Desde el 4 al 20 de febrero el atrio del Parlamento de Navarra acoge la exposición De 1974 al futuro, ampliando LAB, con motivo de los 50 años de este sindicato, consolidado como cuarta fuerza en la Comunidad Foral. Igor Arroyo, coordinador general junto a Garbiñe Aranburu, repasa la trayectoria de esta central de contrapoder, soberanista, feminista, ecosocialista y antirracista. Estos adjetivos engloban su evolución en este medio siglo manteniendo sus raíces, con un tronco robusto cuyas ramas se expanden con el récord de 9.000 personas afiliadas y con el 17,86% de delegados y delegadas en Navarra.
Una exposición como colofón a la celebración de estos 50 años, pero con polémica porque no ha sentado bien ni a UPN ni a la patronal. ¿Qué opina de sus críticas?
Navarra ha cambiado mucho en diez años; UPN y la CEN, no. Siguen teniendo aversión a la pluralidad de la sociedad navarra. Siguen pensando y actuando en clave de exclusión. A pesar de que hemos conseguido terminar con el chiringuito que tenían montado en el Servicio Navarro de Empleo, muchos empresarios mantienen prácticas antidemocráticas. Discriminan en la contratación por motivos ideológicos, por ser mujer o por el color de la piel. Presionan a aquellos trabajadores que optan por sindicalizarse. En la carta que Piquer mandó al presidente del Parlamento de Navarra hay una frase que muestra cuál es su talante: según el, en el Parlamento no puede haber libertad de expresión.
¿Las empresas tienen miedo a LAB?
Sí, porque la patronal es consciente de que LAB tiene una posición más exigente sobre los derechos laborales que otras centrales; y una postura más coherente entre lo que proclama y practica. No solo teoriza sino ejerce una lucha activa por los derechos de las personas. Por ejemplo, la victoria de Huerta de Peralta marcó un hito en la zona sur de la Comunidad. Hay quien se acerca al sindicato por la ideología, las señas de identidad y el proyecto político; y otros por las maneras de hacer: por la honestidad, la capacidad de trabajo, el compromiso, la solidaridad y la propia coherencia anteriormente citada.
“Si no ofrecemos una vida digna, las falsas promesas de la ultraderecha pueden tener más éxito entre la juventud”
¿Cómo se acaba con ese temor?
En la Comarca de Pamplona y en la Zona Media se ha superado: LAB crece y se ha normalizado la acción sindical, social y política del soberanismo. Pero resulta más complicado desarrollar nuestra actividad al sur de Tafalla. Al perder cuotas de poder UPN en el conjunto de Navarra y en la Comarca de Pamplona quiere establecer un cortafuegos disociando la Ribera de la vida política de la Comunidad, algo peligroso porque afecta a la identidad navarra que dice defender. Además, UGT y CCOO han monopolizado la representación sindical en esta zona, sin ser exigentes con derechos laborales y sindicales; y ELA ha priorizado su crecimiento en número a una acción sindical decidida. Por eso, LAB cree que la Ribera necesita un cambio sindical, social y político. Algunos empresarios todavía quieren evitar el sindicalismo activo y exigente de LAB, pero va a penetrar.
Sin embargo, LAB llega a acuerdos con patronales, por ejemplo en residencias e intervención social. ¿Así que por qué ese miedo?
Hace mucho tiempo se hizo una especie de caricatura de LAB, especialmente, y del sindicalismo abertzale, en general, basada en que no quería acuerdos, que solo buscaba confrontación y que priorizaba supuestos intereses ideológicos o políticos frente a los intereses de la clase trabajadora. Con ello se buscaba limitar la expansión de su sindicalismo soberanista, asambleario y de base. Desde el principio, LAB ha aunado sus señas de identidad con la voluntad de colaborar con la clase trabajadora. Siempre hemos entendido la compatibilidad de defender un proyecto de cambio ante un modelo económico y político injusto, con la mejora concreta de las condiciones laborales. Pero antes se nos marginaba y no se nos permitía ejercer ese sindicalismo; en cambio, ahora estamos siendo un factor de articulación de luchas sindicales, sociales y políticas amplias.
¿Cuándo se produce ese cambio?
Entre 2008 y 2015 todavía había marginación del sindicalismo abertzale, pero LAB demostró que no tenía carácter sectario, que llegaba a buenos acuerdos, que trabajaba con otras fuerzas sindicales y que lideró protestas en la Administración y empresas. Articuló luchas sindicales entre diferentes, y a nivel de negociación colectiva está siendo cada vez más determinante su participación e incidencia.
LAB registra récord de afiliados en Navarra, ¿por qué ha crecido?
Hemos favorecido la sindicalización de trabajadores procedentes de sectores con menos salarios, tras modificar el sistema de la cuota, basado en un abono progresivo según los ingresos. En la nueva militancia está aumentando el peso de las mujeres, del 38% al 45%, y seguimos creciendo para alcanzar esa paridad. El colectivo migrante también se está afiliando por la atención que se les presta.
¿Exige una reflexión el sindicalismo para dar respuesta a las demandas de los migrantes?
Muchas veces la sociedad ve a los trabajadores migrantes como un todo, y no somos conscientes de las grandes diferencias entre los colectivos. Muchos de ellos tienen una concepción comunitaria fuerte. En el mes de huelga de Huerta de Peralta observamos similitudes entre la manera de organizarse y sindicalizarse en bloque de los trabajadores marroquíes con las luchas de los barrios obreros de Pamplona en los 70. En el último Congreso decidimos crear una secretaría antirracista con un primer plan, porque no conocemos la realidad de los migrantes. Con ello queremos adecuar nuestro mensaje para representar a estos trabajadores.
¿También están atendiendo a las empleadas del hogar?
Sí. Hasta ahora no habíamos dado respuestas a sus demandas y hemos creado una sección sindical para ellas, a través de la que reivindicamos un convenio.
LAB concluye 2024 con el 17,86% de representación sindical en Navarra. ¿Hay margen para crecer más que el resto?
Aspiramos a seguir aumentado el número de delegados y delegadas y alcanzar a UGT, CCOO y ELA. Sería una proeza, porque hemos crecido a contracorriente.
¿Cuál es el orden: negociación y movilización, o viceversa?
Primero organización y lucha sindical para que luego haya buenos acuerdos. Estamos cambiando la cultural sindical en Navarra porque estamos demostrando que es posible organizar, luchar y negociar para alcanzar pactos aceptables. Así hemos actuado en intervención social, en agropecuario, en residencias de tercera edad o administraciones públicas...
“Navarra ha cambiado mucho en diez años:UPNy la CEN, no y siguen teniendo aversión a la pluralidad”
En las últimas elecciones de la Administración, aumentó el peso de los sindicatos corporativos. ¿Preocupa a LAB como primera fuerza?
Siempre hacemos sindicalismo de clase, es decir, representar al conjunto de todos los trabajadores y trabajadoras y sus intereses para lograr cambios en la negociación colectiva y en la política general en su beneficio. La división trae debilidad. Pero, ¿qué está ocurriendo ahora? Está la ideología del sálvese quien pueda con la limitación de recursos, el nuevo imperialismo, o las guerras militares y comerciales en el mundo, etc. Esos fenómenos impregnan a la sociedad navarra, y aunque por fortuna aquí disponemos de organizaciones sindicales, sociales, políticas e instituciones públicas sólidas y nos situamos en coordenadas más avanzadas y progresistas que en otras partes del mundo; los sindicatos corporativos se alimentan de ese individualismo que va calando y por eso están creciendo. Ante esto, debemos demostrar con palabras y hechos que el sindicato de clase es quien mejor va a proteger a la clase trabajadora ante una próxima década que va a ser muy complicada.
En negociaciones de convenio LAB sale en la fotografía de acuerdos con UGT y CCOO.
En los convenios hay una situación mixta. En algunos, UGT y CCOO mantienen la lógica de gestionar la negociación sin huelga ni movilización mediante acuerdo directo con la patronal, como en el metal; y en otros, donde LAB cuenta con más fuerza, su acción arrastra a UGT y CCOO a posiciones de mayor lucha. Es legítimo que cada sindicato tenga su proyecto político, no hay que demonizar ninguno; el problema radica en la cultura de la concertación social que ha llevado a UGT y CCOO a una dejación para defender los derechos laborales. Hay cuestiones que están cambiando, pero perviven dejes del pasado en la direcciones de estos dos sindicatos.
¿Qué ha cambiado?
Ha habido una democratización de las relaciones laborales; se ha acabado con el monopolio de UGT y CCOO en la formación; existe interlocución entre todos los sindicatos y diálogo entre los sindicatos e instituciones públicas; y en los convenios donde LAB tiene más fuerza ha promovido más movilización que han supuesto mejores resultados.
¿Qué sigue igual?
Desde los años 80, el Ministerio de Trabajo nos discrimina, ya que ninguna de nuestras sedes procede de patrimonio sindical, a diferencia de UGT, CCOO y ELA. Además, reivindicamos formar parte del Tribunal Laboral y que acaben las prácticas de contratación discriminatorias en empresas como VW Navarra. Durante mucho tiempo, UGT y CCOO antepusieron sus intereses por ejercer el monopolio en las relaciones laborales por delante de la clase trabajadora. Pero esta crítica también le hacemos a ELA, ya que muchas veces vela por su proyección como sindicato y no por los objetivos de las personas.
El 25 de febrero el sindicato celebra su intercongresual, ¿por qué es importante esa cita?
Es una herramienta de participación inédita porque carecen de ella el resto de sindicatos, en la que buscamos la máxima participación de las bases. Reunimos a los 500 congresistas para informar de las gestiones del último congreso. En esta ocasión, profundizamos en la renovación del modelo y en avanzar en el sindicalismo antirracista. Además, observamos que en Euskal Herria otros sindicatos avanzan en esa misma senda y están en coordenadas distintas a otras centrales en el Estado español o francés. Aquí el sindicalismo es más de contrapoder, feminista y ecosocialista.
¿La crisis climática estará presente en esta cita?
Sí, es necesario una transición del modelo productivo, con los trabajadores en el centro. Si hay que decrecer deberán decrecer los que más tienen, porque la clase trabajadora debe aumentar en derechos con un triple reparto: empleo, cuidados y riqueza.
¿Cómo afronta LAB la corriente negacionista sobre el cambio climático y contra avances sociales?
La globalización neoliberal ha generado mucho daño en el planeta, en los países y en la clase trabajadora. La constatación de la limitación de los recursos ha favorecido que emerja un neoliberalismo reaccionario, un fascismo, e incluso, un ecofascismo que plantea la apropiación del máximo de recursos, y por lo tanto, sobran determinados países, mujeres y migrantes, etc. La agresividad de las corrientes de ultraderecha respecto a los derechos conquistados no solo es una cuestión ideológica sino de interés económico. La ultraderecha, criatura de esa globalización neoliberal, se presenta como antisistema, pero es el recambio que las élites económicas están proponiendo para dicho sistema con un discurso autoritario. Frente a esto, hay que hacer una nuevo orden internacional, basado en el equilibrio medioambiental, reparto de la riqueza, justicia social y solidaridad. Hay que articular una alternativa de izquierda para combatir la ultraderecha. En Euskal Herria, en general, y en Navarra, en particular, hay mimbres para ello.
“El debate de las 37,5 horas llega tarde y se queda corto; debemos avanzar hacia las 30 horas”
¿Qué puede lograrse desde lo local en esa globalidad?
Los cambios proceden desde lo concreto o no vienen.
¿Preocupa que el discurso de la ultraderecha llega a los jóvenes a través de las redes sociales?
No es solo un problema de comunicación sino de expectativas. La juventud ha sufrido recorte de derechos, con empleos precarios que favorecen el individualismo. Ante esto, debemos ofrecer una vida digna a través de políticas públicas activas y acercarse a los jóvenes los sindicatos y organizaciones sociales con alternativas. En el caso de que no actuemos así, las falsas promesas de la ultraderecha pueden tener más éxito entre la juventud.
¿Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) o Kontseilu Sozialista restan a sindicatos como LAB?
No los consideramos una alternativa porque no tienen capacidad para dar respuestas concretas a la clase trabajadora y juventud. Es un movimiento estudiantil y con primeras experiencias laborales que actúa sobre el discurso sin práctica de cambio real. Introducen una distorsión negativa para el sindicalismo y para la transformación social, porque alimentan discursos antisindicales. Plantean que los sindicatos y organizaciones políticas no sirven; y eso puede alejar a un sector de la juventud en un momento en el que la ultraderecha está avanzando.
“Estamos demostrando que es posible organizar, luchar y negociar para alcanzar pactos aceptables”
¿Cómo se puede hacer cambiar de opinión a esos jóvenes?
Cuando estos jóvenes tengan un empleo cambiarán su punto de vista. Al final, muchos de ellos optarán por el sindicalismo. No solo me refiero a quienes se agrupan alrededor de GKS o Kontseilu Sozialista sino en general a los jóvenes. Cuando bajen al barro del mundo laboral, esas personas llegarán a la conclusión de que el sindicato es el instrumento principal del proletariado.
¿Cree positivo la reducción de la jornada a las 37,5 horas semanales?
En 1999 hicimos una huelga general por las 35 horas y llegamos a ellas en algunas administraciones públicas y empresas. El debate de las 37,5 horas llega tarde y se queda corto. Mejorará la situación en algunas empresas de Navarra y será bienvenido, pero debemos avanzar hacia las 30 horas. Nosotros hablamos del triple reparto: dedicar más tiempo a los cuidados; la transición ecológica indica que en determinados sectores la actividad económica debe decrecer y una fórmula para ello puede ser disminuir la jornada; y con la digitalización es posible trabajar menos cobrando lo mismo.
“Donde LAB cuenta con más fuerza, su acción arrastra a UGT y CCOO a posiciones de mayor lucha”
Han impulsado una iniciativa para un SMI propio.
Sí, estamos trabajando en esta línea, y es sorprendente que UGT y CCOO se alíen con la patronal para sabotear una iniciativa que beneficiaría a miles de trabajadores navarros, mientras que en la CAV participan.
Diez años de aquel cambio de Gobierno, ¿cómo son las relaciones con el Ejecutivo?
Desde 2015 conservamos comunicación fluida. A nivel formal la situación ha mejorado, pero es un Gobierno sin un proyecto de cambio profundo. Por ejemplo, diez años después del cambio en Navarra continúan las listas de espera en Osasunbidea. Es peligroso que eso ocurra con un gobierno progresista; porque los mensajes de la ultraderecha calan más. Hace falta un planteamiento estratégico más ambicioso para asegurar los servicios públicos con una mejor fiscalidad. Además, el autogobierno necesita una defensa firme en el ámbito económico y laboral.