Ángel Arbe (Pamplona, 1953) juega a recortar fragmentos del mundo para crear con ellos nuevas realidades. Piezas en las que laten con fuerza el constructivismo, la arquitectura y la memoria familiar.
En un intento de expresar el caos y la necesidad de ordenar su alma y el mundo que habita, el artista recurre al collage y la instalación, y a las huellas que han dejado en él la pérdida de su madre, sus antepasados canteros y albañiles, movimientos artísticos que le han nutrido y sucesos de un mundo siempre complejo y en permanente conflicto.
Una segunda piel para Apaindu
Con todo ello, Arbe ha compuesto Necesidad y azar. Almas del caos, almas abandonadas, almas deshabitadas, visitable hasta el 30 de este mes en el espacio Apaindu (calle Curia).
Una propuesta cuyo título alude al libro Necesidad y azar del filósofo y científico Juan David García Bacca, del que el artista expone en Apaindu un ejemplar del Gobierno de Navarra expurgado en su día de la biblioteca de la Milagrosa y que Arbe encontró en un local de segunda mano, “una lindeza que contiene a Parménides y Mallarmé” y que tiene que ver con su exposición, porque “mucho de lo que hay aquí está expurgado”, dice, refiriéndose a esos materiales desechados en los que él ve un potencial creativo y a los que da una nueva vida.
“En este mundo, unos destruyen y otros levantan”, dice Arbe. Incluso en el destruir hay nacimiento. Como en el derribo de las paredes de la casa-taller del artista en Cáseda, un trabajo de restauración que le ha llevado 28 años de su vida y del que ha rescatado fragmentos de adobe, ese ladrillo a base de paja, barro y agua con el que tanto trabajaron su padre y sus abuelos albañiles canteros en la ZonaMedia de Navarra.
“Mucho de lo que hay en esta exposición está expurgado, es lo que se desecha y se tira”
Con esos trozos de pared, esa piel que quitó de su casa, ha transformado otra pared, la de Apaindu, en una instalación que es un canto al constructivismo y un salto al collage en tres dimensiones.
“Esta pared le pertenece al constructivismo. Son parte de los trozos que a me ha gustado rescatar. Algunos son auténticas obras de arte –dice Arbe, cogiendo uno entre sus manos–, esto podría ser un Tàpies de los 60-70, y su huella me interesa y me gusta. Es lo que se tira a la basura, escombro absoluto”, dice el artista, que se considera “un poco basurero y chatarrero” en una sociedad de consumo frenético en la que la gente lo tira casi todo.
Él rescata. Junto a esos fragmentos de adobe, también maquetas desechadas de proyectos de arquitectos –y otras creadas por el artista–, que se combinan en esa pared, esa nueva piel que Ángel Arbe ha dado a Apaindu.
Recuerdos y un sueño
También expone Cantera abandonada, la primera pieza de esta serie de instalaciones, la que dio al artista “la clave” y de la que han surgido las demás. Una maqueta dada la vuelta que contiene recuerdos y un sueño que tenía Arbe “de chaval”: “Cuando nos llevaban al río Arga por la parte de Antxoritz, veía siempre una cantera abandonada y delante del río una pared de piedra y esos edificios para echar la grava... Y soñaba con construirme una casa ahí, en esa torre”.
Esa imagen se le quedó “grabada” y la reinterpreta en esta pieza, que contiene trozos de paredes y ventanas que restauró en su hogar de Cáseda.
Collages y una ‘Mesa de Negociación’ rota
El collage conceptual en papel y madera sigue siendo un medio de expresión esencial para Ángel Arbe. Periódicos y revistas, tijera y pegamento son los materiales y las herramientas de este arte accesible y con infinitas posibilidades creativas que conectó al artista con su madre.
“En la última etapa de su vida metíamos muchas horas los dos en la cocina, entretenidos recortando revistas y periódicos que ella tenía en casa”, cuenta Arbe. De esos ratos han nacido evocadoras almas del caos como un collage de fragmentos de fotos de parajes diversos recortados de periódicos en el que “no hay una referencia muy orgánica al ser humano, pero está ahí, metido constantemente”, dice el artista.
Su madre también está en esta obra. “La cuidábamos entre los tres hermanos, y se me murió en los brazos el día que cumplí yo 71 años, el 28 de abril, a las cinco de la tarde; y de ahí viene también toda la película. Esta pieza, la última que hice con ella en vida, tenía que estar”.
El caos del mundo y “las necedades que pasan en este jodido planeta” componen otro collage de la exposición. Gaza, Ucrania, la basura, etcétera... nos recuerdan que al mundo siempre lo ha ensuciado la guerra. “Nos peleamos por la tierra, los minerales, por tantas cosas...”, dice Arbe frente a la instalación Mesa de Negociación nº 3. Otro expurgo. “Estos vidrios pertenecen a aquellas peleas terribles de los insumisos con el Ayuntamiento de Pamplona y la autoridad cuando los metieron a la cárcel”, cuenta el artista sobre esta Mesa rota, protegida y defendida en Apaindu por una “escultura-cubo musical y surrealista”.
Nuevas obras con los cantos de revistas recortadas
El trabajo con el collage ha evolucionado en manos de Ángel Arbe hasta alumbrar unas originales piezas creadas con los cantos que el artista ha ido guardando de los libros y las revistas que ha ido recortando a lo largo de su vida. Almas deshabitadas –así se titula la serie– que, fotografiadas, evolucionan a su vez en otras piezas, almas del caos de mayor formato sobre dibond oro/troquelado, un material cuyos matices se enriquecen con la iluminación y que Arbe conoció por el fallecido artista navarro Jabier Villarreal. “Él lo empleó en sus últimas obras, fotografías de su etapa en Italia, me pareció interesante y he querido explorarlo”, cuenta Arbe.
Un Big Bang gótico y varias maquetas que muestran al público materiales habituales en los procesos artísticos del creador navarro completan esta exposición que alude al abandono y la destrucción permanentes en el mundo, pero también a la reconstrucción y el anhelo de reparación.
LA EXPOSICIÓN
- Título. Necesidad y azar. Almas del caos, almas abandonadas, almas deshabitadas / Beharra eta zoria. Jenderik gabeko arimak, arima abandonatuak, kaosaren arimak.
- Autor. Ángel Arbe.
- Lugar. Apaindu, calle Curia nº 7.
- Fechas y horario. Hasta el 30 de agosto incluido, de lunes a viernes de 10 a 13.30 y de 17 a 20 horas.