Inmune a la quinta ola, el empleo prolongó en julio su racha positiva en Navarra. La Comunidad Foral creó otros 412 empleos en julio y el paro registró un nuevo descenso, el quinto consecutivo, en un mes que suele ser de estabilidad y que en esta ocasión se aprovechó de la inercia primaveral. El desempleo se redujo en 1.593 personas, el mayor descenso de su historia.

No significa todo ello que la crisis de empleo abierta en marzo de 2020 con la pandemia haya concluido. Hay heridas que todavía sangran y, de hecho, la Comunidad Foral contabiliza hoy casi 3.500 desempleados más que hace dos años. El verano de 2019 marcó los mínimos en un indicador que, en cualquier caso, parece muy lejos de regresar a los tiempos del pleno empleo. Si antes de la crisis de 2008 había en Navarra unos 22.000 desempleados, hoy son todavía 34.673. La velocidad del descenso resulta, eso sí, esperanzadora.

Sobre todo porque la creación de empleo muestra signos de fortaleza. Navarra acumula seis meses consecutivos incrementando la nómina de afiliados a la Seguridad Social, que se encuentra en máximos históricos y que ya divisa la barrera de los 300.000 cotizantes. Con 293.195 personas afiliadas, se ha superado ya el registro de hace dos años y, según este indicador, se habría recuperado ya el nivel de empleo previo a la pandemia. Desde junio de 2020, a la salida del gran confinamiento, se han recuperado más de 12.800 empleos.

Desde marzo de 2020, la cifra de cotizantes tiene cierta trampa. Pero esta cada vez es menos. Los ERTE ejercieron de red de seguridad y afrontan ahora sus meses finales de vida. En Navarra, la salida de trabajadores ha sido continua y se ha acelerado en los dos últimos meses, de tal manera que a finales de julio apenas quedaban unos 2.800 trabajadores en esta situación. Una futura relajación de las restricciones que faltan debería ir reduciendo esta cifra a comienzos del otoño.

En el último mes se han conjugado distintos factores para mantener la creación de empleo. Porque la llegada del verano suele suponer que cientos de interinos en educación sean enviados al desempleo de forma recurrente. Pero, al mismo tiempo, otras actividades, como las sanitarias, se han visto obligadas a cubrir las vacaciones de sus trabajadores, tras meses de trabajo muy intenso. Y del mismo, la buena marcha de la industria, en plena recuperación y camino de solventar sus cuellos de botella; la construcción y las actividades asociadas a ambas se han unido a una hostelería que aún trabaja a medio gas.

Todo ello se aprecia mejor si se amplía el foco del análisis. La pandemia ha transformado el empleo de Navarra: ha reforzado tanto a la educación como a la sanidad, ha confirmado la recuperación del sector constructor -de nuevo en precios preburbuja en algunos barrios- y ha mostrado que un sector industrial potente y diversificado es garantía de empleo estable.

Con ese comportamiento 'diésel', sin grandes frenazos ni acelerones, la economía navarra soportó mejor la media la crisis y avanza ahora casi al mismo ritmo que el conjunto de las comunidades. En estos 12 meses, como era de esperar, el crecimiento del empleo se ha desplazado del centro y el norte peninsular a Levante. A falta de un turismo internacional que extrañan sobre todo en Canarias, Baleares, Catalunya, Comunidad Valenciana, Murcia, Almería, Málaga, Cádiz y Huelva disparan su ocupación en el último año. Es, de nuevo, un verano de sol, playa y chiringuito.

En toda España, de hecho, el paro se redujo en 197.841 desempleados en julio (-5,47%), lo que supone la mayor caída en cualquier mes de la serie histórica y supera las de los meses de mayo y junio que también cerraron con caídas récord. El número de afiliados medios a la Seguridad Social marcó un nuevo máximo histórico al situarse en 19.591.728.