Tiempos felices para la banca cooperativa navarra, que ya representa cerca del 40% del sistema financiero de la Comunidad Foral y que aspira a seguir creciendo. Las subidas de tipos de interés engordarán márgenes y mejorarán su rentabilidad; un menor deterioro económico del esperado evitará que la morosidad crezca; y, junto a ello, tanto Caja Rural de Navarra como Laboral Kutxa evitarán tener que hacer frente al impuesto extraordinario que aplicará el estado a la banca española.

Y no tendrán que hacerlo debido, básicamente a su tamaño. El impuesto, que el Gobierno ha tramitado como proposición de ley para acelerar su tramitación y que esté listo ya en 2023, gravará con un 4,8% los ingresos que los bancos hayan obtenido de los intereses y las comisiones que hayan cobrado a los clientes. Pero solo deberán afrontarlo las entidades que operan en España cuyos ingresos por estos dos conceptos obtenidos en el país superaran los 800 millones de euros en 2019. De este modo, el impuesto deberían pagarlo CaixaBank, Santander, BBVA, Sabadell, Ibercaja, Bankinter, Unicaja, Kutxabank y Cajamar.

Ambas entidades, que en lo últimos años han llegado a conceder casi el 50% de los nuevos créditos hipotecarios de Navarra, quedan muy lejos del umbral fijado por el Gobierno en su impuesto. Caja Rural de Navarra, por ejemplo, ingresó 234 millones de euros en 2019 por intereses (161 millones) y comisiones (73 millones). Laboral Kutxa, por su parte rozó los 400 millones de euros por ambos conceptos, por lo que ambas se encontrarían exentas de un tributo que busca limitar los beneficios que obtendrá la banca como consecuencia de una subida de tipos que tiene su origen en una inflación desatada tras la pandemia y la invasión rusa de Ucrania. 

El impacto

No está claro, además, el modo en que se aplicará en Navarra un impuesto, en principio de carácter temporal, con el que el Gobierno prevé ingresar en torno a 3.000 millones de euros en dos años. Al tratarse de una tasa, la Comunidad Foral debería participar en el reparto de los ingresos, pero al hacerlo se podría tener en cuenta su impacto en el territorio. 

Las cifras de Caja Rural de Navarra ofrecen una pista de su posible impacto. Con algo más de un 50% de su negocio en la Comunidad Foral y una cuota de mercado en Navarra próxima ya al 30%, Caja Rural habría ingresado en 2021 al menos unos 125 millones de euros en intereses y comisiones. Esto supondrá que el resto del sector financiero navarro estaría ingresando entre 200 y 250 millones de euros, a los que se aplicaría una tasa del 4,8% que dejaría unos ingresos estimados y provisionales de unos 10 millones de euros. Más de la mitad corresponderían a CaixaBank, la entidad con mayor cuota de mercado en Navarra, tras haber heredado, hace una década, el negocio que amasó durante décadas Caja Navarra. 

La banca ya comienza a notar en sus cuentas de resultados el alza de los tipos de interés. Al disponer de abundante liquidez y al haber disminuido en los últimos años la competencia, han evitado una guerra por los depósitos, que siguen sin ser apenas remunerados. Y al mismo tiempo han visto cómo sus ingresos comienzan a crecer por el encarecimiento de las hipotecas y de todos aquellos préstamos referenciados al euribor. 

Los umbrales fijados por el Gobierno no solo dejan fuera a las dos entidades cooperativas. Tampoco tendrán que pagar entidades Abanca –que integra a las antiguas cajas gallegas–, Wizink, Deutsche Bank y la Banca March, entre otras. Y, de momento, tampoco ha quedado definido el modo en que la banca extranjera que opera en España afrontará este impuesto. Según informaba El País, con la actual redacción de la norma quedarían exentas, pero esta deberá regresar al Congreso en caso de que se apliquen modificaciones, por lo que terminarían pagando