pamplona. Se había preparado a fondo para intentar ser el primer alpinista en culminar la ascensión invernal al Gasherbrum I. Permaneció más de dos meses esperando el momento adecuado, viendo pasar las tormentas una detrás de otra, sin margen alguno para el ataque a la cima. Cuando por fin tuvieron una opción, Alex Txikon se fue para arriba pero vio que era imposible. Sus tres compañeros de expedición, en cambio, continuaron hacia la cumbre, sin que desde entonces se sepa nada de ellos. Tras salir de allí, el vizcaíno se recupera de las congelaciones en el hospital MAZ de Zaragoza. Está previsto que el martes pueda regresar a su domicilio.

¿Qué tal marchan sus congelaciones, qué le han dicho los doctores?

Cuando les mandé la fotografía tenían más miedo por el estado de algún dedo del pie que ahora. Parece que hice bien los trabajos cuando estaba allí arriba, con los baños y la medicación que tenía que tomar. Dentro de lo que cabe estoy bien. Me iban a dar el alta antes de la Semana Santa, pero al final me la darán el martes que viene. Hasta entonces tendré que estar aquí, los dedos se están recuperando bien. Los tengo todos negros, pero empiezan a salir unas motitas blancas; parece que tiene buena pinta.

Y su estado anímico, ¿cómo se encuentra?

Ha sido muy duro. Quién lo iba a decir cuando nos juntamos todos en el aeropuerto el 13 de enero con todo el material. Volamos juntos, estuvimos todos en el campo base, con los polacos, los rusos y mira tres meses después cómo ha terminado esto (respira con profundidad).

¿Ha asimilado el fatal desenlace?

Acabo de hablar con Carlos Suárez, que estuvo con nosotros en la expedición, y ninguno de los dos todavía nos lo creemos. Lo vas asimilando. Estaba allí cuatro días después y aún mantenía la esperanza. Esperas. Piensas que eran tres, que eran muy fuertes y que van a bajar. Unas veces parece que lo asimilas y otras que no. También fue duro porque estuve varios días con seis polacos, cuyo trato fue muy bueno, pero al final sí que me sentí un poco solo. Y cuando se tuvieron que marchar ni te cuento. Pero sabía lo que había. Esos días que estuve esperando a que me bajaran me dieron mucho que pensar, haciéndome preguntas que no tenían respuestas. Le di muchas vueltas; hay muchísimas cuestiones sin respuesta. Me pregunto qué me habría pasado si hubiera decidido acompañarles. Es delicado. A lo mejor estaría con ellos o quizás me hubiera dado la vuelta con alguno. Quién sabe. Una decisión te cambia la vida y estoy seguro de que gracias a eso estoy vivo, porque no seguí con ellos.

Lo que sí hay que destacar es su capacidad de análisis, ya que pese a llevar dos meses esperando una oportunidad para atacar la cima, supo darse la vuelta.

Nos habían dicho que el día 8 iba a ser medianamente bueno, pero íbamos por una ruta nueva y daban nubosidad. Me dio miedo. Las mayores complicaciones de la nueva ruta se presentaban al final de la arista, había que estar dos días y no lo veía. Intenté hablar con ellos para esperar al día siguiente e intentarlo con los polacos. Creo que mis compañeros no cometieron ningún error, son cosas que pasan, pero creo que mi decisión fue la acertada.

¿Qué cree que pudo sucederles?

No lo sé. Es difícil que los tres se cayeran por una grieta. Estaban bien encordados. Cuando les vi por última vez llevaban una buena distancia entre ellos y apenas había nieve. Es todo muy extraño, como el hecho de que no contactaran en ningún momento, pero a lo mejor lo hicieron para ahorrar las pilas de las baterías para más adelante.

No quiso arriesgarse más de la cuenta y está aquí para contarlo.

Mucha gente me consideraba un echado para adelante, no se creían que me hubiera dado la vuelta. Hay que tener en cuenta que ya estuvimos allí el año pasado, el dinero que cuestan estas expediciones y el tiempo que llevaba allí. Estábamos sufriendo como perros y cuando se presenta una opción decidí quedarme abajo. La gente no se lo creía cuando se enteró, pensaban que no estaba motivado, pero lo único que sucedió es que no lo veía claro. Y si no lo ves, no lo ves, porque el invierno allí no es para jugar. Ya había fallecido uno de los rusos y no se trataba de hacer tonterías. Es lo que me ha salvado la vida.

¿Tenía mucha relación con sus tres compañeros desaparecidos?

Con Gerfried y Nissar sí. Con Gerfried ya estuvimos allí el año pasado, había estado en su casa, como en la de Nissar. Conocía a sus familias y eso lo hace aún más duro.

¿Cuánto tiempo necesitará para superar esta experiencia?

Me costará porque he sufrido de verdad y ha sido muy duro. Pero tengo 30 años y llevo toda la vida en esto. Directa o indirectamente muchos compañeros se han quedado por el camino y se pasa mal. Lo superaré. Igual me cuesta un tiempo volver a salir a la montaña o escalar, pero tengo que ir poco a poco. Ahora mismo no pienso en eso, pienso en las familias de los tres, en que Gerfried deja dos niñas de dos y cinco años y Nissar, tres niños. Es un golpe muy duro y sobre todo cómo ha sido. Tengo que recuperarme y ya veremos qué me depara el futuro.