EN términos cinematográficos y masculinos -de haber sido fémina probablemente hubiera elegido a Brad Pitt o a su amigo George Clooney-, la seducción siempre suele ir acompañada de un rostro y un cuerpo que encarnan los patrones de belleza de cada momento. Por eso, conducir el nuevo y precioso Kia Optima sería algo parecido a pasear acompañado de Juliette Binoche o Mónica Bellucci, dos mujeres ya maduras a la vez que bellas, elegantes y con mucha personalidad. Y es que uno es de los que opinan que los coches y las motos, como las mujeres y los hombres, deben poseer un atractivo exterior que se corresponda luego con un interior lleno vida y sensaciones intensas, esas que proporcionan unas buenas curvas y que aseguran fulgurantes aceleraciones del ritmo cardíaco.

Por todo ello, y aunque no es imprescindible, pero sí muy recomendable para triunfar en el mercado actual, la belleza exterior es la mejor carta de presentación para un automóvil. Y el Optima es atractivo, se mire por donde se mire. De hecho, creo que desde que probé el enorme y deslumbrante Mercedes-Benz CLS no había sido objeto de tantas miradas mal disimuladas conduciendo un vehículo por carreteras, ciudades y pueblos de nuestra foral comunidad, lo que sitúa al Optima en un nivel de acierto estético exterior de primera magnitud. Y lo mejor es que cuando uno se adentra en su habitáculo el espectáculo visual sigue estando al mismo nivel, con un diseño llamativo y una calidad de realización muy notable.

Sin embargo, no acaban aquí los elogios para este modelo. El segundo capítulo triunfal es el del equipamiento. Sin duda que pocos modelos dan tanto en su segmento como este Optima y menos al precio que lo hace el modelo coreano. Distribuido en tres acabados, Concept (23.950 euros), Drive (25.950 euros) y Emotion (29.250 euros el Eco-Dyn y 30.950 euros el Automático), lo tiene todo y más. De entrada, el Concept incluye entre sus principales elementos: seis airbags, cuatro frenos de disco con ABS, distribución electrónica, asistente para frenadas de emergencia, programa electrónico de estabilidad, asistente para arrancadas en pendiente, luces de freno que parpadean en frenadas fuertes, reposacabezas delanteros activos, antinieblas delanteros, luces de día de leds, iluminación de curva, retrovisores exteriores plegables eléctricamente, Bluetooh, control de crucero con limitador de velocidad, asientos delanteros calefactados, climatizador bizona, radio CD con MP3 y conexión USB+AUX+iPod; dejando en opción la pintura metalizada.

El Drive probado añade: lavafaros, techo solar panorámico, asiento del conductor regulable eléctricamente, con memoria y ventilado, sensores de lluvia, de luces y de aparcamiento delanteros y traseros, sistema automático de asistencia al estacionamiento, red de maletero, panel de instrumentos Supervisión, retrovisor interior electrocrómico y tapicería en piel mixta. Las opciones son el navegador con cámara de asistencia al estacionamiento y equipo de audio Infinity y la pintura metalizada.

Por último, el Emotion (combinable con el sistema Eco-Dyn de la versión manual o con el automático de seis marchas) suma a lo anterior: control de presión de neumáticos, asistencia para el mantenimiento del carril (llega a activar el volante), faros de xenón, ópticas traseras de leds, pack deportivo, botón de arranque, asientos traseros calefactables, butaca del copiloto regulable eléctricamente, inserciones de madera, pedales de aleación, tapicería en piel, navegador con cámara de estacionamiento y equipo de audio Infinity y embellecedores interiores con iluminación. El único opcional es la pintura metalizada.

Pero no todo van a ser elogios, también hay aspectos mejorables en este Kia, como la poca altura de su boca de carga en un amplio maletero (505 litros), que además incluye rueda de repuesto de tamaño normal, así como el ajustado espacio disponible en altura en las plazas traseras, debido al techo panorámico, si los ocupantes son altos, más de 1,83 metros.

PURO DINAMISMO La deportividad es una cosa y el dinamismo, otra. Los deportivos puros priman la eficacia frente al crono sobre otras consideraciones, mientras que el dinamismo es compatible con el confort, la seguridad, el espacio, la economía de consumo y la belleza en el diseño. Así que, para la vida real, el dinamismo siempre es más aconsejable que la deportividad pura y dura. Y el Optima es un ejemplo de brillante dinamismo combinado con el resto de las virtudes que adornan a una berlina del segmento Premium.

Creo que lo que más me ha hecho disfrutar de este coche es aquello que no esperaba descubrir en él, las sensaciones al volante. Pensaba que se trataría de un modelo potente, pero aburguesado en su respuesta, de tacto exquisito, pero frío, políticamente correcto, pero aburrido. Y lo que me he encontrado ha sido un gran automóvil divertido en curvas, intuitivo y ágil como un compacto, rápido de reacciones, preciso, enérgico en su respuesta, alegre subiendo de vueltas, inmediato en los cambios de dirección, cómodo absorbiendo las irregularidades y firme en los apoyos fuertes; todo ello con una sensación de seguridad altísima y con un poderío y rotundidad incuestionables. Es una gran berlina por sus dimensiones, equipamiento, confort, espacio, maletero y elegante diseño, pero su respuesta al volante es la de un gran turismo, la de un deportivo para conductores viajeros, para ruteros incansables. Soberbio.

El motor -nadie diría que solo es un 1.700- es una auténtica gozada. Sus brillantes cifras (1.685 centímetros cúbicos, 16 válvulas, 136 CV a 4.000 revoluciones por minuto, 325 Nm de par máximo entre 2.000 y 2.500 vueltas, tracción delantera, cambio manual de seis marchas, 202 km/h de punta, de 0 a 100 km/h en 10,3 segundos y consumos homologados de 6,1 litros en ciudad, 4,5 en carretera y 5,1 de promedio) no logran reflejar su verdadero poderío, ya que es capaz, por ejemplo, de recuperar en cuarta marcha desde 1.000 vueltas incluso en cuesta o se permite el lujo de aprovechar la sexta velocidad en carretera a 80 km/h. Lo dicho, un coche para volver a descubrir el placer de conducir; seductor y sorprendente.