Comic Sans: “Ninguna otra banda en Euskal Herria hace la misma música que nosotros”Mariano Regidor
En su ascenso al estrellato subterráneo, Comic Sans han pasado de autoeditarse sus discos y cantar en inglés a que el prestigioso sello alternativo catalán B-Core les haya echado el anzuelo. El cuarteto donostiarra practica una variante del rock independiente denominado midwest emo que tiene sus propias reglas (el uso de trompetas, el factor emocional, un toque pop) y no se estila demasiado por estas tierras. Pero algo tienen los Comic cuando sus discos se agotan, les llaman para tocar de distintos países europeos o en sus redes sociales asoman fans de varios continentes poniéndoles por las nubes.
Para quien no esté puesto en etiquetas musicales, ¿qué es eso del género midwest emo?
-Lo que viene a ser el emo se remonta a la escena hardcore de los años 80 y 90 de Estados Unidos y luego ya, el midwest emo, va bastante más allá porque mezcla varios géneros como el hardcore y el poshardcore con el pop o el indie. No sé si lo estoy liando más (ríe). Se llama midwest porque surge en la región del Medio Oeste de Estados Unidos con bandas como Cap’n Jazz o American Football. Es un sonido que nos gusta.
Nuevo disco a la vista
Con el segundo álbum de estudio, Éramos felices y no lo sabíamos (2023), Comic Sans dieron un salto de calidad de la mano de la discográfica B-Core. El sello catalán, nacido en 1990, ha remado contra viento y marea para poder publicar durante 35 años trabajos variadísimos en un espectro que va del hardcore y el punk al pop y el soul. El anterior EP de Comic Sans, Ojalá fuera mi cumpleaños, también con B-Core y publicado el año pasado, continúa por una senda melancólica y eufórica que también han explorado en las nuevas canciones que acaban de grabar con el productor Santi García en los estudios Ultramarinos Costa Brava de Barcelona. El plan es que el disco (aún sin título) salga a lo largo de 2026. “Mantendrá la esencia del grupo, pero, desde luego, será un poco más parecido al sonido del EP”, adelanta Ander Redin.
Las trompetas y los instrumentos de viento son bastante típicos en este subestilo.
-Sí, de hecho, cuando empezaron estos grupos sus miembros eran muy jóvenes, tendrían 16 o 17 años. Me imagino que estos chavales ya tenían una trompeta en casa y decidieron darle un toque propio con sus instrumentos.
¿Es esta la música alternativa de la música alternativa?
-Esto es como meterse en la madriguera de un conejo. A nosotros los grupos que más nos influyen son ya los que surgen a partir de los 2000, con el revival underground de Tigers Jaw, Snowing o Modern Baseball. Es verdad que puede considerarse lo más alternativo dentro de la música alternativa; a la gente que le gusta le flipa, y al que no le suenan estos nombres se los pones y, normalmente, no le suelen gustar. Decimos en broma que si un DJ pone midwest emo en una pista se va todo el mundo.
En realidad, es básicamente rock independiente. No es una música tan alejada de otros géneros más conocidos.
-Quizá quien tenga oído para estas cosas puede pensar así, pero tengo un amigo que me dice que le suena a Blink-182 y ya, directamente, le tira para atrás. El componente más friki o emocional del emo hace que muchas veces lo ames o lo odies.
"La música emo escasea en Euskal Herria. Los emos nos conocemos todos”
Haber fichado por un sello como BCore es un paso lógico, ¿pero también un pequeño sueño para un grupo fuera de la órbita catalana?
-Estamos supercontentos. BCore es una institución y Jordi (Llansamà, su fundador), un tío de puta madre. Todos nosotros hemos escuchado a un montón de grupos del sello, temazos de Nueva Vulcano, Standstill o The New Raemon, del que hemos hecho una versión (Vale por todo lo bueno, con Mourn, que además son sus hijas).
¿Se sienten un poco solos, casi unos bichos raros, en Euskal Herria?
-Que yo sepa, no hay ninguna otra banda más en Euskal Herria que haga la misma música que nosotros. Lo que sí existen son otros grupos que se aproximan al emo desde palos distintos como el indie, que es el caso de Islada de Iruña; Dena, de Ondarroa, son más cañeros y están bastante cerca del emo; Indabe, de Donostia, son más pop, pero coincidimos en bastantes gustos… Musicalmente, los más cercanos a Comic puede que sean los zarauztarras Sofá, que hacen algo así como math rock y música más instrumental. Este tipo de música escasea en Euskal Herria y tampoco hay tanto público interesado.
¿Fuera de aquí la cosa cambia?
-Esta escena es tan alternativa en el Estado español que las bandas y personas que disfrutamos de su música somos pocas pero muy fieles. Si algo nos pilla cerca, allá que vamos todos a disfrutar. En Barcelona o Madrid la afluencia a estos conciertos es mucho mayor, pero luego tocas en ciudades de Asturias, Galicia o incluso Andalucía y ves cómo se movilizan todos los emos de los alrededores.
¿Los catalanes Cala Vento han ayudado a que las fronteras entre el indie y la música hardcore y emo ganen más protagonismo entre la gente?
-Sí, yo a Cala Vento los escuchaba bastante en su momento. Cuando los oía tenían una forma de tocar que a veces era cercana al emo o, con reservas, al hardcore con unas letras bastante nostálgicas. Han hecho una gran labor en tratar de acercar estos sonidos a la gente.
Hace ahora un año tocaron en un festival en Italia. ¿Qué fue lo mejor y lo peor que les sucedió allí?
-Fue en Milán, en el festival Can I Scream, donde tocamos con los Víbora, que son colegas. Obviamente, lo mejor fue poder estar allí entre un montón de bandas flipantes en una sala bastante tocha donde todo se vivía a tope. El emo italiano siempre ha tenido mucha fuerza, y en la escena DIY [siglas de do it your self, háztelo tú mismo] tienen las cosas muy claras. Lo peor fue que en el backstage nos quedamos sin cerveza enseguida. No serían ni las nueve de la noche cuando me tuve que ir con una mochila a pillar unas latas a un supermercado, porque la birra que vendían en la sala era carísima.
En su cuenta de Instagram hay comentarios de fans de México, Polonia, Canadá… ¿Comic Sans lo peta en el mundo y no nos habíamos enterado?
-Se repite un poco la dinámica que estaba contando antes: entre los emos nos conocemos todos y, a la mínima, la gente ya está pidiendo que por favor algún grupo emo toque en su ciudad. Igual que fuimos a Milán el año pasado, tocamos también en Viena con un grupo mítico francés llamado Sport, que son auténticas leyendas. En mayo del próximo año iremos a Dinamarca. Como es un género en que no abundan tantas bandas nos van llamando de distintos sitios y los que son fans, son muy fans. Un amigo aprendió a leer en alfabeto cirílico solo para aprenderse los nombres de las bandas midwest emo de Rusia y Ucrania.
Star Wars, videojuegos, Dragoi Bola… ¿De qué hablarán sus canciones cuando tengan 40 años? ¿De hipotecas y parques infantiles?
-Somos capaces de seguir hablando de lo mismo, porque el emo tiene un fuerte componente de nostalgia en el que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Con las canciones nuevas que hemos grabado, además de temas frikis, también hablamos de estar en paro, que es algo que nos pilla bastante más cerca que meternos en una hipoteca. Tratamos de hablar desde la sinceridad emocional y sin comernos mucho la cabeza.