El sistema eléctrico español se parece en cierto modo a la caja única de la Seguridad Social, aunque peor conectado. Es decir, lo que se genera en un territorio sirve para cubrir las necesidades de otro. Y Navarra, en términos de potencia eléctrica, posee un superávit que permite que en otros territorios el aire acondicionado funcione y la luz se encienda al pulsar el interruptor.

Los datos de Red Eléctrica Española, la empresa pública encargada del transporte de la energía eléctrica, ayudan a conocer cuánta electricidad generan y demandan las comunidades autónomas. Y trazaban un mapa donde la España vacía, con muchos territorio pero poco PIB, produce mucho más de lo que consume, mientras que los grandes núcleos urbanos e industriales absorben la mayor parte del consumo. 

Navarra no está considerada una comunidad despoblada, aunque muchos de sus valles orientales apenas anclan población. Pero tanto su relativamente extensa geografía como una apuesta temprana por las energías renovables le permiten hoy generar casi un 72% más de la energía eléctrica que consume, según los datos correspondientes a 2021.

Durante este año, Navarra generó 8.678 gigavatios/hora de energía eléctrica, una cifra que supera ampliamente la demanda registrada, que aumentó un 4,3%, hasta los 5.050 gigavatios hora. Junto a Asturias, Galicia, las dos Castillas y, sobre todo, Extremadura, la Comunidad Foral fue uno de los territorios que generó electricidad más que suficiente para cubrir sus demandas.

Nada es sin embargo tan sencillo. Sin viento, Navarra se queda sin una tercera parte de la generación eléctrica. Y para ello el sistema necesita del respaldo de otras fuentes de electricidad mucho más constantes, como las de centrales nucleares ubicadas en otros territorios-.

Dos fuentes de energía explican esta holgada capacidad de generación eléctrica, que en cualquier caso resultará insuficiente si la transformación energética iniciada avanza según lo diseñado. Por un lado, la central termoeléctrica de ciclo combinado de Castejón (3.516,02 gigavatios/ hora), que se alimenta de gas. Y, por otro, los parques eólicos diseminados por buena parte del territorio (3.202). Junto sumaron 6.718, de los 8.678 gigavatios hora que se generaron en la Comunidad Foral en 2021: el 77.5%. Si a ello se suma el resto de fuentes de generación de electricidad (hidráulica, solar, cogeneración y otras renovables), el resultado final arroja un excedente de más de 3.600 gigavatios hora que ayudan a equilibrar el sistema. 

Diferencias entre territorios

Porque las disparidades entre unas y otras comunidades son grandes. Y han sido objetivo de debate en los últimos días, tras el plan de ahorro lanzado por el Gobierno de Pedro Sánchez y rechazado por algunos gobiernos regionales. Con mayor contundencia por parte de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y con algunos rodeos por el Gobierno vasco, que en cualquier caso asumía que debería cumplirlo. 

Ambas son comunidades deficitarias energéticamente y producen mucha menos electricidad de la que necesitan sus ciudadanos y empresas. Especialmente claro es el caso de Madrid, que apenas cubre con su propia generación el 5% de su demanda eléctrica, que supone aproximadamente el 10% del total del país. Con este consumo relativamente reducido, eso sí, la capital es capaz de generar el 20% del PIB del país. Y es, junto a Baleares, el único territorio que aporta a la caja única de la Seguridad Social más de lo que recibe en forma de pensiones. 

En el extrema contrario a Madrid se encuentra Extremadura, la comunidad menos industrializada y con algunos de los peores indicadores económicos del país. Cáceres y Badajoz producen cinco veces la electricidad que consumen debido fundamentalmente a la presencia de las centrales nucleares de Almaraz, que generan más 15.000 gigavatios hora. Por sí solas son capaces de verter a la red el doble de la electricidad que se genera en toda Navarra.

La Comunidad Foral ha sido, asimismo, capaz de incrementar en los últimos años el saldo positivo de su balance energético. La reactivación de los ciclos combinados a partir de 2018 para atender el incremento de la demanda han sido clave en este sentido. En los cuatro primeros meses de 2022 fueron también la principal fuente de generación de electricidad, por delante de la energía eólica.