En los noventa, PepeBao, que es gallego, tocaba el bajo para otros artistas. ¿Cómo acaba montando un grupo con usted en Sevilla?
–Pepe tocaba con otros artistas como Barón Rojo o Raimundo Amador… Acabó en Sevilla con la madre de sus hijos y allí nos vio tocar a Javi (Lynch Marssiano, NdR) y a mí, que teníamos un grupo de versiones de Living Colour, Faith No More, Red Hot Cilli Peppers… Él quería montar una banda de ese estilo. Nos conocimos y nos pusimos a tocar. Empezamos como Motherfunkers, hacíamos versiones de ese rollo de los noventa que tanto nos molaba, pero rápidamente empezamos a hacer improvisaciones en andaluz: Nos vamos pal ‘kelli, Esos cuernos, A jierro… La peña nos animaba a seguir con esos temas propios, y así nos convertimos en O’funk’illo.
El nombre del grupo, O’funk’illo, es un juego de palabras entre “ozú” y “killo”, ¿no?
–Eso es. Hemos metido el funk entre el “ozú” y el “killo”. Tocamos muchos estilos, pero el funki es como nuestro mínimo común múltiplo. Es la raíz de todo: hacemos rock, hacemos rap, hacemos flamenco, hacemos metal, hacemos hardcore… Pero siempre con un soniquete de groove. El buen groove y el funk es lo que predomina. Es la raíz.
El nombre del grupo hace referencia al funk, pero también a la jerga callejera y a esa cultura popular de la que siempre se ha nutrido O’funk’illo.
–Sí. Siempre hemos estado en los garitos tocando, saliendo… Somos gente de mucha calle. De mucha calle, mucho local de ensayo y muchos festivales. Ahora estamos un poquito más tranquilos, pero sí, somos muy callejeros.
El arranque del grupo fue fulgurante: vendieron diez mil copias de una maqueta, algo impensable hoy en día…
–Sí. Se interesó Jesús Ortiz, que estaba con EMI, y decidieron probar. Editaron diez mil copias de una maqueta que hicimos, que se vendía en la tiendas Tipo. Éramos un grupo muy ecléctico, no sabían dónde encasillarnos: ni éramos rockeros, ni raperos, ni poperos… Se vendieron todas en muy poco tiempo, así que les dio igual la música que hacíamos, porque funcionaba. En las compañías, nunca han sabido cómo promocionarnos. Nos pasaba lo mismo en los festivales, sobre todo antes, que unos eran de punk, otros de rock… Ahora hay más mestizaje, pero hace 25 años no era así. Estábamos nosotros, Eskorzo, Mano Negra… Hoy es más sencillo, un grupo cabe en cualquier festival, pero entonces no. Éramos un grupo de leña, pero hacíamos lo que nos daba la gana.
Y eso de que no supieran dónde ubicar al grupo, ¿les causó tiranteces con las discográficas?
–Vendíamos lo suficiente para que no nos echaran, pero no lo suficiente como para que invirtieran en nosotros una cantidad de dinero importante. Siempre nos hemos mantenido a flote discográficamente, pero hemos sido una banda de directo. Ahora nos autogestionamos. Tenemos nuestro manager, tenemos un equipo que nos distribuye y tenemos muchos amigos, promotores, músicos, festivales… Y tenemos a nuestros seguidores, los funkáticos, que son lo más importante. Estamos muy bien. Seguimos llenando salas, ahora vamos a Sudamérica, tenemos algunos conciertos también por Europa…
Eso de vender lo suficiente para que no les echaran, pero no lo bastante como para que invirtieran en ustedes, también les daría cotas de libertad importantes, ¿no?
–Sí. Ahora lo pienso y no lo cambiaría. Hemos hecho siempre lo que nos ha dado la gana. Nos pedían canciones de dos minutos y medio y hacíamos una de seis minutos. En estos 25 años, fíjate si han cambiado las modas, pero nosotros seguimos aquí. Es que tampoco hay muchos grupos de funk y metal.
Decía que se van a Sudamérica. Creo que allí llevan bastante tiempo esperándoles.
–Sí, la gente de Chile, de Colombia, de México… están locos por que vayamos, y nosotros también, locos por ir. Ya hemos firmado el contrato y nos vamos para allá, estamos ahora arreglando los visados y todo eso.
Es evidente que se encuentran en un gran momento musical. ¿Personalmente también están bien? Usted acaba de regresar al grupo después de haber estado fuera tres años.
–Sí, tuve problemas personales que gracias a Dios he podido resolver. En cuanto Pepe se enteró, me llamó. Yo estaba esperando esa llamada, fue una bendición. Esto ha sido hace cuatro o cinco meses, no te creas, y desde entonces hemos estado metidos en el estudio, preparando vídeos, trabajando, preparando formatos distintos para el directo… Estamos de luna de miel otra vez, nos llevamos muy bien entre nosotros y estamos disfrutando mucho.
Es cierto que no paran; de hecho, están grabando un disco nuevo.
–Sí. Ahora mismo estamos Pepe y yo grabando un par de canciones en un estudio de Madrid. Esta madrugada sale la furgoneta con toda la banda desde Sevilla, nos recogerán mañana y nos vamos a Bilbao, que tenemos la prueba de sonido a la una del mediodía. Tocaremos en Bilbao, el día siguiente en Logroño, y el sábado en Pamplona. Y la semana que viene, más. Esa es la esencia de O’funk’illo, el no parar.
Ya han hecho algunos conciertos de esta nueva gira. Imagino que, al ser la celebración del 25º aniversario, harán un repaso por toda la discografía, ¿no?
–Hemos hecho varios conciertos, sí: Barcelona, Valencia, que tuvimos que repetir al día siguiente… Manresa, Coruña, Granada… Hacemos un repaso a toda la discografía, y vamos metiendo cada uno de los temas nuevos que estamos lanzando. Nuestra idea es sacar el octavo disco antes de verano, y después, cuando hagamos el fin de gira, que será a finales del año que viene, lo grabaremos y lo sacaremos también. Queremos llevar invitados de todo tipo: raperos, flamencos, heavies… Ese será nuestro noveno disco.
Hablando de amigos, en Pamplona tienen varios con los que han colaborado: El Drogas, Kutxi, Brigi Duque…
–Sí… Hemos colaborado con todos los buenos (risas). Tenemos muchos amigos en Pamplona. Bueno, y en todos los lados. Gracias a Dios, siempre que les hemos llamado han estado ahí, no nos han fallado. Son gente muy grande. Pedazo de artistas y mejores personas.