LO mejor que le puede pasar a un coche cuando alguien lo prueba es que, pasados unos minutos o kilómetros, y ya a bordo de otro vehículo de regreso a casa, uno no se pueda quitar de la cabeza el modelo que acaba de conducir hace unos escasos instantes. Con el Kia Carens 1.7 CRDI, en su variante de 136 CV, provisto del acabado intermedio (Drive) y con cinco plazas (también se puede solicitar con siete asientos), es lo que con toda probabilidad le va a ocurrir a quien se aproxime a las instalaciones de su concesionario Kia más cercano y se dé una vuelta a sus mandos.
Cuando era pequeño, hace de esto ya varias décadas, el maestro de la escuela del pueblo en el que vivía -entonces, en los pueblos, no había profesores sino maestros- nos solía repetir una frase que a menudo nuestros padres también nos recordaban insistentemente: "Mañana quiero que vengáis con la lección bien aprendida". Y se ve que a los ingenieros y diseñadores de Kia también les suena y mucho esta indicación, porque con el Carens han hecho los deberes a la perfección.
Siendo honestos, tras probarlo por ciudad, carretera y autovía, rodado a velocidades legales y a otras bastante más rápidas y menos confesables, con curvas de diferentes trazados y en distintos tipos de conducción, desde moderada a forzando el agarre de los neumáticos (en unas razonables medidas 205/55 R16), no cabe poner pero alguno y sí destacar el buen hacer en todo momento de este monovolumen compacto. Estable, noble, preciso, progresivo de reacciones incluso cuando lo llevamos por encima de lo razonable y tremendamente agradable de manejar, es toda una delicia a los mandos y también desde el resto de los asientos. La amplitud interior, su notable luminosidad, la lograda visibilidad (solo el montante trasero podría mejorar levemente) y un excelente confort de marcha hacen de él el compañero ideal tanto para los itinerarios cortos como para los largos desplazamientos, e igual solo que acompañado del resto de la familia y con abundante equipaje.
En las plazas delanteras se viaja de lujo, con todo a mano, lo mismo mandos que información, abundante espacio y huecos y una ergonomía sin pero alguno. En las traseras también se disfruta de lo lindo, tanto por tamaño y espacio como por modularidad (asientos plegables, con respaldos de gran tamaño y ajustables en inclinación, butacas individuales desplazables longitudinalmente para conceder más sitio a las piernas o al maletero, de 536 litros de capacidad, y diversos huecos portaobjetos). Solo los pasajeros más altos podrían pedir, porque hay distancia libre al techo de sobra, unas butacas con la banqueta algo más elevada. Otro pequeño detalle que puede no convencer a todo el mundo es la terminación en brillo de la parte frontal del salpicadero, que, aunque aporta un contraste elegante, resulta más delicada porque tiende a acumular polvo y es más susceptible de rayarse. Asimismo, y como era de esperar, la rueda de repuesto es de uso temporal, algo lógico teniendo en cuenta que esta carrocería está concebida también para albergar siete asientos. Por último, cabe apuntar dos detalles que demuestran el mimo con el que está diseñado este Carens, y solo son un ejemplo más: el espacio específico donde podemos ocultar la bandeja enrollable que cubre el equipaje o su práctica luz de maletero, que se convierte en linterna al sacarla de su alojamiento. Brillante.
MOTORAZO Ya lo hemos apuntado en otras ocasiones, pero es que cada vez que lo probamos nos vuelve a cautivar. El motor diésel 1.7 CRDI de 1.685 cc, 136 CV a 4.000 rpm, 33,7 kgm de par máximo de 1.750 a 2.500 vueltas, tracción delantera, cambio manual de seis marchas, 191 km/h de velocidad máxima, 10,4 segundos en el paso de 0 a 100 km/h, consumos homologados de 6,2 litros en ciudad, 4,4 en carretera y 5,1 de promedio, y emisiones medias de CO2 de 134 gramos por kilómetro, es una verdadera delicia. Su silencio mecánico incluso en frío, la regularidad de funcionamiento que exhibe, su suavidad y finura de marcha, la entrega constante, consistente y progresiva de potencia -responde en marchas largas con contundencia desde 1.500 rpm, sale casi a ralentí incluso en tercera marcha y solo se aprecia un leve empujoncito en torno a las 1.750 rpm-, la facilidad con la que estira hasta el inicio de la zona roja (4.750 vueltas) y la acertada desmultiplicación de la caja de cambios, con unos desarrollos muy bien escogidos (se desplaza a 50 km/h por ciudad en cuarta velocidad con regularidad, ad-mite el uso en carretera de la sexta desde 80 km/h sin el menor reparo y a 100 km/h rueda a unas razonables 2.000 revoluciones), hacen de él todo un ejemplo a seguir. Irreprochable.
He dejado para el final tres apartados que son también vitales: diseño, equipamiento y precio. La estética exterior y también la interior me parecen muy logradas. Esa línea más baja que en el resto de sus competidores, que lo sitúa a medio camino entre un turismo alto y un familiar no muy largo (mide 4,525 metros de largura, 1,805 de anchura, 1,610 de altura y 2,750 de distancia entre ejes), con unas formas que expresan dinamismo, modernas y a la vez muy elegantes, pero sin estridencias, dotan al Carens de una imagen que atrae, convence y hasta cautiva.
Su equipamiento, incluso desde el nivel de entrada -hay tres: Concept, Drive y Emotion- es excelente tanto en seguridad como en confort, lo que propicia que al final el precio del producto resulte todavía mucho más competitivo, sin olvidar que cuenta con siete años de garantía o 150.000 kilómetros. El modelo probado sale, con las campañas descontadas (4.250 euros), por 20.440 euros más matriculación, y si uno se acoge al PIVE II hay restar 1.000 euros más, y 750 más si además se financia. Sin duda, unas tarifas muy razonables, pero aun así si nos parece alta, todavía podemos optar al gasolina de 135 CV por 15.740 euros o al diésel de entrada y 115 CV por 17.740 euros. Lo dicho, unos chicos muy aplicados estos de Kia, que llegan con la lección bien aprendida.