Arqueólogos trabajan en el sondeo de la sala 1. Vea más imágenes.Iñaki Porto
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El último tramo hasta la cueva de Abauntz, en Arraitz-Orkin (Ultzama), reserva una sorpresa: una subida corta, pero empinadísima. Tanto que hay que apoyarse en una cuerdecilla de escalada y andar con ojo de no resbalar por alguna de las piedras hacia el precipicio. Sin embargo, el fin de semana pasado hubo atasco de gente. Decenas de personas hicieron cola por la estrecha vía de acceso para ver los trabajos de excavación codirigidos por Andion Arteaga Brieba y Mikel Arlegi, los dos investigadores navarros que hace dos años retomaron los trabajos en Abauntz con el apoyo del Concejo de Arraitz-Orkin y el valle de Ultzama.
Arteaga y Arlegi están al frente del proyecto después de décadas sin trabajos en la cueva, donde a mediados de los noventa un grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza descubrió el mapa más antiguo de Europa occidental.
Ahora, una docena de profesionales de lo más top a nivel europeo sigue el rastro del neandertal. La extinción del homínido que llegó a compartir mundo con los homo sapiens modernos sigue fascinando a la ciencia, y en Navarra hay una oportunidad.
Algunos de los materiales recuperados en la excavación.
De encontrar al neandertal, estará al resguardo de la que también se conoce como cueva de Lamizulo o Aminizulo. El lugar tiene una “secuencia de ocupación única en Navarra”, como resumieron los investigadores en un noticiario de seguimiento que publicaron hace unos meses. La cueva abarca ocupaciones durante 50.000 años, del periodo Musteriense –plenamente asociado a los neandertales– hasta el Bajo Imperio romano.
Las dos primeras campañas, las de 2022 y 2023, sirvieron para reacondicionar la cueva tras décadas de parón. Volvieron a cribar los rellenos del sondeo –así recuperaron 1.640 restos arqueológicos, entre instrumentos, colgantes y hasta dientes de leopardo– y ahondaron en el nivel h de la sala 2, que es como denominan a una de las zonas que investigan. De allí han salido “numerosos restos faunísticos en excelente estado de conservación”, sobre todo de Ursus spelaeus, el mítico oso de las cavernas.
El hallazgo de un nuevo nivel
De forma paralela, los investigadores han reabierto el sondeo de la sala 1, el que está más próximo a la entrada de la cueva y donde la lógica científica dice que podría haber más ocupación humana. Ahí han encontrado un “nivel preservado, no alterado por las intervenciones arqueológicas previas”, al que han llamado N100, y que precede a otro que han catalogado como N101, que contiene una “importante cantidad de restos faunísticos”.
Una restauradora trabaja en el sondeo de la sala 2.
Algunos de los restos tienen marcas de trabajo, como las que quedan en los huesos cuando se hace el despiece de un animal con una herramienta. Corresponderían a un nivel muy antiguo, alrededor de 30.000 años y por lo tanto ya bastante cerca del periodo neandertal. Los elementos encontrados están en el laboratorio pendientes de la datación. Hay muchas expectativas puestas en los resultados.
Lo ideal sería que el proyecto se mantuviera durante años, sin prisa. Poder hacer un trabajo científico reposado por parte de profesionales que tienen otros trabajos principales que atender. Arlegi, por ejemplo, trabaja en la Universidad de Cambridge con un proyecto de la academia británica. Arteaga trabaja en Burgos, en el Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH). La intervención ya está en marcha y los resultados hasta ahora “confirman el potencial arqueológico y la importancia de la cueva de Abauntz” para entender el periodo de los últimos neandertales.
Uno de los arqueólogos sale por la entrada de la cueva, donde está el sondeo de la sala 1.
Un auzolan en Ultzama para adecuar la cueva a la excavación
La cueva de Abauntz tiene una dificultad: la evacuación de los sedimentos. El equipo de Arlegi y Arteaga ha instalado una tirolina por la que han bajado ya más de mil sacos de sedimento, unas cinco toneladas. De hecho, el pasado 22 de septiembre, organizaron un auzolan con el pueblo de Arraitz-Orkin y el valle de Ultzama para adecuar la cueva a los trabajos, que finalizaron el 8 de octubre.