el auditorio prorrumpiera en aplausos. Todavía hubo más intimidad y cercanía cuando se sentó al borde del escenario para interpretar el poema de Tu piel, una canción que nació tras la publicación del disco y cuya letra alude a que la verdadera esencia de las personas está realmente bajo su piel y sus apariencias. Por esos derroteros prosiguió el concierto, combinando pasajes más innovadores con otros más tradicionales a guitarra y voz, pero coronando todos ellos con su portentosa y emocionante voz. Cuidaron también la parte visual, y, en ese aspecto, destacó Me miras pero no me ves, con Llergo, Carmen y Lisi bailando y arrojando al aire sus respectivas mantillas.

Una noche como la que se estaba viviendo necesitaba un colofón que le hiciese justicia, y ese llegó en el bis, con una emocionantísima Pena, penita, pena, que fue interpretada a la manera tradicional, esto es, a guitarra y voz (pero claro, menuda guitarra y menuda voz), y con el Baluarte al completo conteniendo la respiración. Es posible que, como habían dicho en la presentación del concierto, haya diversidad de opiniones en la crítica acerca de María José Llergo. En lo que se refiere al público de Pamplona, desde luego, hubo unanimidad en el aplauso. l