La profesora y artista Isabel Cabanellas Aguilera falleció el 18 de julio en Pamplona a los 89 años. El funeral tendrá lugar en la tarde de este miércoles 19 de julio a las 19.00 horas en la iglesia parroquial de San Saturnino de la capital navarra.

Cabanellas era doctora en Bellas Artes y catedrática emérita de la Universidad Pública de Navarra. Desde el inicio de su carrera, fusionó el mundo del arte con el de la infancia, diplomándose complementariamente por el Centro Didáctico Nacional de Florencia y realizando estudios de Psicología. Autora de numerosas publicaciones, su obra Formación de la imagen plástica del niño fue Premio del Ministerio de Cultura en 1980, y está representada en el Museo del Libro de Leipzig. El vídeo Mensajes entre líneas fue Premio Especial Internacional Bambini 1995. También publicó el CD Ritmos infantiles. Durante años ejerció como directora del grupo de Investigación En torno al hecho creativo de la UPNA, vinculando los ámbitos del arte, la estética y la primera infancia. Otro de sus trabajos fue Momentos. Cantos entre balbuceos (libro y video).

Además, Cabanellas, nacida en Asturias en 1934, fue una destacada pintora que compartió estudio en la plaza de San José con su marido, el también artista José Antonio Eslava, con el que tuvo dos hijos: Juan José, compositor y profesor del Conservatorio; y Clara, arquitecta. Y junto a Eslava y al margen de su labor como docente universitaria, impartió clases de dibujo a varias generaciones de pamploneses/as. Tanto es así, que numerosas personas han recordado a la maestra en redes sociales tras conocer la noticia de su fallecimiento.

Isabel Cabanellas, en una imagen de 1989. Xabi Ventura

Exposición en 2007

En enero de 2007, Isabel Cabanellas inauguró la exposición Paisajes al alcance de la mano de la galería pamplonesa uno2tres. Entonces, la creadora comentó: "Investigación y manifestación artística han sido siempre en mi obra dos ámbitos complementarios que se nutren de forma recursiva. El trabajo de investigación, que ha abierto el diálogo entre el emerger del primer sentimiento estético en la infancia y mis propias creaciones pictóricas, me ha permitido construir una vía, un límite entre ambos por el que llevar la andadura creativa, buscando un equilibrio que permita crear preguntas, desvelar señales, definir hipótesis. Vivir un encuentro con las raíces de una experiencia estética".

Sus paisajes, plagados de la ingenuidad que sólo un espíritu maduro puede conseguir, apuntan elementos totalmente cercanos que, reconstruidos con su visión, aparecen como si fueran nuevos y vistos por primera vez. "Siento que el mundo en lo cercano convierte mis colores en sustancia y fiebre, contento e impotencia. Presencias de formas en las que lo representado se escapa a la medida, a la exactitud; donde cada mirada es más y también menos de lo que ofrece el cuadro. Más porque permite anticipar y recrear…, menos porque siempre permanecen en el cuadro resquicios sin desvelar, sombras que guardamos y están ocultas, o las dejamos ir y con la mirada se recogen en una cosecha de silencios", señalaba la propia artista. Como indicó Pedro Burillo, entonces rector de la Universidad Pública de Navarra y autor del texto del catálogo editado con motivo de la exposición, "no es que sus ojos sigan siendo los de su infancia en la luminosa Gijón, sino que su trabajo como pintora parte del conocimiento de esos procesos básicos y originarios. Por ello su obra, aunque se nos aparezca diáfana y espontánea, lleva consigo ese bagaje de reflexión e interiorización, de formalismo material que surge de un espíritu creador en el que de idéntica forma a su labor docente aúna apertura ingenua al sentimiento estético, y oficio; naturalidad y dominio del lenguaje pictórico; colores y formas concretas, y la más pura abstracción".