Enero no podía ser bueno para el empleo en Navarra y no lo ha sido. En realidad, nunca lo es. Esta vez, sin embargo, el deterioro del mercado de trabajo hunde sus raíces en marzo del año pasado y en los rebrotes del otoño, que han frenado la recuperación económica.

Navarra tiene 41.725 desempleados, la cifra más alta desde abril de 2016. Es decir, un año de pandemia ha bastado para hacer regresar a Navarra casi a la casilla de salida. Allí donde se encontraba cuando la recuperación económica que siguió a la crisis comenzaba a asentarse.

El crecimiento del desempleo resulta, de hecho, superior a la destrucción de empleo que registra la Seguridad Social (unos 2.500 ocupados menos), contenida gracias al impacto de unos ERTE que seguirán vigentes durante casi todo 2021. Sin embargo, las personas que se incorporan al mercado de trabajo no encuentran hoy un empleo con facilidad, como tampoco lo hacen aquellas personas con mayores problemas de formación. Menores de 25 años y personas de nacionalidad extranjera registran los peores datos en la evolución del desempleo.

Quienes afirman que hay que convivir con el virus olvidan un detalle: empleo y situación sanitaria caminan de la mano. Desde octubre, la recuperación del empleo se frenó en seco, aumentando incluso el número de personas afectadas por ERTE y acelerándose el crecimiento del paro. Muchos de los que abandonan un ERTE en los últimos meses lo hacen en dirección a las oficinas de empleo en búsqueda de un nuevo puesto de trabajo. Las empresas más débiles ya han pasado a convertir las regulaciones en despidos.

Todo apunta, además, a un primero cuatrimestre de grandes dificultades. Porque enero nunca es bueno y en 2021 fue tan malo como casi siempre. Nunca en la serie histórica del siglo XXI Navarra ha sido capaz de crear empleo en el primer mes del año. ¿Por qué? Porque las contrataciones de Navidad, imprescindibles en muchos sectores para cubrir vacaciones o picos de demanda, no tienen continuidad después de Reyes. Una evolución que suele estabilizarse en febrero y que acostumbra a invertirse desde marzo, al calor de la Semana Santa y las primeras campañas agrarias.

El dato por secciones de actividad no deja lugar a dudas. Ni siquiera la sanidad y los servicios sociales, en zafarrancho desde marzo de 2020, mantienen en enero los niveles de empleo de diciembre. Solo la educación, con el regreso de la actividad escolar, incrementa la contratación. Y la industria, muy pendiente de la evolución sanitaria en otros países, deja este año un mal dato.