"Las mujeres aun no estamos en los puestos de mando, pero lo estaremos"
La escritora barcelonesa protagonizará este jueves, 15 de mayo, una nueva sesión del ciclo 'Oh, diosas amadas'
Laura Ferrero (Barcelona, 1984) desgranará la figura de Sharon Olds (San Francisco, 1942) a partir de las 19.00 horas en el Palacio del Condestable de Pamplona. La vida atravesada en los poemas es el título de esta sesión de 'Oh, diosas amadas', en la que la periodista, escritora y guionista catalana compartirá lo que los versos de esta poeta, que la acompaña desde hace muchos años, han supuesto en su vida y en su obra.
Viene al ciclo ‘Oh, diosas amadas’, que organizan Nerea Madariaga y Carolina Otamendi, las Letraheridas, a las que creo que conoce bien.
–Sí, hace un par de años me invitaron a Letraheridas, donde pude mantener una maravillosa conversación con Violeta Gil, y el año pasado me quedé con muchas ganas de venir a este ciclo, pero no pudo ser porque tenía una niña muy pequeña y no me daba para prepararme una conferencia. Así que estoy muy contenta de poder estar ahí este jueves.
Ellas se dedican desde hace años a visibilizar a escritoras y a artistas olvidadas o a esas autoras en activo que no suelen ocupar el primer plano. ¿Sigue siendo necesario este trabajo de prospección para destapar nombres y miradas femeninas?
–Siempre es necesario traer todas esas voces que quizás han sido injustamente olvidadas. Yo creo que nombrar de algún modo es existir, por eso me parece tan encomiable su trabajo.
En ese sentido, hace unos años nos comentó que era optimista porque estos tiempos eran esperanzadores ¿Sigue pensando lo mismo en lo referido a la literatura escrita por mujeres?
–El tema de literatura de mujeres es una etiqueta que pongo en duda. Yo creo que es literatura en general. Lo que sí que es verdad es que, no sé cómo fue tu paso por la universidad, pero, en mi caso, que estudié Filosofía y Periodismo, te diría que un 90% de los libros que leí en la carrera, estaban escritos por hombres. Hasta hace poco, el canon ha sido eminentemente masculino y ahora siento que hay un cambio. Siempre he sido muy optimista, pero es que tú vas a cualquier librería y en las mesas de novedades hay tanto mujeres como hombres. También pasa en los medios, donde antes te llegaban más libros de escritores y ahora recibes también de escritoras. En ese sentido, sí creo que las cosas están yendo a mejor. Se está produciendo ese cambio necesario y espero que se mantenga. Sería lo deseable.
Ya era hora.
–Sí, ya tocaba, pero, como decía el poema, las cosas en la vida llegan cuando tienen que llegar.
"Siento que las mujeres estamos adueñándonos de espacios que, aunque ya nos pertenecían, no sabíamos que eran nuestros"
A muchas nos han faltado referentes literarios femeninos a medida que crecíamos y nos convertíamos en adultas.
–Nos ha faltado el 50% del mundo, que casi siempre nos ha llegado a través de una sola mirada, la de los hombres. Y si solo hemos recibido la voz de los hombres, obviamente, nos falta un porcentaje muy importante de experiencias que no nos van a narrar. Por ejemplo, a mí la experiencia de la maternidad no me la había contado nadie. ¿Quién iba a hacerlo, Philip Roth? Hemos recibido una versión rica del mundo a través de grandes escritores, pero una versión sesgada, al fin y al cabo. Hay muchas cosas que se invisibilizaban, no existían o ni siquiera se consideraban interesantes para la literatura. Yo voy a hablar en Pamplona de Sharon Olds, una poeta que ha escrito del cuerpo, del placer, de un parto... de temáticas que se consideran femeninas, pero que en realidad son universales.
Muchas veces, a las mujeres se nos ha vendido la maternidad desde un punto de vista muy masculino, indicándonos cómo debía ser y cómo teníamos que sentirnos y comportarnos.
–Claro, es que, hasta hace poco, a las mujeres nos han contado los hombres, con lo cual, faltaba nuestra voz. Por eso siento que estamos adueñándonos de espacios que, aunque ya nos pertenecían, no sabíamos que eran nuestros.
¿Leyendo a mujeres de otros tiempos y lugares nos sentimos más acompañadas en lo que pensamos y sentimos?
–Es que, para mí, leer es sentirse menos solo. En ese sentido, yo sí me he notado muy acompañada por las experiencias de otras mujeres de otras edades y otros tiempos. Al final, la lectura es una gran conversación, y cuando, por ejemplo, cojo los libros de Vivian Gornick, parece que esté hablando yo. Ella tiene más de 80 años, pero me veo reflejada en sus experiencias de infancia. Lo mismo me pasa cuando leo a Emily Dickinson o a muchas otras mujeres contemporáneas que a través de la escritura van desbrozando la experiencia de estar viva.
Las mujeres somos las grandes lectoras, también las grandes espectadoras de cine, de teatro, de exposiciones... Somos curiosas y nos interesan el conocimiento y la cultura. Sin embargo, seguimos sin tener una gran representación en los puestos de mando de empresas, países, proyectos estratégicos...
–No, aun no estamos, pero estaremos. Los cambios han empezado hace pocos años y son progresivos, como un proceso de sedimentación; no se dan de la noche a la mañana.
"Hasta hace poco, a las mujeres nos han contado los hombres; faltaba nuestra voz"
¿Por qué ha elegido a Sharon Olds como su ‘diosa’?
–Leo mucha poesía. Si me hubieran preguntado qué quería ser, habría dicho que poeta. Me parece el género más difícil de manejar. En mi literatura, yo siempre parto de metáforas y doy grandes rodeos para abordar la realidad. Es como si no me sirviera la realidad para contar la realidad. Y Sharon Olds hace lo contrario. A ella no le interesa el uso de la metáfora; su poesía es muy cruda, aunque tierna a la vez. Leyendo sus trabajos he aprendido a mirarme en espejos ajenos. Mis temas no son los suyos, yo empecé a escribir gracias a autoras como Anne Carson o Louise Glück, que utilizan mucho a los clásicos, la metáfora... pero con Sharon Olds he encontrado la pasarela para llegar a lo que verdaderamente me interesa.
Dice que le gustaría ser poeta.
–Sí, pero escribo relato y novela, y creo que el manejo de la síntesis es tremendamente difícil. Sharon Olds es capaz de condensar la historia con su padre en tres versos. Me parece fascinante cómo lo logra, eso es muy poderoso a la hora de crear imágenes que realmente permanecen, que se quedan en ti casi como si fueran mantras que vas repitiendo a lo largo del tiempo.
Ella no evita ese lado feo de la vida, el miedo, el dolor... ¿Se siente identificada con ella?
–Sí, yo tampoco lo evito, pero me gustaría saber narrarlo como lo hace ella. Siempre me amparo un poco en la metáfora, en el decir sin decir, y ella señala dónde está la grieta, el dolor, y no la embellece. Su poesía no es cruel, es descarnada. Yo no sé escribir así o ese no es el lugar desde el que miro el mundo; por eso creo que puedo aprender tanto de ella y por eso me acompaña tanto su poesía.
Recomiéndeme uno de sus poemarios para adentrarme en su obra.
–Me gusta mucho Los muertos y los vivos. Al final, escribe todo el tiempo sobre su vida y sobre su familia. Sobre el trauma. Pero también mira al futuro; no solo habla del trauma de los padres, sino también del de sus contemporáneos, del de los hijos... Me interesan mucho los retratos que hace en este poemario. Por otro lado, hay una antología maravillosa que se llama Óvulos en la mano, que es interesantísima también porque contiene una entrevista en la que ella habla de sus poemas, da detalles y eso siempre me parece muy enriquecedor.
Olds la ha acompañado siempre. ¿Cuáles son esas otras autoras que caminan con Laura Ferrero?
–Como poetas, diría que Anne Carson, Louis Glück y Sharon Olds. En poesía soy asidua a determinadas autoras, pero en prosa no. En narrativa me interesa más el libro en cuestión, no quien lo ha escrito.
Antes hablábamos de que no evita el lado feo de la vida, tampoco lo aparentemente insignificante.
–Sí, y es bastante importante en mis textos. Como he dicho antes, nombrar es existir; la vida se nos va mientras estamos distraídos sin fijarnos en lo que verdaderamente importa, en lo que llamamos las pequeñas cosas, que, realidad, son las grandes cosas. Cuando piensas en cuándo fuiste feliz, resulta que te das cuenta de que estabas haciendo cosas rutinarias, cotidianas... Así que por eso yo me agarro a las pequeñas cosas y encuentro la inspiración en ellas.