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Irujo ya no es un preso en la 'jaula'

logra su segunda txapela del acotado, la modalidad en la que más incómodo se siente, tras batir a un barriola al que su gran actuación no le alcanza para ganar

Irujo ya no es un preso en la 'jaula'Efe/Javier Etxezarreta

San Sebastián. Tenía Juan Martínez de Irujo una espina clavada que ayer se sacó, y de qué manera, en el Atano III de San Sebastián. El delantero de Ibero había disputado de manera consecutiva las dos últimas finales del Cuatro y Medio, la modalidad en la que más incómodo se siente, y de ambas salió derrotado en 2008, por Aimar Olaizola, ausente de la presente edición por una grave lesión de rodilla; y hace un año, por el indomable Sébastien Gonzalez.

Pero su tesón, voracidad y calidad le permitieron repetir intento. Y no dejó pasar la tercera oportunidad de recuperar el cetro de la jaula con el que ya se hizo en 2006. Señalado por todos como descomunal favorito para calarse la txapela, Irujo no permitió sorpresas ante un sobresaliente rival, Abel Barriola, al que batió en una final que respondió a las expectativas creadas.

Fue así, y sólo así, empleando todos sus argumentos, que son muchos, de la única forma que Irujo pudo conquistar su segundo título del acotado para ampliar a nueve el número de txapelas que ya adornan su envidiable palmarés, el del pelotari en activo más laureado del cuadro profesional. Pueden parecer sencillas las victorias de Irujo, sobre todo por la cantidad que ya acumula.

Pero la de ayer, por lo menos, no lo fue. El delantero de Ibero se encontró de salida con un rival embravecido. Venía Barriola de perder las seis últimas finales que había disputado todas ellas antes de romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y por su mente sólo pasaba la idea de regresar al primer escalón del podio. Al leitzarra le sonrió el sorteo inicial y aprovechó que la diosa fortuna se había puesto de su parte para abrir el duelo con tres tantos de saque consecutivos. Un error de Irujo le reportó una renta mayor, que se amplió hasta el 0-7 con otro disparo inicial, una dejada al ancho y un pelotazo atrás tras mover a Irujo de un lado a otro del Atano.

Para entonces, Irujo ya había evidenciado algún síntoma de desquiciamiento tras encajar el cuarto saque de Barriola, hizo un par de gestos que le sirvieron para ganarse la ira de una parte de la grada y Eugui había tenido que solicitar un descanso. Sin embargo, el delantero de Ibero no perdió la cabeza. Se aferró a su primorosa defensa y después de levantar un par de buenos remates de su oponente, encontró una vía de escape para recuperar el saque.

Logrado el primer tanto, Irujo se sintió mejor y pegó un estirón aún más duro que el de Barriola. Tras el primero, llegaron nueve tantos más, una tacada de diez que le colocaron por delante en el marcador (10-7), iniciativa que ya no soltaría hasta el final del choque, salvo con la igualada a 14.

ABEL NO SE RINDE

Barriola tampoco se vino abajo cuando miró el electrónico y comprobó que su ventaja inicial se había volatilizado. Tampoco se desmoralizó cuando se vio dominado por Irujo, que le devolvió al leitzarra todos los saques que le había endosado en el arranque. El zaguero supo aguantar el tipo, tuvo paciencia y al final encontró su premio. Pese a que Irujo se sentía cómodo con el disparo inicial, no conseguía descolgar a su oponente (14-12). Y Barriola aprovechó la circunstancia para sacar tajada de un error del delantero de Ibero y de un soberbio dos paredes de sotamano que se convirtió en el 14-14. La final se reducía entonces a un minipartido a 7 tantos, un choque reducido que arrancó con una pasa de Barriola. Al leitzarra le salió muy caro el regalo. Tras el 15-14, apareció el mejor Irujo.

El delantero de Ibero firmó a partir de entonces sus tantos más exquisitos. Los más aplaudidos por la grada. Los más celebrados por sí mismo. El primero, un gancho (16-14). El segundo, un doble remate al que Barriola sólo pudo responder una vez (17-14). Devorado por un rival que enfilaba el camino más recto hacia el cartón 22, el leitzarra apostó por el riesgo. Agobiado por la pegada de Irujo, se atrevió con un sotamano de ensueño. Buscaba el ancho, pero encontró la contracancha por escasos centímetros.

El 18-14 destrozaba sus aspiraciones, que quedaron prácticamente cercenadas instantes después con una preciosa dejada de Irujo (19-14). Ubicado a sólo tres tantos de la txapela, Irujo cometió un par de errores de bulto que Barriola, que nunca bajo los brazos y completó una sobresaliente actuación sólo una matrícula de honor le hubiera permitido ayer pelear por la victoria ante un rival inconmensurable, aprovechó para maquillar el resultado. Tuvo una pequeña opción tras el 19-16, pero cometió una falta de saque que le condenó.