La película 'La huella del mal', del director Manuel Ríos San Martín, aborda la violencia primitiva del ser humano en un trabajo que salta de la novela del mismo título y autor a la gran pantalla, donde se podrán ver localizaciones navarras.
El thriller basado en la novela que lleva el mismo título y también escrita por Ríos San Martín explora el mundo prehistórico y su eco en los personajes, en los que todavía permanece ese instinto violento y salvaje de los primeros hombres y mujeres.
Lo han puesto de manifiesto en Pamplona el director y los actores Fernando Cayo y Mariel Martínez, miembros del elenco. La película protagonizada por Blanca Suárez y Daniel Grao se ha grabado entre Atapuerca y varias localizaciones de Navarra como Olite, Sierra de Urbasa, Pamplona o Puente la Reina.
Lo salvaje cobra un especial relevancia y el director ha valorado cómo ha entrado en juego la geografía navarra, tierra con la que comparte lazos gracias a que su madre nació en Alsasua.
La sierra de Urbasa, uno de los lugares protagonistas de la película, ha sido para el director "un bosque maravilloso y mágico".
"Toda la película que en el fondo es un relato simbólico, un encuentro ancestral, tiene mucho más sentido en un bosque como Urbasa", ha expresado en una entrevista con EFE.
Su fascinación por Atapuerca y lo primitivo viene desde el año 1999, cuando Ríos era productor ejecutivo de la serie 'Compañeros'. A partir de ahí empezó a investigar y "que había una violencia ancestral y que todavía continúa en nuestro ADN y es un poco lo que cuenta la película".
Además de la violencia, la película también ha dejado espacio para la otra cara del ser humano: la empatía.
En este sentido, la película ha planteado la capacidad de lo mejor y lo peor del ser humano.
"En Atapuerca, se encontraron unos huesos canibalizados de hace 400.000 años, pero también se encontró los restos de una niña de 10 años con una enfermedad y que toda la tribu la cuidó. Entonces, toda esa violencia y empatía está presente en el ser humano", ha explicado Ríos.
Además de estos dos elementos, La Huella del Mal ha contado con una fuerte carga sexual a lo largo de toda la historia.
"La novela ya la tenía, igual que me gustaba que la violencia fuese muy primitiva, quería que el sexo tuviera también algo primitivo, siempre tratado de una manera elegante y cuidando a los actores, pero creo que tenía que tenerla y que de alguna manera también impactarse al espectador como impactó en la novela", ha comentado.
En cuanto a la adaptación de su obra a la gran pantalla, el autor ha destacado que lo más impactante "ha sido ver las cosas en imágenes, que tiene un valor y una fuerza que me ha sorprendido".
Cayo ha valorado que el hecho de poder tener al novelista como director ha sido "algo único y ya en el guion de Manuel y de Victoria Dal Vera ya se veía que era muy potente".
"La sensación ha sido estupenda. Además, con este despliegue de medios naturales, el estar rodando por primera vez en Atapuerca Ha sido una experiencia insólita".
Por su parte Martínez ha compartido estas buenas sensaciones en el que ha sido uno de sus primeros proyectos audiovisuales, además de compartir los retos de trabajar ese primitivismo.
"Ha sido intenso porque hay una escena en la que hay un ritual salvaje con música y danza y que no experimentas en la realidad. Y el personaje te da la oportunidad de tocar esos lugares. Creo que la película lleva esa parte de reflexión de lo salvaje y la conexión que tenemos como humanos entre la bondad y la maldad", ha asegurado.