- La puesta en escena de Rafael Nadal en el torneo de Madrid fue una clase magistral para Carlos Alcaraz, superado por el alto nivel del primer favorito (6-1 y 6-2) y, probablemente, también por el entorno y toda la repercusión generada ante un aventurado duelo generacional. El mejor deportista español de la historia ante un prometedor jugador que apunta alto, con condiciones para un día llegar a estar entre los grandes de la raqueta, pero al que aún le queda un buen trecho por recorrer. Un debutante frente a uno de los jugadores con más presencias en Madrid. Campeón en cinco ocasiones de este Masters 1.000 y, entre otras muchas cosas, con veinte Grand Slama su espalda. El rey de la tierra y un chico que asoma en el circuito.

Alcaraz alcanzó la mayoría de edad en la pista Manolo Santana, la principal, de la Caja Mágica, ante su ídolo. Un sueño cumplido. Pero condicionado por la presión y superado por el relato, casi sin tiempo para disfrutar. Sin opción de trazar su juego ni desvelar su tenis. Setenta y seis minutos duró el duelo.

Desde el arranque se vio sometido por Nadal, que sobre la pista no contempla otra opción que no sea la de ganar. El número dos del mundo sometió desde el principio a Alcaraz, que, incapaz de dejar a un lado la presión, no llegó a encontrar el acomodo sobre la pista, el sosiego. Erró en exceso y apenas mantuvo el pulso en los intercambios propuestos por su rival. Nadal se medirá en octavos el australiano Alexei Popyrin, verdugo del italiano Jannik Sinner, al que ganó por 7-6 (5) y 6-2.