Pamplona - “La Segunda División de liga -sean cuales fueren las reestructuraciones- tiene la fatalidad de ser de consecuencias mortales para los equipos de escasas posibilidades económicas que a ella concurren y anualmente se producen apeamientos después de las primeras jornadas si unido a la baja situación económica los resultados son adversos para el club que toma parte en ella en tan malas condiciones”. Así explicaba El Mundo Deportivo en su edición del 21 de diciembre de 1934 la retirada de la competición, después de las tres primeras jornadas, del Deportivo Logroño. El equipo riojano era uno de los rivales de grupo de Osasuna.

Los inicios del torneo de Liga (1929) estuvieron salpicados de irregularidades, de calendarios finalmente incompletos. Los viajes resultaban gravosos para los clubes que no llegaban a equilibrar su presupuesto con las aportaciones de los socios y los ingresos en taquilla. De hecho, en aquellos primeros años estaba establecido que el equipo local debía realizar un depósito para sufragar los gastos generados por el desplazamiento del rival. Este capítulo generó más de un problema y más de un aplazamiento.

Ahora, las causas que llevan a la suspensión de un partido como este Osasuna-Reus son otras, pero siguen vinculadas a la débil economía de algunos clubes. La exclusión de equipos, algo extraordinario en Segunda A, se viene repitiendo, sin embargo, en Segunda B. En los últimos años clubes como Orihuela, Sporting Mahonés, Huracán de Valencia y más recientemente Ontinyent han sido descendidos por no atender a sus obligaciones.

Los impagos y la ausencia de un proyecto riguroso que permitiera reflotar al club condenaron al Reus, no solo descendido sino desterrado tres años del fútbol profesional. La exclusión causó un terremoto en la categoría y cada semana ha dejado a un equipo en blanco, aunque recompensado con tres puntos en su cuenta. Hoy le toca a Osasuna vivir una situación que no se repetía desde los años treinta y también en Segunda División.

Temporada 1932-33

Incomparecencia del Castellón

El grupo único de Segunda, con diez equipos, tenía en el curso 1932-33 viajes a Vigo, A Coruña, Gijón, Oviedo, Sevilla y Murcia, entre otros. Para el Castellón esa solo fue una parte del problema. El conflicto se desató en la décima jornada, en el encuentro con el Oviedo (0-2). Al público no le gustaron las decisiones del colegiado y llegaron a la agresión. Lo grotesco del asunto fue que el gobernador civil ordenó la detención del trencilla, a quien acusaron de estar “borracho”.

El alboroto era reincidente, pues ya hubo incidentes en un partido anterior contra el Real Unión y la correspondiente multa. Así que, tras “la extrema gravedad de las agresiones”, la sanción era tan severa como ejemplar: clausura del campo de Sequiol por tres meses y disposición de disputar en Valencia los encuentros como local. Uno de ellos, el último en el orden del calendario, contra Osasuna.

El Castellón amenazó con la retirada, pero los socios, reunidos en asamblea, desaprobaron esta medida. Pidió al resto de equipos de Segunda que presionaran a la Federación para que revocara la sanción, pero el llamamiento no encontró eco. ¿Qué ocurrió? Que el Castellón disputó los partidos que le correspondían como visitante pero no compareció en ninguno de los cuatro señalados en Valencia. Eso sí, en los días previos comunicaba a la federación territorial de su adversario que no iba a realizar el obligado depósito previo para el desplazamiento del contrincante. Y no había partido. A efectos de clasificación esos cuatro encuentros se dieron por perdidos al Castellón. Osasuna concluyó el Campeonato en el octavo puesto.

Temporada 1934-35

Desaparición del Deportivo Logroño

“El Logroño, que el domingo último encajó nueve goals en la Creu Alta, no había remitido el miércoles por la noche la cantidad estipulada como garantía para el desplazamiento a Logroño del Badalona F. C. y anoche fue comunicado a la Federación Catalana oficialmente que ha decidido retirarse de la competición. No nos sorprendería que en próximas jornadas algún otro club siga el ejemplo del Logroño”. El vaticinio de El Mundo Deportivo (en el citado artículo de diciembre de 1934) no llegó a cumplirse. La única incidencia posterior en los tres grupos de Segunda fue una incomparecencia del Racing de Ferrol.

La liga en Segunda División en la campaña 1934-35 tenía dos fases. Comenzaba la primera con los equipos repartidos en tres grupos. En el de Osasuna competían ocho clubes, entre ellos el Deportivo Logroño. En la entidad riojana, a las carencias deportivas (recibió veinte goles en los tres primeros partidos del campeonato) se sumaron las dificultades económicas. Un mes antes del abandono definitivo, a finales de noviembre, ya anunció su incomparecencia en el campo del Nacional porque no había liquidez en la caja de caudales. El cierre estaba cantado.

La Federación anuló los tres encuentros jugados y estableció la clasificación sobre la base de doce partidos (siete equipos). El Deportivo Logroño desapareció y tras la guerra civil nació el Deportivo Logroñés. Osasuna fue campeón de grupo y segundo en la fase final, consiguiendo su primer ascenso a la máxima categoría. El Deportivo Logroñés volvió a desaparecer, por motivos económicos, en 2009. Osasuna rozó la misma tragedia en 2015. Por fortuna (y un gol postrero de Javi Flaño) hoy celebramos que no hay partido.