“Durante todos estos años, el NAK ha sido un refugio, un respiro, un aliento”
La actriz y narradora pamplonesa es la artífice de ‘Amistad’, el espectáculo con el que el NAK clausurará su 10ª edición este sábado, 14 de septiembre, en Baluarte
¿Cómo recibió la noticia de que iba a ser una de las artistas residentes en el NAK 2024?
–En una marquesina de la villavesa, en la Txantrea… Volvíamos de un concierto de NAK'23 y Yolanda Campos, con esa voz aterciopelada, empezó a decir: ‘artista invitada, concierto de clausura, amistad, queremos que seas tú…’ Reconozco que se me cayeron unas cuantas lágrimas porque me lo comunicó de una manera tan bonita…
¿Qué le une a este festival?
–Conocí NAK hace ocho años, precisamente, gracias a mi amistad con David Johnstone, gran chelista y gran compositor. Me invitó a un concierto del festival y, después, me presentó al equipo. Allí conocí a Yolanda Campos. Lo nuestro fue un amor o una amistad a primera vista. Nos recuerdo emocionadas, hablando de Teoría y Juego del duende de Lorca y creo que ya, al día siguiente, nos citamos en el concierto Sonidos negros, con la Sinfónica de Navarra, donde pude recitar unos cuantos párrafos de ese precioso texto lorquiano. Esa fue mi primera colaboración, totalmente improvisada, en este festival y el inicio de nuestra relación. Durante todos estos años, NAK ha sido un refugio, un soplo de aire fresco, un respiro, un aliento… Ha sido la emoción de una cita que siempre inquieta, que sorprende, que remueve y renueva… En 2021, recibí un encargo para NAK Txiki, que realicé con el cuarteto de saxofones Kuarist, y en 2024 ha llegado este regalazo.
¿Qué comparte con quienes promueven esta cita?
–Comparto una manera de mirar, una manera de entender el arte y esta profesión. Comparto la preocupación por las prisas con la que se abordan tantas propuestas artísticas. Comparto la rebeldía, el inconformismo, el deseo de llegar al fondo de las cosas, la búsqueda casi obsesiva de la gentileza y el buen trato, las ganas de alumbrar las cosas pequeñas pero importantes, el respeto total por todas las personas que te acompañan, incluido el público… Comparto muchas cosas, la verdad.
¿Qué diría a quienes aún creen que este proyecto no es para ellos/as porque no lo van a entender o porque la música contemporánea no es lo suyo?
–Que se atrevan, que confíen, que suelten prejuicios… NAK Festival es una oportunidad para el asombro, para el desconcierto, para el estupor… NAK habla un idioma que yo todavía no conozco bien y, sin embargo, nos entendemos de maravilla. La comunicación fluye de manera constante y profunda. Yo acudo a todas las propuestas que puedo porque me parece casi un milagro que un festival de este nivel tenga lugar, anualmente, tan cerca de mi casa.
En su 10º cumpleaños, el NAK ha querido organizar un programa en torno a la amistad, la empatía, la honestidad, la humildad, la libertad... ¿Qué puede decirme sobre estos conceptos y cómo encajan en su vida personal y profesional?
–Las lágrimas de aquel día en la marquesina de la Txantrea brotaron, entre otras cosas, por lo importante que es para mí esta palabra inmensa: amistad. Es la primera vez que recibo la invitación para ser artista residente y creo que no es casual sino causal, que el tema haya sido la amistad. Este encargo ha llegado en un momento de gran intensidad emocional en el que siento todas estas palabras de manera muy física; como si de pronto hubieran aumentado de tamaño, de volumen; como si hubieran adquirido una nueva dimensión. Por supuesto, los ecos de estos conceptos me resuenan tanto a nivel personal como profesional. Tengo la suerte de trabajar con algunas de mis mejores amigas: Inma Gurrea, Patrizia Eneritz, Izaskun Mujika…, y todas esas cualidades están muy presentes en nuestro día a día. Supongo que los desencuentros llegan, precisamente, por no entender con igual trascendencia palabras como lealtad, sinceridad, valentía… Es cierto que, paralelamente a esos desiertos inevitables, se mantienen, incondicionales, grandes vergeles y siguen apareciendo nuevos oasis donde calmar la sed de justicia y darse unos buenos baños de verdad. Como decía Gloria Fuertes: ‘A mí ya solo me erotiza la gente buena’.
Otro de los valores de este festival desde su primera edición es su propósito de impulsar el pensamiento, la reflexión, la quietud para poder pensar y ser. Pero esto le hace ir a contracorriente en el mundo, también el cultural, en el que vivimos, tan aficionado al entretenimiento rápido y a usar y tirar. ¿Qué aporta NAK en ese sentido?
–Estoy enamorada de este Festival, justamente, porque nunca había encontrado una conexión tan honesta entre arte y filosofía. Y no me refiero solo a esa reflexión básica para no desnortarse, sino a una manera de trabajar que llena de luz y de sentido profundo el qué, el cómo, el dónde, el por qué y el para qué. NAK no produce, no estrena para vender sino para valer, para compartir, para ser, para estar, para sentir, para buscar, para alumbrar… En NAK, el compromiso con el pensamiento y la reflexión es una máxima. Jaume Melendres decía que el compromiso “es un pañuelo de seda que, a diferencia de los de papel, nadie tira a la basura”. En esto, NAK Festival y Pasadas las 4 se parecen.
¿A qué se refiere?
–Nosotras tampoco producimos para usar y tirar, sino que buscamos la mayor sostenibilidad para todos esos trabajos que cocinamos a fuego lento. Nuestro último estreno fue en 2019. Eso no quiere decir que no tengamos nada en el fuego. La llama de nuestro caldero se mantiene viva con lecturas constantes, con encuentros, cursos, charlas, viajes…, con desayunos que se convierten en cenas y con citas que se convierten en compromisos para toda la vida. Cuando llegan los ensayos, hay ya un enorme trabajo realizado que nunca entra en los presupuestos de las subvenciones.
"Siempre escribo inspirada en música ya creada y esta vez ha sido al revés. Primero escribí el texto y, después, una compositora y cuatro compositores han puesto música a mis ideas, a mis palabras"
¿Tiene esperanza de que, como sociedad, podamos abrazar ese otro tipo de cultura más lenta, que requiere una digestión, pero de la que salen las obras más brillantes?
–Mi única esperanza es el feminismo. Todo lo demás ya se ha experimentado y el mundo sigue sin funcionar. La demostración de este fracaso son las guerras. Supongo que ha llegado la hora de bailar al ritmo de la música de las mujeres, a tempo de gestación, de contracciones uterinas, de orgasmos clitorianos; a ritmo de tejedoras y contadoras, a ritmo de sororidad y alegría compartida… Solo por probar; a ver qué pasa. Solo por justicia; a ver qué se mueve. Y habrá que disculpar con paciencia nuestros errores, así como nosotras disculpamos a quienes se equivocaron antes. Las mujeres tenemos que coger los micros, conquistar las calles y ocupar los altos cargos. Tenemos pendiente habitar una sociedad con equidad real, un planeta en el que las voces de las mujeres tengan, realmente, la misma validez, la misma escucha y la misma repercusión que las de los hombres. Somos más del 50% de la sociedad y siempre nos toca la parte más pequeña del pastel. A algunas, la porción les llega incluso, podrida. Quiero pensar que, corregida esta desigualdad mayúscula, el resto de desigualdades y conflictos se recolocarían como un castillo de naipes que, en vez de caer, se levanta. Este es el único cocido exprés que necesitamos. Equidad real, ya; es urgente. Para todo lo demás, y en concreto para las propuestas artísticas, sí por favor: convicción, oportunidades y responsabilidad para crear con calma, conciencia y amor.
En cuanto al concierto de clausura de esta edición, durante la presentación comentaron que simbolizaba muy bien lo que ha querido ser NAK durante sus 10 ediciones. ¿Cómo lo calificaría Belén Otxotorena? Y ¿de qué manera le define como artista?
–Desde el principio, tuve muy claro que quería investigar sobre la dificultad que supone encontrarse presencialmente. Es algo que me inquieta, que me preocupa profundamente porque siento que se trata de una dificultad orquestada por este sistema patriarcal, capitalista y neoliberal. Cada vez es más complicado celebrar sin alcohol y con palabras, encontrarse sin prisas y con atención, reunirse con asiduidad y sin mentiras. Cada vez es más utópico zambullirse en conversaciones profundas que fortalezcan la amistad y justifiquen que las letras de esa preciosa palabra se escriban, una vez más, con mayúsculas. He querido hacer un viaje a la esencia de la amistad y causalmente ese viaje se parece mucho a la trayectoria de CMC Garaikideak.
"Mi única esperanza es el feminismo. Todo lo demás ya se ha experimentado y el mundo sigue sin funcionar. Ha llegado el momento de bailar al ritmo de la música de las mujeres"
¿Cómo ha sido el proceso de creación de ‘Amistad’?
–Siempre he escrito inspirada en música ya creada y esta vez ha sido al revés. Primero escribí el texto y, después, una compositora y cuatro compositores han puesto música a mis ideas, a mis palabras.
¿Y cuáles son esas ideas?
–Empecé reflexionando sobre los momentos de la vida que propician que una amistad se afiance, se consolide... Y escogí cinco acciones que me parecían importantes en ese proceso de amistar: jugar, escribir una carta, hablar por teléfono, hacer una vídeollamada y tomar un café. Luego intenté atribuir a estas acciones, cualidades fundamentales de la amistad: Juego (lealtad), Carta (confidencialidad), Teléfono (escucha), Vídeollamada (empatía), Tomar un café (afectividad). Este concierto empieza y acaba con ese anhelo de presencia. Empieza con el juego, que es mirada, que es contacto y acaba con la felicidad de tomarse un café con calma, sin un final predeterminado. En estas presencias conviven la palabra, la voz, la respiración, el cuerpo y el corazón. Dice Nazareth Castellanos que en esos encuentros, los corazones empiezan a sincronizarse; me parece alucinante.
¿Cómo ha sido el trabajo de creación con las/os compositoras/es Yolanda Campos, David Cantalejo, Ignacio Fernández Galindo, David Johnstone y Aitor Urquiza?
–Muy nutritivo y muy emocionante. Esperando sus composiciones, me sentí como esperando los regalos del Olentzero. Con esa inquietud de quien aguarda con impaciencia la bicicleta prometida, pero sin saber el color, el modelo, los accesorios… La primera obra que recibí fue la de Yolanda Campos, precisamente la correspondiente a la parte que más me costó escribir. Las dos queríamos que ese momento evocara la amistad entre mujeres y supongo que sentí una responsabilidad tan grande que no había manera de concretar. Afortunadamente, Lorca apareció de nuevo y nos iluminó el camino. Yolanda entendió perfectamente la atmósfera que necesitaba ese momento y ha creado una obra muy respirada y digna de escucha, nunca mejor dicho. David Johnstone ha hecho una pieza deliciosa que ha reforzado mi admiración por él. A Aitor Urquiza, David Cantalejo e Ignacio Fdez. Galindo apenas los conocía. Su cometido era bastante complejo y, sin embargo, han compuesto música realmente sorprendente; por lo menos, para mí. Una música que cuanto más escucho, más me gusta.
¿Cómo son las/os músicas/os como actrices y actores, ha tenido mucho trabajo en ese sentido?
–Mi objetivo es siempre que las/os intérpretes estén involucrados escénicamente para que narración y música se fundan de la manera más natural y orgánica posible. Hemos trabajado para que pudieran despegarse de la partitura y para que el cuerpo les llevara a lugares que nunca habían explorado. No ha sido fácil porque son obras complicadas, de gran exigencia técnica y para la mayoría, este trabajo era completamente nuevo. Pero han sido muy disciplinados/as, muy generosas/os y han hecho un trabajo precioso. Sin duda, contar con un equipo que se conoce y se respeta tanto ha sido determinante en ese proceso.
¿Qué planes tiene después del estreno del sábado?
–El 18 de septiembre empiezo una gira por Colombia y Perú. Estaré por allí dos meses largos realizando talleres y conciertos. A ver si entre el 14 y el 18 me da tiempo de hacer la maleta.
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