Después de una subida en apnea, un repecho que se balanceaba al 20% de desnivel, el redoble de tambor del corazón, golpeado el organismo por las teclas duras del adoquín, que zarandean el cuerpo, Alessandro Covi se sentó sobre el asfalto, derrengado. Allí, sobre el asfalto, la espalda apoyada, halló un rincón para respirar. El mejor sitio del mundo. Un mullido trono después de festejar el triunfo en la segunda etapa de la Vuelta a Andalucía y obtener el liderato, que dejó Herregodts, deshabitado, con la fuerzas desahuciadas. Covi recibió la felicitación de su equipo el UAE, y el italiano, que solo resoplaba en Alcalá la Real, contestó como pudo por el intercomunicador.

Fue la primera vez que habló por la boca. Una mezcla de suspiro y un agradecimiento. Antes se expresó con sus piernas en una rampa explosiva. Su discurso fue efectivo. Sin edulcorantes por la empedrada llegada de Alcalá la Real, donde encontró la kryptonita para enfriar a Superman López, que peleó con Gonzalo Serrano. El del Movistar fue cerrando la trayectoria del colombiano y le metió el hombro. Descartó a Serrano. Sosa reemplazó a su compañero. López, trastabillado, trató de capturar a Covi, pero el italiano, disparado, resistió la cacería. Ander Okamika soportó la tremebunda llegada y es segundo en la general. El de Lekeitio camina por un sueño.

MARTÍN Y BARRENETXEA, EN FUGA

El amanecer del curso también saluda con efusividad al Euskatel-Euskadi, siempre protagonista. La herencia de las fugas tocó el hombro de Gotzon Martín. El vizcaino no eludió la responsabilidad. Se subió a la grupa del relinche. A cabalgar. Con él se aliaron Kamil Malecki y Raúl García Pierna (Kern Pharma). Jon Barrenetxea, del Caja Rural, y Diego Pablo Sevilla acudieron después a la llamada de la libertad.

Se conformó la alianza de los descamisados. En el pelotón, que el día anterior transigió, se optó por la pulsera telemática de control. Les dejaron irse, pero no demasiado lejos. La oda al esfuerzo de Martín y Barrenetxea era un lienzo de derrota con dignidad. Entre los favoritos no querían sobresaltos.

Solo Michael Woods, que no tomó la salida por problemas estomacales, se perdió la persecución, que enfatizó punto por punto la tradición del ciclismo. La renta alcanzó cuatro minutos. A partir de ahí se devaluó la escapada. Los olivos, el déjà vu de la Vuelta a Andalucía, enmarcaron la trama. Ineos, Intermarché y Vlaanderen, que protegía a Rune Herregodts, acrecentaron el ritmo.

Barrenetxea se elevó cuando al pelotón le faltaban cuatro zapatazos para pisar la fuga. Agarró el manillar por la parte de abajo y buscó el último aliento. A diez kilómetros del final, la fuga se había extinguido. Barrenetxea disfrutó de las vistas en otro día al sol de invierno. Rey de la montaña. Desvistió a Okamika.

DURA LLEGADA

El otro reinado estaba entre los adoquines, siempre exigentes. El suelo del traqueteo en Alcalá la Real, una llegada estrecha y picuda, convocó a los mejores después de un embudo de olivos y carreteras que cicatrizan el imperio del aceite. Herregodts implosionó. Derribado los tabiques que le sostenían la fachada, dimitió. Bandera blanca. Ineos y Bahrain enarbolaron la bandera pirata. Hombrearon entre las calles estrechas, encajonados.

Entre los hombros de unos y los otros, se colaron las piernas y el ímpetu de Covi. El italiano, que se se quedó corto el día anterior, encontró la distancia. Miguel Ángel López, campeón de la pasada edición, reconoció el peligro de Covi. Desplegó su capa. El despegue fue inmediato, pero se marchitó cuando Serrano le discutió. Serrano cruzó la bici. Se quedó congelado en el tiempo. Suspendido. A López, que reaccionó con el hombro, le desconcertó.

Covi, ajeno al enredo, boqueaba. Jadeaba. Sufría el italiano, pero no se desprendía de su misión. Avanzó a jirones de sufrimiento, a empellones de esfuerzo. Miguel Ángel López trató de rearmarse. Se quedó sin espacio. A su espalda, Sosa se desplegó. Jack Haig le acompañó. De Mikel Landa no hubo noticias. El de Murgia aún debe quitar el óxido del invierno. No es el caso de Covi, que carbura de maravilla. El italiano venció en Murcia. Llegaba lanzado. No se detuvo Covi. Venció y agarró el liderato. López negó, aferrado al manillar de la rabia. Se activó tarde. Covi lo hizo a tiempo. Ganó a pedradas.