antonio Tiscar estudió la profesión de carpintero y con 26 años creó su propia empresa, Decomatis, allá por 1999 en Berriozar. El negocio funcionaba, incluso, llegó a dirigir una plantilla de once trabajadores. Pero en 2007, poco antes de estallar la burbuja inmobiliaria, percibió que algo estaba cambiando en el sector de la construcción y no le gustaba. En ese punto, su afición por las motos influyó en su nueva idea de negocio -en la que fue asesorado por la Cámara de Comercio y Cein-, y que llamó Iruña Kustom en ese mismo año. Una tienda de 100 m2 en Villava ocupó un nicho de mercado vacío en la comunidad: la venta y mantenimiento de motos custom de las marcas Harley Davidson, Yamaha, Suzuki y Honda, aquellas que se personalizan de acuerdo a los gustos del dueño; además de ofrecer todos los accesorios que rodean a este estilo de vida.
Al mismo tiempo que un negocio moría -por la caída en picado de la construcción y la morosidad-, el otro empezaba a asentarse. Tres años después, Iruña Kustom se ubica en unas instalaciones de 500 m2 en Berriozar -un cambio que asumió con recursos propios, sin un préstamo- y dispone de una cartera de más de 300 clientes. En enero, Antonio se trasladó "para mejorar todavía más el servicio", su carpintería quedó en el pasado, pero no su profesión que la sigue ejerciendo como autónomo.
el fracaso no debe ser una losa
"Un buen empresario alguna vez se ha arruinado"
A sus 37 años, Antonio ya ha conocido el fracaso de un negocio, "un riesgo al que se expone cualquier emprendedor y no hay que tenerle miedo", piensa. "Un buen empresario se ha arruinado alguna vez. El fracaso sucede por motivos concretos, que hay que analizar para aprender de ellos", explica Antonio Tiscar.
En plena crisis, este joven no se ha frenado para mejorar su negocio creado por su afán personal. Como él, otros promotores han querido poner en marcha su proyecto a pesar de los obstáculos por la crisis -como el acceso al crédito-. El año pasado, de las 181 empresas fundadas a través de la Ventanilla Única Empresarial (VUE) de la Cámara Navarra de Comercio e Industria, la mitad la constituyeron este tipo de emprendedores, principalmente, hombres de entre 25 y 45 años, con estudios universitarios o también medios y secundarios, en el sector servicios, y ubicados en Pamplona y su Comarca.
y la otra mitad... por necesidad
Parados que afrontan su primera experiencia como empresarios
Sin embargo, la otra mitad acudieron a la Ventanilla por necesidad al quedarse sin empleo. La Cámara prevé que entre 2010 y 2011 aumente el número de emprendedores enmarcados en este perfil, para los que hay que realizar una visión más rigurosa y exigente de sus proyectos, "ya que sus iniciativas pueden estar impregnadas de la irrealidad e improvisación propia de su situación de parado", recalca Eva Fontecha, técnico de la VUE. Estos empresarios por obligación, con carencias en habilidades y herramientas empresariales -como en estrategias, administración, dirección, marketing o gestión comercial- y que en muchos casos debutan como propietarios de su negocio reúnen los requisitos básicos para ser más vulnerables al fracaso. De ahí, que la VUE estudia de forma pormenorizada cada propuesta proveniente de desocupados.
Blas Gómez, de 47 años, acudió a principios de marzo a la Cámara de Comercio porque su empresa le había despedido una vez que concluyó unos trabajos en el Soto de Lezkairu. Tras casi 30 años en el subsector de la ferralla y prácticamente siempre en un mismo taller de la Cuenca de Pamplona -"de manera intermitente he estado vinculado a él", recuerda- se quedó en la calle antes de las navidades pasadas. Su nueva situación resultaba muy complicada. "En un principio piensas que vas a encontrar trabajo, pero va pasando el tiempo y es cuando te planteas que algo tienes que hacer: al final hay que afrontar pagos, hipoteca...", explica Blas.
Sin embargo, reconoce que por sí solo no hubiera ido a la Cámara de Comercio. "Gracias a mi mujer, ella fue quien me dio el empujón", indica. Ya en 2008, Blas se propuso crear su propia empresa para ejercer de lo que sabe: de ferralla. Pero, "me eché para atrás", confiesa. Y es que para poner en marcha un negocio, la técnico de la Cámara Eva Fontecha remarca que "a este tipo de emprendedores les insisten mucho en la elaboración de un plan de viabilidad para analizar de forma detallada las inversiones y los gastos que deben afrontar además de la financiación, para que maduren el proyecto minuciosamente y para que así no se aferren a cualquier idea". Por eso, como Blas quería "hacer las cosas bien", contactó con la Cámara.
Además, tuvo que acudir a una oficina del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE) para solicitar la capitalización de la prestación por desempleo (el 60% del total); y a una entidad financiera para pedir un préstamo personal y así poder constituir su empresa, Ferrallas Barañáin. Fue uno de los 114 desempleados que en el primer trimestre, recurrió a la vía de la capitalización para ejercer una actividad como autónomo, según datos de la dirección provincial del SPEE. Cada uno de ellos percibió un importe medio de unos 8.064,03 euros, aunque en el caso de Blas "fue algo menos", como él mismo reconoce.
preparados para el cambio
De trabajador a propietario, todo se ve diferente
"Al principio sentía temor por dar el paso de montar la empresa; ahora sólo pienso en empezar a trabajar en lo que me gusta y ganar un sueldo digno para llevar a mi familia. No pido más", repite varias veces. Blas es consciente de que su posición al desarrollar su actividad ha cambiado. "Antes cumplía con mi jornada, y acababa; ahora debo cuidar mi propio negocio", señala. La VUE ofrece a estos promotores asesoramiento jurídico, fiscal, laboral y mercantil sobre la idea de negocio y sobre los trámites administrativos y las ayudas a las que pueden optar. "También les formamos, si lo desean, en gestión empresarial y en capacidades emprendedoras", cuenta la técnico Eva Fontecha.
Blas ha declinado esta última opción, ya que ha preferido contratar una asesoría que controle "todo lo relacionado con el papeleo y la contabilidad". Está a punto de adquirir una furgoneta de ocasión, en la que echará toda la herramienta necesaria -la radial, la barra de uña, las tijeras y las tenazas-, para comenzar su nueva etapa. "Ya he visitado algún taller y contactado con personas que conozco del gremio. Sólo quiero trabajar", insiste.
Blas ejemplifica el autoempleo, esa vía de escape que en crisis económica gana terreno a la motivación por emprender. La Asociación Navarra de Empresas Laborales (ANEL) también detectó en 2009 un incremento de las empresas de economía social constituidas por necesidad (un 62% del total). Los ingenieros industriales José Ángel Markotegi y Alfonso Ibarrola se pusieron en contacto con esta asociación porque decidieron que su idea de negocio se debía sustentar en unos valores donde la persona es el centro de la empresa. De esta forma, nació Markibar Innovación Sociedad Laboral Limitada.
de azkoyen al cein
Dos décadas en un departamento de I+D+i
Hace cuatro años, estos dos emprendedores de 48 años acabaron en las listas del Inem porque Azkoyen vendió la división de Máquinas para la Hostelería a la empresa catalana Quality Expresso. El fabricante de máquinas expendedoras, sistema de pago, instalaciones completas y café recolocó a parte del personal que dependía de esta línea en otras áreas y prescindió de otros trabajadores, entre los que se encontraban José Ángel y Alfonso. Su relación de 20 años con la empresa peraltesa concluyó con una carta de despido y con la indemnización correspondiente. Su labor de diseño y fabricación de maquinaria para el sector hostelero en el departamento de I+D+i de Azkoyen ya había terminado. En ese momento, iniciaban un nuevo capítulo laboral; y tenían claro a sus 44 años que si emprendían un proyecto común debía ser en el terreno que siempre habían dominado.
¿empezar de cero?... tampoco
Un principio esencial: innovar en lo que uno sabe hacer
"Dentro de lo malo, nos benefició quedarnos en el paro a la vez, porque comenzamos a trabajar sobre la misma idea", cuenta Alfonso. Diseñaban y montaban los prototipos de las máquinas en su casa, "el garaje solía ser, en muchas ocasiones, el lugar para hacerlo", recuerda sonriente José Ángel. Mientras cobraban la prestación, seguían puliendo su idea, "en la que sólo invertíamos nuestros ahorros, sin obtener ningún beneficio a cambio; no pensábamos todavía en constituir ninguna empresa porque teníamos que estar seguros de crear un producto competitivo para el mercado".
Sus esfuerzos se transformaron en Markibar Innovación SLL, una empresa de economía social especializada en el diseño, fabricación y comercialización de molinos automáticos de café para la hostelería. Ellos dos, junto a Francisco Infantes -socio capitalista-, se han presentado de forma oficial en Navarra esta semana a través de la 22ª edición del Salón Profesional de Hostelería. "Entre el martes y el jueves, hemos invitado a los hosteleros a conocer nuestro molino de café profesional Kenya, un molino automático, más sencillo, fiable y fácil de usar, pensado para el profesional, al que le ofrece la máxima comodidad de uso y le garantiza una óptima calidad de café", explica José Ángel. Sus potenciales clientes son los tostadores.
En mayo del año pasado, Markibar se instaló en una nave de 100 m2 en el Vivero de Cein, desde donde desempeñan su actividad. "José Ángel y yo somos propietarios y trabajadores, y Paco aporta capital. En el momento en que necesitemos más personal nos gustaría que entrara también como socio", dice Alfonso.
Markibar afronta este primer año como el de asentamiento en el mercado, "ya contamos con clientes en Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya; y ahora también están probando nuestro molino en La Rioja y Zaragoza", detalla José Ángel. Estos dos ingenieros industriales transmiten optimismo ante su iniciativa, para la que también han tenido que formarse en otras áreas desconocidas por un asalariado, pero imprescindibles para un emprendedor, como la gestión, comercio o financiación.