e termina, y no lo hace mal del todo, esta temporada atípica, por eso será éste el último artículo que te envíe. Al escribirlos me planteo siempre un doble objetivo: Ayudar a comprender las Reglas de Juego y, sobre todo, fomentar el espíritu del Juego Limpio.

¿Lo consigo? Pues a veces tengo mis dudas y me muevo entre dos asertos contradictorios, dice uno de ellos: “Predicar en el desierto sermón perdido”, por el contrario el otro dice: “Predica, que algo queda”, y en ello estamos, huyendo del primero y acogiéndome fervorosamente al segundo, así que “predicaré”.

Vivimos en los últimos tiempos, y cada vez está más de actualidad, la persecución generalizada hacia los insultos xenófobos, homófobos y otros también terminados casi siempre en fobos. Todos estamos de acuerdo en lo fundamental y resulta complicado y resbaladizo añadir nada más, de manera que lo “razonable” es limitar el campo a estos insultos concretos, constituirnos en turba airada, escupir o lapidar, según convenga, en la plaza pública al presunto o la presunta culpable y a otra cosa.

Se me ocurre que esta actitud, lógica hasta cierto punto, da por supuesto algo que de ningún modo me parece aceptable y es que el insulto y el fútbol son una unidad indisoluble, es hora de que tomemos conciencia de que a un estadio se puede acudir a muchas cosas pero que insultar no es una de ellas, ni para los jugadores, ni para el público, ni para nadie, sencillamente no se puede insultar y punto, ningún tipo de insulto, sin apellidos.

¿Y qué hacemos con el que se ha acostumbrado de toda la vida y no puede evitarlo? Pues se me ocurre una única salida, se encierra solito en una habitación frente al televisor y allí se da un festín, recomendarle, eso sí, que finalice con un minucioso enjuague bucal.

Todos podemos hacer algo para erradicar el insulto en nuestro deporte empezando por los monitores de las escuelas de fútbol que desempeñan una labor deportiva y educativa fundamental, son un ejemplo para sus jóvenes futbolistas y deben aprovecharlo.

En fin estimado lector o lectora, te deseo un verano feliz y lleno de salud, ojalá la próxima temporada la podamos desarrollar en una normalidad real y en un ambiente lleno de buenos modos. Hasta entonces.

El autor es Responsable de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol