pamplona - A las mañanas en el gimnasio de su pueblo, Doneztebe. Por las tardes en Zentrum, el centro de rehabilitación y entrenamiento de Barañáin. Bajo la batuta del fisioterapeuta Jurdan Mendiguchía, el navarro Niko Mindegia está entregado ya en cuerpo y alma a recuperarse de la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha. Una de las lesiones más temidas por los deportistas, que le mantendrá en el dique seco durante unos seis meses, y que se produjo durante el partido de Champions de su equipo, el Pick Szeged, contra el Kadetten suizo. El central, que permanecerá en Navarra durante un mes, está tranquilo y con la mente puesta solo en una recuperación plena.
¿Cómo se encuentra?
-Dentro de lo cabe, muy bien. Estoy animado y la rodilla avanza bien. Dentro de lo malo he tenido suerte, porque los meniscos y el ligamento lateral están bien, así que la recuperación es más fácil. Estoy contento.
¿Qué tal fue su operación?
-Hungría es un país muy pequeño y con el seguro del club tú eliges el médico que te opera. Tuve la suerte de que uno de los especialistas de rodilla estaba en mi ciudad, ya había intervenido antes a varios jugadores del equipo y es muy bueno, así que decidí operarme allí. Fue todo muy bien, la cicatriz es más bonita de lo que esperaba, y el día uno después de la operación ya empecé con la rehabilitación. La recuperación me la va a llevar Jurdan y al menos la primera fase la puedo hacer aquí.
¿En qué va a consistir esa rehabilitación?
-El primer mes o mes y medio consiste en lograr toda la flexión y extensión. Es muy importante. Por eso prefería venir aquí.
¿Qué plazos maneja?
-Suelen decir que la recuperación es de unos 6 meses, aunque a mí me da igual que sean 5 o medio año, porque al final volveré con la nueva temporada. No me importa cuánto tarde, sino que se cure bien.
¿Es la lesión más grave de su carrera?
-Sí. Hasta ahora no había tenido ninguna lesión grave. Haciendo judo, de crío, me rompí el hombro, pero en balonmano no me había tocado. Aún así, desde el principio me lo tomé bien. Muy animado. Me concentré en recuperarme y no he tenido ningún momento de bajón.
¿Cómo afronta un deportista psicológicamente una lesión así, que le va a dejar tantos meses fuera de las pistas?
-Yo creo que ya estás un poco predispuesto. Si me hubiera pasado esto hace cuatro años, cuando estaba aquí, lo hubiese llevado peor que ahora. En casa, como estás más protegido por la familia y demás, sabes que te van a animar y estás como más indefenso. Pero en Hungría, al estar solo, te tienes que poner las pilas tú. Creo que por eso dices no me da la gana estar de bajón. En ese sentido, me ha sorprendido mi propia cabeza. Lo he llevado hasta demasiado bien (ríe).
Pero le vendrá bien el apoyo de la familia, ¿no?
-Sí, sí. Nosotros somos una familia que cuando pasan cosas malas nos unimos mucho, pero no es lo mismo estar aquí que allí. En Hungría tienes que tirar más de ti y si estás en casa tiras más de ellos. Pero me están ayudando mucho.
Y el equipo supongo que también.
-Sí, tengo grandes amigos y facilidad también para hacerlos. Soy bastante dicharachero y me he formado también una pequeña familia allí. Tengo mi pequeño padre, el jefe del restaurante al que vamos, y mi pequeña madre, una fisio.
¿Cómo recuerda el momento de la lesión? ¿Fue consciente pronto de la gravedad?
-Sí. Me dolió mucho y al tumbarme lo primero que pensé fue que algo se había roto. Pronto me dejó de doler, es algo que pasa con el cruzado, pero sabía que algo grave había. Me ayudó mucho además que mi mejor amigo, que vive en Alemania, estuviera ahí. Hablé con él todo el rato y psicológicamente me ayudó. Me hicieron la prueba, me dijeron al principio que no se veía nada, pero yo sabía que algo había. En cuanto me miró el médico me lo dijo, aunque tampoco lo recuerdo como un drama. Estas tres semanas se me han pasado muy rápido. Intento tomármelo bien y ya está.
¿Cuál fue su primera reacción?
-El doctor me lo dijo en dos segundos, lo vio muy claro. Recuerdo que cogí el coche, porque podía conducir, y me quedé 20 minutos dentro pensando y organizándome. Luego me fui a tomar un café. Me puse las pilas pronto y así estar más tranquilo.
La pena es que le ha pillado en un buen momento con el equipo.
-Sí. En la primera parte de la temporada tuve alguna pequeña lesión que no me dejó coger la regularidad y ahora me encontraba muy bien. Estaba jugando más minutos y estaba muy a gusto. Esto viene cuando viene y no se puede elegir. Pero sí que ahora venía lo bonito, con los octavos de final de la Champions, así que me tocará verlo desde fuera.
Lleva desde 2013 en el Pick Szeged, ¿hasta cuándo tiene vinculación?
-Hasta la próxima temporada. En este sentido he tenido un poco de suerte, porque me ha pillado a mitad del contrato. Llega a ser al final y estás un poco colgado. Por eso estoy algo más tranquilo también.
Y a ver si le podemos ver de nuevo en la selección. ¿Cómo se quedó después de no haber podido al Mundial de Qatar?
-Eso fue un poco chasco, entre comillas. Había hablado con Cadenas y sabía que no iba a ir incluso antes. Sabía que era reserva y fui a la concentración con esa mentalidad, a disfrutar, a estar con ellos, y me lo pasé muy bien. Me quedo con que va contando conmigo poco a poco y voy metiendo la nariz.
El domingo estuvo en el partido del Helvetia. ¿Cómo vio al equipo?
-Bien. Les costó un poco, pero yo creo también por la presión. Están ahí arriba, son jóvenes... Pero una vez que se soltaron se vio que tienen calidad y es difícil ganarles. Están ahí, donde tienen que estar.
¿Es muy diferente la Liga húngara a la Asobal?
-Mucho. Aquí se juega más en equipo, más táctico, más limpio. Allí es más individual y más brusco. Hay más leña.