- Como una época “entrañable”. Así describe Francisco Javier Zupolos años dorados del Portland San Antonio. Un club que copaba titulares, portadas de periódicos y largos minutos de conversación en radio y televisión. Un equipo que el técnico navarro lideró desde el banquillo y cuyo nombre puso en lo más alto del balonmano navarro, nacional y europeo.

El ahora seleccionador de Emiratos Árabes Unidos rememora desde Dubai, donde se encuentra confinado a causa de la pandemia por coronavirus, aquellos prolíficos años. “Con la retirada de Miguel Induráin, los navarros se identificaron, a nivel de éxitos deportivos, con el Portland. Era un fenómeno social en Navarra en todos los sentidos. El referente”, explica.

La obtención de la Recopa de Europa en el año 2000, el primer título continental para el San Antonio, supuso un paso de gigante para la entidad albiazul, que ya llevaba tiempo fraguando su grandeza. “La Recopa fue una ilusión tremenda. Algo increíble. Recuerdo que sufrimos mucho. En el partido de ida, en Pamplona, es donde se marcó la diferencia y acabamos tirando de ella en Hungría”, recuerda. “Allí jugamos en una pista de hielo que la adecuaron para el balonmano y en el rival, el Dunaferr, estaba Vladimir Rivero, que acabó luego jugando en el San Antonio. Desde luego ganarla fue una alegría tremenda. Mateo Garralda llevaba ya unas cuantas Copas de Europa, pero ésta le hizo una gran ilusión por ser la primera del club. Lo mismo que a Villaldea, Kisselev o Iackimovic. Y ni qué decir tiene para los jugadores navarros y para mí. Algo indescriptible. Son vivencias que no se te quitan de la mente en la vida”, asegura Zupo Equísoain, quien recuerda con cariño a otros artífices de estos éxitos como Miguel Manso o Fermín Tajadura.

Un año más tarde, el club navarro puso la guinda ganando la Copa de Europa en el Palau ante el Barcelona. “No se puede narrar la felicidad que te invade”, destaca. “Ganamos en el mejor sitio posible, donde había 8.000 almas y el Barça había ganado cinco seguidas. No nos pudo la presión y estuvimos serios. La final se acabó decidiendo en un minuto. Me acordaré toda la vida de ese ataque largo, el siete metros que le hicieron a Mainer, el lanzamiento de Iackimovic, donde creo que todo el mundo cerró los ojos. Y el posterior ataque del Barça que cortó también Mainer, un pase de lateral a lateral, y que acabó con gol de Olalla”, rememora.

Para el entrenador navarro, aquellos exitosos años “no tienen nombre”. “Lo mejor del balonmano estaba aquí. Será difícil volver a ver a todas esas figuras, la competición y esa forma de jugar de nuevo. Ojalá me equivoque”. Una época maravillosa de la que el navarro fue artífice y que siempre recordará con “orgullo”. “Salí de la escuela de Maristas, con 11 años. Jugué, entrené y acabé siendo campeón de Europa. Es lo más”.