El asturiano presentará su nuevo espectáculo, La romería, el viernes en Zentral. Ese día también actuarán Lia Kali, Flaca y Ekiñe, y habrá un taller a cargo de Albina Stardust & Divina Comedia.

Si música es una mezcla de folclore y vanguardia. ¿Cómo fue su primer acercamiento a la música?

– En realidad yo empecé con la música clásica, estudié piano en el conservatorio. Luego ya descubrí el folclore y fui yendo hacia esos terrenos.

Es cierto, en el conservatorio estudió tuba y piano. ¿Ha influido esa formación más academicista en tu manera de hacer música?

– Bueno, supongo que sí que influye, porque son muchos años estudiando, pero ahora mismo yo creo que tengo poco de academicista, la verdad.

Ha vivido en pueblos pequeños y en una gran ciudad como Barcelona. ¿Se podría decir que la parte del folclore le viene de la vida rural y la vanguardista de la gran ciudad, o es un tópico?

– Eso es un poco tópico, sí. No todo es vanguardia en la gran ciudad. Igual sí que es más fácil participar en procesos creativos más experimentales, pero… Viví en Barcelona unos tres años, luego ya me fui al pueblo, y lo que más me influye es la tradición, las músicas tradicionales, y toda la experimentación que se hace en los pueblo, que no necesariamente debe hacerse en la ciudad.

Grabó su último disco, Manual de cortejo, con Raül Refree, uno de los productores nacionales más interesantes de los últimos tiempos. ¿Cómo surge la posibilidad de grabar con él? ¿Tenían claro desde el principio esa idea de mezclar sonidos tradicionales con otros más contemporáneos?

– Llegué a Raül porque le invité a un concierto. Yo seguía mucho su trabajo y le propuse trabajar juntos. En realidad, no hemos pensado en mezclar la tradición con la vanguardia; sencillamente, ha salido así. Hay mucha gente que hace música tradicional y la mezcla con otras cosas porque la música no es algo estanco. Igual que pasa en otros estilos, también pasa en la tradición. Pero no es que hayamos intentado descubrir la pólvora para forrarnos (risas). Ha salido todo muy natural. Tampoco teníamos una forma de trabajar concreta. A veces yo llevaba la estructura más hecha y la canción más cerrada, pero otras veces creábamos totalmente desde cero en el estudio, hubo de todo.

Ese disco ha marcado un gran punto de inflexión en tu carrera, sobre todo a nivel de reconocimiento y popularidad. ¿A qué cree que ha podido deberse?

– Ha sido un punto de inflexión total. No sé por qué ha podido ser. Yo creo que es un disco que está muy bien producido y que tiene un concepto muy sólido, y a la gente le ha gustado mucho, esa es la verdad.

Y esa mayor repercusión, ¿en qué se traduce para usted?

– Lo que más me mola es que me llaman para tocar a escenarios muy interesantes. También de sitios pequeños, pero muy peculiares, especiales. Tocamos en todo tipo de lugares, desde recintos pequeñitos a escenarios muy muy grandes. Y que esté todo lleno siempre, eso es lo mejor.

¿Cómo diría que es su público? ¿Viene mayoritariamente de un nicho concreto (de estilo, edad…), o es transversal?

– Es super transversal. Hay gente de todas las edades, de todo tipo… Es una de las cosas que más me gusta del público, que es variadísimo. No viene de un nicho concreto, para nada.

Y por ese hecho de haber mezclado tradición con vanguardia, ¿cómo han sido las reacciones de ese público tradicional? ¿Ha tenido problemas con los puristas, como sucede a veces en el flamenco?

– Yo creo que en el folclore, el purista es como el coco, que todo el mundo habla de él, pero en realidad no existe. Puede haber gente a la que no le guste lo que hago, por supuesto, porque no le guste mi estilo, cómo me muevo o mi forma de cantar. Pero no tenemos ese problema que sí hay en el flamenco. No, en el folclore nunca lo hemos tenido, afortunadamente. Lo tenemos superado.

Hablamos de folclore, pero en realidad, deberíamos decir folclores, porque en su música se dan cita influencias de muchas procedencias: folclore asturiano, por supuesto, pero también de otras zonas de España e Iberoamérica. Incluso de la copla.

– Es que el folclore es eso, finalmente. El folclore es coger la música que te rodea e interpretarla a tu manera. No es una cosa que tenga unas fronteras exactas y bien delimitadas, porque nunca las tuvo. Entonces no puedes separarlo de todas las influencias que ha tenido. En Madrid tiene el chotis, que en realidad no es de Madrid; en la música popular española hay habaneras, que tampoco son de aquí; las jotas vete tú a saber de dónde vienen. El folclore es algo muy variado, no le puedes poner fronteras, es imposible.

La estética tiene una gran importancia en su propuesta.

– Me gusta jugar con la estética, sí. Igual que me gusta jugar con la música, me gusta jugar con la imagen. El hecho de que sea impactante es bueno, claro. El hecho de que la gente se fije en las cosas que haces siempre es guay, significa que sirve para algo.

Has tocado mucho en el extranjero. ¿Cómo entienden su propuesta en otros países que no conocen tanto sus influencias?

– Muy bien, la verdad. Como el folclore en España siempre ha estado tan denostado, aquí tampoco conocen las influencias. A veces le suena tan ajeno a uno de aquí como a uno de Francia. En ese sentido no hay ese freno. Además, yo creo que las músicas tradicionales generan interés en cualquier sitio.

Está a punto de publicar un nuevo disco Manual de romería. ¿Qué nos puede adelantar?

– Llevamos ya tres adelantos de Manual de romería y el disco sale prontísimo, el 22 de septiembre. Es un disco mucho más disfrutón, mucho más bailongo, mucho más hedonista y celebrativo que el anterior. Los adelantos han funcionado muy bien, han gustado mucho, estoy muy contento.

Lo ha producido Eduardo Cabra, que estuvo en Calle 13 y luego ha trabajado con un montón de gente.

– No le conocía. Le escribí para decirle que quería hacer un disco y me que gustaría trabajar con él. A él le gustaba mucho lo que yo venía haciendo, y la verdad es que fue todo muy fácil y muy fluido. Lo he grabado en Puerto Rico y ha sido una experiencia buenísima. Fui en abril, estuvimos haciendo una serie de pruebas, y como resultó muy bien, volví, ya para grabar el disco entero.

Esta nueva gira, que se llama La romería, mezcla música con relatos, partes humorísticas, crítica, ironía…

– Sí. Mis conciertos siempre han sido un poco así, nunca he sabido separar las artes escénicas de la música. Siempre hay humor, teatro, ironía… En este espectáculo sigo la misma línea. A Pamplona voy con este espectáculo del nuevo disco, que lo estrené en junio y está yendo muy bien, estamos llenando en todas partes y la gente sale encantada.

Decía antes que el folclore siempre ha estado denostado. ¿No cree que últimamente se le está mirando con mejores ojos?

– Sí, la gente está viendo que ahí hay una fuente de arte popular que no estamos ni siquiera mirando y que es la mina más grande que tenemos de conocimiento y de creación popular y colectiva. Era muy ridículo no estar tocando todo ese repertorio.