¿Cuál es esa Ultrabelleza que da título a su disco?
–La Ultrabelleza para mí es la luz que todos tenemos dentro y que a veces nos cuesta mucho ver. Es lo que nos hace especiales y únicos como seres humanos. Lo profundo, no lo superficial. Para mí es muy importante visibilizar todas las formas de habitar el cuerpo y de amar como algo digno, válido y bonito. Cada vez que veo la diversidad del mundo que me rodea, la palabra que me viene a la cabeza es ultrabelleza, porque me fascina lo diferente.
Hablando de cosas diversas y diferentes, su música lo es: tiene voz y latido flamenco, pero también mucha electrónica.
–Cuando hago música, actúo como siento. La diversidad que veo en el mundo es la que me gusta ver en los estilos de música. Si veo un acorde de jazz que me encanta, un arreglo de big band que me ayuda a expresarme, un sintetizador extraño o un ritmo de soleá por bulerías, ¿por qué no voy a utilizarlo? Si todo responde a una emoción. La pureza, muchas veces, está en lo mestizo.
¿Y cuál es el proceso para llegar al resultado final? ¿Parte de un esqueleto de guitarra y voz?
–Cada canción tiene un motivo y a mí me gusta hacer música y escribir letras cuando tengo algo que decir. Cuando me imagino el mensaje, la letra y la melodía, me imagino una mezcla de colores que traduzco en sonidos. Sé más o menos los sintes que quiero, la percusión que quiero, cómo quiero que suene… Uso referencias de otros artistas, también. Normalmente pasa todo el mismo día, en el estudio: letra, melodía, primer arreglo de composición, armonía y una primera aproximación a lo que quiero que sean los instrumentos finales. Lo que más tiempo me lleva luego es rematar la produccion, porque cada vez se me ocurren cosas nuevas. Conforme más tiempo les dedicas, más crecen las canciones.
“La diversidad que veo en el mundo es la que me gusta ver en los estilos de música; la pureza, muchas veces, está en lo mestizo”
Lo que se suele decir de que los discos no se acaban, sino que se abandonan, ¿no?
–Exactamente, yo también digo eso muchas veces (risas).
En lo que se refiere a esta evolución del flamenco que comentábamos, hay varias mujeres que están en primera línea: Soleá Morente, Rocío Márquez, Ángeles Toledano, usted misma…
–Sí, estamos en un momento maravilloso de la historia de la música, porque se están quitando muchos miedos y prejuicios. Estamos siendo creadoras. Antes eso no estaba bien visto, teníamos que ser mujeres florero, la cantante tenía que ser un mero objeto que reproducía lo que otros creaban. Ahora no es así, ahora lideramos, tomamos decisiones y dirigimos nuestras empresas. Aparte de ser creadoras, somos líderes. Me encanta poder vivir este momento en el que tenemos voz propia.
El disco se abre con una canción que se llama 'Oración', y en otras se menciona varias veces a Dios. ¿Tiene su música algo místico o religioso?
–Claro, cantar es mi forma de rezar y de desear cosas buenas. También es mi manera de dar dignidad a todo el mundo que, por ser diferente, no encontraba su lugar en la sociedad; o mejor dicho, que la sociedad no se lo daba. Yo creo en una sociedad nueva que se llama Ultrabelleza, y en ella todos son bienvenidos, válidos y maravillosos. En esa pequeña oración que abre el disco le estoy rezando a mi abuela María. Cuando era pequeña y me hacían rezar en el colegio a la Virgen, yo no dejaba de pensar en mi abuela, que es mi referencia de vida. Muchas veces tenemos los dioses más cerca de lo que creemos. Solo con mirar a las personas que nos quieren, podemos encontrar lo más bonito del mundo. Unos lo llaman amor, otros lo llaman Dios. Para mí, mi abuela María era una diosa.
¿Serían nombres distintos para definir una misma cosa?
–Claro, porque al final todo es amor.
En la canción de 'Superpoder' dice “aprendí a cantar llorando, aprendí a llorar cantando”, y en Lo que siento habla de que se rompe en el escenario. ¿Es necesario el dolor para la creación?
–No creo que sea necesario. A veces, los artistas pecamos de idealizar el dolor y las malas experiencias, seguramente porque, gracias a la música, hemos sido capaces de transformarlas en belleza y de superarlas. Pero no creo que sea imprescindible aprender sufriendo, creo que también es posible aprender desde un lugar bonito, cómodo, sin traumas. El hecho de que yo hable de mi experiencia vital no significa que justifique ese dolor. No soy mejor artista por haber pasado por ello, y espero que las nuevas generaciones lo tengan más fácil.
Además de lo dicho, algunas letras no eluden la temática social, como la misma Superpoder que acabamos de mencionar.
–Es que creo que el arte puede cambiar el mundo; si a mí me ha cambiado la vida, ¿por qué no va a cambiar la de los demás? Cuando hay algo que merece ser mencionado, lo canto. Lo que quiero es transformar el mundo, conversar con él y dejar algo bonito para cuando yo me vaya.
Siguiendo con esa canción, ¿cuál sería su superpoder? ¿Quizás el sentir demasiado, como dice en el texto?
–Totalmente. Mi superpoder es la sensibilidad. La hipersensibilidad, que a veces me juega malas pasadas porque puedo estar muy triste o muy contenta y es difícil gestionarlo. En un mundo tan capitalista y agresivo, lo que nos salva es la sensibilidad, porque nos hace recordar que somos humanos. Sentir está superbién, porque puedes hacer algo maravilloso con ello. Si vas por el mundo sin sensibilidad, eres un peligro público.
Este es su segundo disco y ya lleva dos giras bastante extensas. ¿Cómo lleva eso de vivir cantando, como dice en otra de las canciones del disco?
–Estoy muy feliz, conecto con mi propósito de vida cuando me subo a un escenario y veo que las personas que me escuchan son felices. Es verdad que existen daños colaterales: mucha distancia con la gente que quiero, voy poco a mi casa, muchos kilómetros que se notan en el cuerpo, poco tiempo libre, muchos ratos muertos, esperas… Pero luego te subes al escenario, ves a la gente y compensa.
Si tuviese que elegir entre la creación del estudio y la interpretación del escenario, ¿con qué se quedaría?
–Ufff… Es que creo que no existe una parte sin la otra. Salir del estudio emocionada porque creo que hemos grabado un temazo es una sensación incomparable. Pero también es verdad que, si no lo compartes con nadie, se queda todo muy frío. Es como cerrar el círculo: lo abres cuando creas en el estudio y lo cierras cuando se lo cantas al público en el escenario.
En estas giras ha salido bastante al extranjero. ¿Cómo es la relación con un público teóricamente más alejado del flamenco?
–Es una relación preciosa. Te dicen: “no he entendido nada, pero lo he sentido todo”. Ahí está la clave. Hay tanta emoción en el flamenco, es una música tan intensa que traspasa las fronteras con una facilidad inmensa.
“Ahora las mujeres, aparte de ser creadoras, somos líderes; me encanta poder vivir este momento en el que tenemos voz propia”
Llega a Pamplona en el tramo final de la gira Ultrabelleza. ¿Cómo será el concierto de Baluarte?
–Estamos acabando la gira de Ultrabelleza, sí. Llevo desde el 27 de octubre de 2023 girando con este disco. El año pasado fueron siete países y este año quería acabar en España. Estoy muy emocionada porque se crea un clima precioso. Yo puedo sentir libremente, pero el público también. Te tengo que confesar que me va a dar un poco de pena cerrar esta etapa, pero estoy muy contenta por haber podido vivir esta experiencia con este disco. Se podía haber quedado en un disco electrónico, sin más, pero se ha quedado en un disco electrónico super jondo, muy emotivo, penetra mucho en el oyente y eso me hace muy feliz.
¿Está trabajando ya en lo que vendrá después?
–Sí, pero de eso no te puedo decir nada (risas). Pero sí, estoy trabajando. Piensa que, si no creo, me muero. El alimento para mi alma es poder crear cosas bonitas: poemas, canciones… lo que sea.