La situación estratégica de la península ibérica como puente entre dos continentes tan diferentes como África y Europa, así como el espacio común que conforma con otros países del Mediterráneo, son responsables de una biodiversidad única, que también afecta a las garrapatas. Así lo exponen los investigadores del Proyecto GARES (Mapa de Garrapatas de España), que pretenden crear un mapa actual de estos ectoparásitos hematófagos, vectores de una multitud de enfermedades infecciosas, y desarrollar un plan de vigilancia de garrapatas a nivel nacional.

Al frente del proyecto están los doctores Félix Valcárcel (INIA-CSIC) y Sonia Olmeda (UCM), que coordinan un equipo de más de 20 investigadores pertenecientes a una docena de entidades españolas. Ambos se proponen llamar la atención ante el hecho de que, en un espacio relativamente pequeño como es nuestro país, coexisten más especies de garrapatas que en el resto de Centroeuropa y, por ese motivo, también se da una mayor variedad de enfermedades transmitidas por ellas.

Para que ese mapa se rellene de la mejor manera posible, los autores de la iniciativa son conscientes de que hace falta un esfuerzo colectivo, sumando a los investigadores la participación de profesionales sanitarios y ciudadanos en general. Y, en este caso, los cazadores son uno de sus públicos objetivos relevantes, dada su vinculación con la naturaleza y su relación con todo tipo de animales. Por ello, solicitan su colaboración en este proyecto, que está financiado por el Ministerio de Sanidad y por la UE, a través de los Fondos Next Generation.

“Además de los muestreos específicos que hagamos los miembros del equipo de investigación -afirma Valcárcel-, pedimos la colaboración de veterinarios, ganaderos, cazadores y personas que tengan contacto con garrapatas, para que nos suministren ejemplares”. Con el propósito de que el trabajo realizado sea completo, la intención es recabar ejemplares de estos parásitos externos procedentes del mayor número de especies posibles (carnívoros, rumiantes, equinos, aves, reptiles…, tanto silvestres como domésticos, y tanto de animales como de vegetación).

Como paso previo, han identificado las seis especies más importantes de la península ibérica. En la España húmeda, por ejemplo, se sitúan las comunes al resto de Europa, donde predominan la Ixodes ricinus y la Dermacentor reticulatus, que suponen un riesgo para el ser humano, ya que pueden transmitir la Borreliosis de Lyme y, potencialmente, la Encefalitis vírica transmitida por garrapatas. En la España seca, en cambio, las especies de garrapatas con interés sanitario son la Hyalomma lusitanicum, la Dermacentor marginatus y la Rhipicephalus sanguineus, a las que se une la Hyalomma marginatum en las zonas de transición. Todas ellas son responsables de la transmisión o mantenimiento de zoonosis como la Fiebre Q, la Rickettsiosis, la Fiebre Hemorrágica de Crimea Congo (FHCC) y la Tularemia.

Sin embargo, y a pesar del interés sanitario de las garrapatas en España, no existen registros al respecto, según argumentan desde el Proyecto GARES, añadiendo que los mapas del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades no se adaptan a la realidad. “Ante la creencia de que las garrapatas están aumentando y debido, sobre todo, a no contar con un estudio que detalle exactamente su número en España, creemos necesario lanzar este proyecto, que busca saber la extensión de las garrapatas y su localización en las diferentes partes de España, para analizar después qué patógenos portan con mayor frecuencia y pueden ser transmitidos al ser humano”, sostiene Valcárcel, investigador en Parasitología y Control de Garrapatas del Instituto Nacional de Investigación y Tecnologías Agrarias y Alimentarias.

Hasta la fecha, prosiguen los autores del estudio, los datos sobre la distribución de garrapatas en España se deben a acciones puntuales de grupos de trabajo que no reflejan la situación global. “La falta de consenso y, en ocasiones, los errores de identificación hacen que los resultados no sean comparables, pero, además, dan una falsa sensación de distribución, con zonas de aparente hiperpoblación donde se han estudiado, y lugares de ausencia donde no se han buscado”, aducen.

Por todos estos motivos, y valorando que las garrapatas pueden transmitir hasta medio centenar de enfermedades al ser humano, el Proyecto GARES nació con cinco grandes objetivos: crear un grupo nacional de expertos sobre garrapatas y las enfermedades que transmiten, como referencia para la creación de contenidos y apoyo; elaborar el primer mapa global de las garrapatas en España, con técnicas de muestreo, georreferenciación e identificación unificadas; completar el mapa con la distribución de los principales agentes zoonósicos bacterianos y víricos, y su relación con las distintas especies de garrapatas; mejorar el conocimiento de la competencia vectorial de la Hyalomma lusitanicum y de la FHCC; y crear una colección nacional de garrapatas y material genético.

Toda aquella persona interesada en colaborar con el proyecto puede acceder a su página web (a través del QR adjunto), en el que encontrará un formulario con diversas preguntas sobre la localidad en la que vive, las especies animales con las que trabaja o tiene contacto, su experiencia con garrapatas, etc. Si se desea participar en la iniciativa, se recibirán unos kits para el almacenaje y el posterior envío de las muestras, todo ello sin ningún coste económico. Desde la Federación Navarra de Caza, se informará a las sociedades de cazadores, para animar al colectivo a colaborar, como verdaderos centinelas sanitarios de la fauna silvestre.

Según Valcárcel, enfermedades como la Borreliosis de Lyme o la FHCC son patologías que se deben tener en cuenta, ya que pueden ser mortales y han registrado incrementos en los últimos años. Por otro lado, resalta que, como las garrapatas dependen de sus hospedadores, si animales como los conejos, los jabalíes o los ciervos se acercan cada vez más a los núcleos de población, el riesgo de transmisión de enfermedades también aumenta. “Cuando estos parásitos ya se han alimentado, se desprenden de los animales en los que estaban hospedados y, por lo tanto, pueden hallarse en lugares frecuentados por las personas, como parques o playas”, asegura.

En cuanto a su clasificación, resulta más sencilla cuando todavía no se han alimentado, ya que, al aumentar su tamaño, las estructuras que emplean para su identificación se modifican, lo que puede dificultar su interpretación. Su tamaño sin estar alimentadas es muy variable, desde los 2 hasta los 8 milímetros, aunque algunas hembras grávidas pueden llegar hasta los 20 mm. Por ello, en los momentos en los que no han crecido tanto, pueden confundirse con lunares o pecas en la piel.

Las recomendaciones para evitar sus picaduras al transitar por zonas de riesgo son llevar calcetines altos, colocados por encima de los pantalones, y vestir ropas de color claro y con mangas largas, así como inspeccionarse el cuerpo al llegar a casa. Si se detecta alguna, es fundamental quitársela lo antes posible (traccionando perpendicularmente a la piel con unas pinzas finas) y conservarla para, en el caso de tener síntomas clínicos en las semanas posteriores, poder clasificarla y buscar qué posibles patógenos portaba. – Federación Navarra de Caza