La guerra por las hipotecas y un euribor en mínimos dejaron en Navarra en 2020 los préstamos para comprar vivienda más baratos de la historia. El tipo medio de interés se quedó a final de año en el 1,89%, el segundo más reducido de entre todas las comunidades y claramente por debajo de la media española.

La crisis desatada por el coronavirus ralentizó la concesión de los préstamos, pero no ha hecho que repunten unos tipos de interés que llevan años en mínimos históricos. Las entidades, eso sí, se han encontrado con una cierta "reducción de la demanda" debido a la incertidumbre que todas las crisis generan. En total, las entidades bancarias prestaron en Navarra 451 millones de euros, un 11% menos que el año anterior.

El descenso se explica, sobre todo, por el cerrojazo vivido entre marzo y junio, cuando apenas se prestaron 81 millones de euros, frente a los más de 150 del año pasado. El resto de meses, la actividad ha mantenido una cierta normalidad, con una competencia máxima entre las entidades que operan en la Comunidad Foral y donde cada vez pesan más las cooperativas de crédito de origen local. Caja Rural de Navarra y Laboral Kutxa prestaron casi el 42% del total.

A partir de otoño, en cualquier caso, la actividad se recuperó, tanto en operaciones formalizadas como en el volumen total concedido, muestra de un sector que ha resistido mejor que otros la crisis de 2020 pero que se parece en muy poco al de la década pasada. Los 451 millones prestados durante el año pasado suponen apenas un 25% de lo que se concedía con la burbuja inmobiliaria. Entre 2006 y 2007 se prestaron más de 3.6000 millones de euros, el empujón definitivo hacia el precipicio y el último coletazo de una generación de babyboomers que adquiría entonces su primera vivienda.

Aquella realidad tiene poco que ver con la actual. La demanda se ha desplomado por razones demográficas, económicas (la situación económica de los jóvenes está marcada por la precariedad) y sociales. Apenas se vende un 30% de los pisos que se vendía entonces, la edificación de obra nueva ha caído cerca de un 70%. Y el alquiler ha emergido como una alternativa tanto para vivir, cuando no hay opciones de adquirir un piso, como para procurar rentabilidad al ahorro. Como consecuencia de su encarecimiento, comprar una vivienda para alquilarla genera hoy una rentabilidad del 5%, una cifra que no tiene en cuenta la posible revalorización del inmueble.

También los precios son hoy inferiores a los de hace doce o trece años. Y como consecuencia de todo ello, el importe medio que prestan los bancos, que aprendieron asimismo a extremar los criterios de prudencia a partir de la última crisis, es también inferior. Desde 2016 se aprecia, sin embargo, un crecimiento continuo en las hipotecas medias, reflejo del encarecimiento medio de la vivienda y de la activación en Pamplona de urbanizaciones como la de Lezkairu, donde el precio medio de la vivienda libre ronda en muchos casos los 300.000 euros.

Y, por supuesto, 2020 ha consolidado el dominio casi absoluto de la hipoteca a tipo fijo frente al variable. Siete de cada diez operaciones se formalizaron un tipo de interés estático, del 2,2%, sensiblemente por encima de las hipotecas a interés variable, que rondaban el 1,7%. Esta fórmula, impulsada por la banca desde hace ya unos años como vía para asegurarse la máxima rentabilidad, ha terminado por imponerse en un momento en que se empieza a hablar de un posible repunte del euribor, que sigue en negativo.