“Yo diría que la historia del euskera y de los vascones empieza verdaderamente a partir del siglo II A.C”
El pasado domingo 29 de septiembre, con DIARIO DE NOTICIAS, se podía adquirir por 14,95 € un libro que se pregunta por los caracteres protovascónicos del primer milenio antes de nuestra era
Fernando Pérez de Laborda (Getxo , 1962), filólogo vecino de Puente la Reina-Gares, es uno de esos rastreadores incansables, que bucean en archivos y bibliografías para compilar conocimiento y divulgarlo. En cuestión de un año ha publicado tres libros. Este último, con Mintzoa, centrado en las comunidades protovascas de la Prehistoria. “El mito de los (proto)vascones de la montaña ha estado muy arraigado entre nosotros y ya va siendo hora de desterrarlo”, afirma en los apuntes finales de su ensayo.
¿Por qué este nuevo libro?
–Me apetecía intentar encontrar el vínculo entre los vascones y las comunidades indígenas anteriores, tema en el que se ha trabajado muy poco, para saber si verdaderamente esas comunidades hablaban protoeuskera. Porque los vascones y el euskera no salieron de la nada, pero se supone que no vinieron de ningún sitio, a pesar de que gente diga que el euskera no llegó hasta el siglo VII D.C. Sin embargo, datos hay para saber que los vascones hablaban euskera.
Analiza con cautela la aparición de la Mano de Irulegi, cuando pronto de cumplirán dos años desde su presentación.
–Ha sido un hito dentro de la historia del euskera porque le ha dado una vuelta a todo. En principio los arqueólogos dijeron que Irulegi era un poblado que había sido ocupado durante toda la Edad del Hierro. Veían que este enclave no estaba de ninguna manera retrasado en cuestiones sociales y culturales. Lo que encontraban miraba mucho hacia el valle del Ebro, y la misma Mano de alguna manera se vinculaba hacia allí, porque es un tipo de escritura que ya utilizaban los iberos y los celtíberos. Así que se puede decir que Irulegi en ese momento estaba a la misma altura que el resto de las tribus que había en el valle del Ebro.
“Me he empeñado en plasmar cuál era la vida de los protovascones en la Edad del Hierro, para ver si somos sus descendientes directos”
Aborda toda la discusión técnica de expertos en epigrafía. ¿Hay cosas que se nos escapan?
–Yo no pretendo ni mucho menos traducir la Mano, lo que sí quiero es aclarar un poco lo que han dicho los expertos. Los cuatro principales en la materia son Velaza y Gorrochategui, que fueron los que presentaron la Mano, y Orduña y Ferrer, a quienes también incluyo en el libro. Los cuatro tienen muy claro que es un tipo de vascónico. No saben hasta qué punto relacionado con el euskera, pero parten de la base que no es ni celtibérico ni ibérico. Esto lo dicen los mayores expertos en lengua ibérica. Ferrer, por ejemplo, lo plantea como un continuo dialectal en el valle del Ebro, donde no se sabe hasta qué punto empieza un dialecto y acaba otro. El vascónico sería uno de esos dialectos. Que el euskera actual sea la hija o la sobrina de ese vascónico todavía no lo tenemos muy claro. Los expertos lo irán diciendo si tenemos la suerte de que se encuentren más cosas, a partir de las cecas vasconas, de las ciudades que imprimieron moneda. Irulegi bien pudo ser una de ellas, pero todavía no lo sabemos. Desconocemos dónde situar exactamente ocho cecas del centro de Navarra con una serie de rasgos y elementos característicos del vascónico.
Es difícil pensar que en Irulegi no afloren más pistas o tesoros.
–Es curioso, porque con el 10% del yacimiento excavado ya ha salido algo como la Mano.
Como en una lotería, a veces los premios salen antes y otras más tarde.
–Esperemos que esto sea un quinto premio (se ríe). Vamos a ver qué va saliendo. El año pasado dentro del contexto de la excavación se halló una moneda de OTtikes, otra de las cecas vasconas que no se sabe situar. Yo creo que irán saliendo más monedas, y es posible que más manos, porque sabemos que los vascones estaban utilizando ese signario desde el 140 A.C, cuando se imprimieron las monedas. Por lo tanto, llevaban ya 70 años cuando se data la mano de Irulegi, del 70 A.C, en esta época de las guerras sertorianas. Luego las posibilidades de que salgan más cosas ahí están, y queda mucho por excavar.
Para no generar confusiones. ¿A qué se denomina ceca?
–Eran las monedas que imprimían estas ciudades Estados. Eso demostraba que estas tenían cierta independencia, que era la propia ciudad la que tenía la autoridad para imprimir esa moneda, que le daba identidad a la ciudad. Ponían sus signos, el nombre de la ciudad, y unos rótulos secundarios que en el caso de los vascones no sabemos qué significan, como ben kota o bon, pero que unen a todas esas monedas vasconas. Y eran una manera que tenían esas ciudades de pagar impuestos a Roma.
Su libro nos conduce a un contexto histórico de mundos enfrentados.
–Cuando llegaron los romanos aquí, más o menos en el siglo II antes de Cristo, se encontraron con una serie de ciudades Estado que imprimían moneda para los propios romanos, en una situación de conflicto, porque era la forma más rápida que tenían los romanos de conseguir dinero fácil, y no esperar que se lo trajeran de Roma. Los vascones estuvieron a la altura de los iberos o los celtíberos, que también imprimieron moneda, cada una con su leyenda, con una serie de signos paleográficos muy parecidos a los que se han encontrado en la Mano de Irulegi. Casi se podría decir que son antecedentes, y esto es interesante...
¿Por qué?
–Inicialmente de manera institucional se utilizó ese alfabeto vascónico, adaptación del ibérico, y después ya de manera doméstica, con una mano colgada en el dintel de una puerta, se supone que con capacidad de leer más o menos la inscripción, igual que las monedas. Yo diría que a partir del siglo II A.C empieza verdaderamente la historia del euskera y de los vascones.
“Siempre se ha tendido a minusvalorar la cultura vascona, y creo que se está demostrando que estaba a la altura de la celtíbera e ibera”
De cara a la divulgación, en Navarra contamos con un polo editorial muy interesante. Valor en sí mismo para generar conocimiento y debate.
–Sí, se está haciendo un esfuerzo muy grande en Navarra. Me da la sensación de que en ese sentido Navarra está igual un poco más avanzada que Euskadi. Hay que agradecerlo. Nosotros, los escritores, desde luego tenemos que hacerlo.
También las editoriales agradecen el esfuerzo de los autores. Ustedes dedican mucho tiempo a escribir.
–Leo mucho, intento sacar mis propias conclusiones, y transmitir ese conocimiento a la gente, de una manera muy divulgativa y didáctica, para que se entienda bien, porque muchos datos son bastante técnicos.
Ante cualquier mención a lo vasco, protovasco, euskera o los vascones, hay quien lo engloba en algo espinoso. ¿Esto es una tensión añadida?
–Es un problema. La tendencia ha sido a invisibilizar lo vascónico o lo vasco, y reducir en los mapas ese ámbito vascón. Se ha visto la zona navarra como un tricinium, donde había tres etnias diferentes, la ibera, la celtíbera y la vascónica, pero parece que eso solo se ve en Navarra, en las otras zonas parece que no hubiese la posibilidad de esa coexistencia de etnias diferentes. Creo que habría gente de diferentes etnias y lenguas en todos los sitios. Siempre se ha tendido a minusvalorar un poco la cultura vascona, y creo que se está demostrando que estaba a la altura de la celtíbera y de la ibera, y la Mano de Irulegi lo demuestra.
Una idea final a modo de conclusión.
–Me he empeñado en plasmar cuál era la vida de los protovascones en la Edad del Hierro, para ver si nosotros somos los descendientes directos de aquellos habitantes, de aquellas comunidades indígenas. Quiero plantear un debate: ¿Somos los descendientes de aquellos? Y si lo somos, entonces hay que pensar que hablaban protoeuskera.
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