"El arte es paz”. Así finaliza su mensaje para el Día Mundial del Teatro el dramaturgo y escritor noruego Jon Fosse, ganador del Premio Nobel de Literatura el año pasado y responsable en 2024 de escribir este texto que, como cada 27 de marzo, pretende concienciar sobre la importancia del arte teatral, a la vez que pone el foco en temas que nos interpelan como ciudadanas/os. Y es que, escenario y sociedad permanecen soldados como lo han hecho a lo largo de los siglos. 

En este caso, Fosse subraya qué importante es saber valorar las diferencias como aliadas y no como amenazas de la igualdad. Al contrario, la apuntala. Y, del mismo modo, el autor confronta arte y guerra y elige bando, el de la paz. Las y los profesionales consultadas/os por DIARIO DE NOTICIAS en torno al Día del Teatro y al mensaje de Jon Fosse coinciden en gran medida con el Nobel en que el arte “no se expresa provocando que todo sea igual (...); nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal, y, al hacerlo, trasciende las fronteras de los lenguajes y los límites geográficos”. 

Alfredo Sanzol. Iñaki Porto

Alfredo Sanzol. ‘La casa de Bernarda Alba’

El director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol, dice estar “totalmente de acuerdo” con el texto de Fosse. “El buen teatro nace de una experiencia particular y diferente para proyectar un conflicto que afecta a la humanidad”, añade el autor y director de escena pamplonés, que se percata de “la experiencia íntima de Lorca escuchando las peleas que venían de la casa de sus vecinas” y de cómo La casa de Bernarda Alba “tiene una proyección universal”. 

Sanzol cree que el del Nobel es “un manifiesto necesario en estos momentos para señalar que la agresividad nunca puede encontrar justificación en las diferencias porque son las diferencias las que construyen la humanidad; esa es la paradoja”. Y termina: “Pienso ahora que somos asimétricos para que cuando nos miremos en el espejo recordemos que la diferencia es lo que nos hace”.

Grego Navarro. Javier Bergasa

Grego Navarro. ‘Un trozo invisible de este mundo’

“Me ha interesado especialmente la referencia de Fosse a lo ‘enigmático’ que nos aporta el arte, aquello que nos habla directamente, pero que a veces no somos capaces de explicar”, apunta la directora del Teatro Gayarre de Pamplona, Grego Navarro. Se trata, en su opinión, de una definición “muy acertada” sobre “ese clic emocional que nos sucede con las artes escénicas en vivo”. “No lo digo yo, lo viene diciendo la historia del teatro, es ahí cuando se produce la comunión entre el escenario y el patio de butacas, cientos de personas respirando al unísono”, insiste Navarro. Convencida de que lo enigmático “da para hablar muchas horas”, de momento comparte el título de una obra que refleja el mensaje del Premio Nobel. 

Se trata de Un trozo invisible de este mundo, obra escrita por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-Mencheta que se pudo ver en el Gayarre a principios de 2013. La elige “por la enorme sensibilidad, empatía e inteligencia con que está escrita, y su debate sobre la injusticia tan ilimitada que puede provocar el ser humano”. Y por “su enfoque tan hondo para hacernos reflexionar sobre la diversidad que existe en el mundo y la necesidad de respetar por encima de todo”. Esta es “de esas obras de teatro que no se olvidan fácilmente”, afirma la responsable de gestionar el teatro en activo más antiguo de Navarra.

David Bernués. REYNA_FOTOGRAFO

David Bernués. ‘Una noche sin luna’

También del tándem Botto-Peris Mencheta es Una noche sin luna, la propuesta de David Bernués, creador audiovisual para la escena y diseñador de iluminación, faceta, esta última, por la que este año ha obtenido dos candidaturas a los Max. Por El nadador de aguas abiertas y por Yarin. Bernués cree, como Fosse, que el arte es paz, “y a la paz se llega con empatía y respeto a lo diferente, al diferente”. 

“El arte debe servir para unir a las personas, para recordarnos que lo ajeno y lo extraño no es en sí mismo peligroso ni ataca necesariamente nuestra identidad, sea individual o colectiva”, agrega. Y sigue: “Todas somos personas iguales y diferentes a la vez, entender y asumir eso y poder aplicarlo en el día a día sería sanador para cualquier sociedad madura”. Sin embargo, “esta idea se nos olvida con frecuencia, a nosotros y a la gente que nos gobierna, y, desgraciadamente, los ejemplos de tolerancia y respeto escasean hoy en día”.

Precisamente por eso es “necesario” el teatro, “porque sentarnos en una sala y compartir durante un rato una experiencia colectiva e irrepetible entre artistas y espectadores, une a las personas, aúna emociones”. Ya solo comprar una entrada “implica una predisposición a escuchar lo diferente, lo nuevo, lo desconocido, e, incluso, a veces lo incómodo”. En ese sentido, Bernués destaca que, si bien es ocio, este arte también es “un acto político” y acudir, “un acto de reivindicación social”. “Al sentarte en una butaca estás demostrando curiosidad por escuchar y ver historias de gentes desconocidas, y desde ese respeto se pueden construir fuera las relaciones entre las personas, entre los pueblos”. Recuerda el diseñador sus años de estudiante, cuando “nos decían que lo más importante en escena es la escucha...”, aunque lamenta que, en general, siga “faltando escucharnos más los unos a los otros”.

Sobre Una noche sin luna, espectáculo inspirado en la figura de Lorca que ha visitado Pamplona y el resto de territorio foral en varias ocasiones, David Bernués señala que esta obra nos indica que “tenemos mucho camino que recorrer como pueblo hasta aprender a querernos y respetarnos los unos a los otros, aún con nuestras diferencias”. Y el teatro, con textos y puestas en escena como esta, “demuestra que es una herramienta imprescindible para construir un futuro más cercano a la paz que a la guerra, simplemente poniéndonos un espejo de palabras delante de nuestras narices, donde vemos reflejadas nuestras carencias como sociedad”. Pero, zanja, “todavía hay gente que no se atreve a mirarse en ese espejo. O que no quiere”.

Javier Díaz e Iruña Iriarte, creadores de Reikiavik Ediciones, editorial especializada en artes escénicas. Iban Aguinaga

Reikiavik Ediciones. De nuevo, Lorca y Botto

Iruña Iriarte y Javier Díaz, fundadores de Reikiavik Ediciones, piensan como el Premio Nobel que “cada persona es única, pero, en el fondo, si nos quitamos la máscara y llegamos a nuestro ser más profundo, somos muy parecidos”. Así, “el arte en general y el teatro en particular, debería ser la llave para llegar a ese lugar en el cual nos vemos como seres universales que solo buscan ser felices y expresar lo que son”, dicen, y recomiendan también Una noche sin luna, de Juan Diego Botto. En ella, “podemos ver la singularidad de Federico García Lorca dentro de un mensaje tan universal como la libertad”. “La libertad de pensamiento, de creación, de expresión solo puede tener lugar dentro de un contexto de respeto y paz”, añaden.

Leire Ruiz. Iban Aguinaga

Leire Ruiz. ‘A los hombres futuros’

“El arte nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal’; aquí está la clave”, comenta la actriz, productora y docente Leire Ruiz. Porque, aunque parezca mentira, la paz es “un derecho humano de todas las personas”. “Nos estamos acostumbrando a ver imágenes del horror, de masacres, prácticamente a diario. Hemos habituado nuestra sensibilidad a la insensibilidad más terrible y ya casi nada nos llama la atención. Es ahí donde el arte en su máxima expresión debe tener la capacidad de transformar, y provocar signos de cambio hacia otro camino universal”, afirma. A los hombres futuros, de Bertolt Brecht, es la obra que escoge, y rescata un fragmento: “Verdaderamente vivo en tiempos sombríos. Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa revela insensibilidad. El que ríe es que no ha oído aun la noticia terrible, aun no le ha llegado. ¡Que tiempos estos en que hablar sobre a árboles es casi un crimen porque supone callar sobre tantas alevosías! Ese hombre que va tranquilamente por la calle, ¿lo encontrara n sus amigos cuando lo necesiten?

Y, sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza desfigura la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad no pudimos ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia”.

Ana Maestrojuán. Iban Aguinaga

Ana Maestrojuán. ‘El coronel pájaro’

Ana Maestrojuán, dramaturga, productora y directora, está “plenamente” de acuerdo con Jon Fosse. “En este mundo polarizado es más necesario que nunca escarbar en la esencia humana, en aquello que nos hace vibrar, sentir, revolvernos, emocionarnos... algo que es tan individual como colectivo”, indica. “Somos seres humanos, y la humanidad es no quedarse indiferente ante las atrocidades, es desenmascarar la mentira, el horror”, continúa. La “aniquilación” de lo diferente “está volviendo al mundo un lugar peor en el que vivir, o sobrevivir”. De ahí la necesidad del arte, de “apelar a lo intangible que nos une, y buscar los lugares comunes, los lugares de encuentro, de comunión”. Por eso el arte “es opuesto, diametralmente opuesto, a la guerra”.

En su caso, Maestrojuán cita la obra El coronel pájaro, del búlgaro Hristo Boytchev. Se trata de “una obra maravillosa donde los pacientes de un psiquiátrico olvidado deciden ir hasta la sede de la ONU para exigir que se les escuche. Un alegato a la paz, a la cordura pervertida y a la locura olvidada”, remarca.

Estefanía de Paz Asín. Iban Aguinaga

Estefanía de Paz Asín. ‘Olvido Flores’

“En tiempos de guerra qué bonito es poder hablar de la paz, de esa palabra que está en mi primer apellido y que tan difícil es de encontrar, lo primero con una misma y después con el resto de la humanidad”. Así lo cree la actriz, autora y productora Estefanía de Paz Asín. A la hora de participar en este reportaje, la intérprete se entera de la noticia de los atentados a la sala Crocus de Moscú. “No puedo creer lo que están viendo mis ojos. Descubro un teatro con 7.000 butacas, están todas llenas…, donde corrió la sangre, mucha sangre, sangre con hambre de cultura y de libertad, sangre que corrió entre las butacas a manos de unos defensores de la guerra... Me conmociona la noticia y lloro, lloro por la no paz en un lugar de la libertad”, confiesa. 

En este contexto, le viene a la cabeza Olvido Flores, su creación más reciente. “Sí, otra historia de guerra, nuestra guerra, la de nuestros antepasados. Una guerra en la que la cultura fue castigada y sometida al entretenimiento de quienes los mataban”. Y es que, en 1936, en Lodosa no se hizo justicia. “50 artistas fueron fusilados a sangre fría por sonreírle a la vida en tiempos difíciles. Y, tristemente, 88 años después la historia no ha cambiado mucho. Las guerras siguen a la orden del día. Personas deshumanizadas apuntando con pistolas sin mirar a quién disparan, sin importar quién eres o de dónde vienes”, lamenta de Paz. Y finaliza: “Esta es una obra hecha para sanar y hacer justicia a los olvidados, a los que nadie reclama. Pero también es esperanza, paz. Es recordar a los que murieron, pero también a los que consiguieron sobrevivir, dándoles el espacio que se merecen en esta historia negra; recordándole al público que el arte es fiel compañero en el camino. El arte sana, el arte calma”. Así que "haced arte, cread arte, porque es un buen medio para buscar la paz, porque hay historias que no salen en la tele, ni en los periódicos, ni en la radio, que no se deben olvidar".

De Paz Asín presentará el libro basado en Olvido Flores, editado por Reikiavik, el miércoles 27 de marzo, a las 19.00 horas en Antartika (c/ Mayor, 53, Pamplona).