La presión fiscal de los impuestos gestionados por el Gobierno de Navarra ha subido casi dos puntos en el último lustro. Un alza muy contenida, que habla del incremento de la capacidad recaudatoria de la Hacienda foral, pero que sigue siendo insuficiente para cerrar la brecha de ingresos respecto a Europa. La presión fiscal (el total de ingresos respecto al PIB) sigue claramente por debajo de la media europea (entre cinco y seis puntos del PIB), tanto en el caso de Navarra como en el del conjunto de España.

Si se atiende exclusivamente a los impuestos concertados por el Gobierno de Navarra (al margen de las cotizaciones sociales, de los tributos municipales y de otros ingresos), la presión fiscal cerró 2023 en el 20,38% y, según las primeras estimaciones del PIB, habría crecido muy levemente durante el año pasado, cuando Hacienda Foral ingresó en torno a 5.433 millones de euros, la cifra más elevada de su historia y un 6,4% más que el año anterior.

Esta cifra supone que Navarra dispone cada año de 2.500 millones de euros más que hace solo una década. Un destacadísimo incremento que ha servido para incrementar las plantillas de los servicios públicos, para disponer de cierto margen inversor y también para reducir el peso de la deuda generada entre 2008 y 2013, durante los dos últimos gobiernos de UPN y en mitad de una gravísima crisis económica. Navarra es hoy la comunidad menos endeudada.

Con unos ingresos disparados, que han crecido a mayor velocidad que la economía y que se han beneficiado de la ausencia de deflactación de las tarifas, la presión fiscal ha ido creciendo en los últimos años. Así, el peso de los ingresos de Hacienda, que creció hasta superar el 20% en 2007, se hundió hasta el 15,83% en 2010 y puso contra las cuerdas la tesorería del Gobierno de Navarra, que solo comenzó a tomar aire a partir de 2015-2016. Desde entonces ha subido cerca de tres puntos.

Si se tienen en cuenta las cotizaciones sociales, y con los datos de 2022, los últimos que es posible comprar con el conjunto de Europa, la presión fiscal de Navarra rondaba el 33,7%, tras subir dos puntos desde 2019 y casi cuatro desde 2017. Pese a todo, la recaudación sigue muy por debajo de la media europea, que ronda el 40%.

Lejos de un infierno fiscal

Las cifras muestran que Navarra se encuentra lejos de parecerse a ese infierno fiscal que han dibujado las fuerzas conservadoras (UPN, PP y, ahora, Vox) desde que en 2015 fueron desalojadas del Gobierno foral. La Comunidad Foral, pese a contar con tipos fiscales similares o más altos que la media española y tratarse de un territorio con buenos indicadores de empleo y riqueza, sigue recaudando menos que la media española y, sobre todo, menos que Europa.

En los últimos años sí se ha transformado, de manera muy relevante, la estructura recaudatoria de Hacienda, de tal modo que son las rentas del trabajo quienes soportan hoy más que nunca el grueso de los ingresos. En 2024, las rentas del trabajo aportaron el 42% de la recaudación total, siete puntos más que hace una década y 13 más que hace 20 años.

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De hecho, el Impuesto de Sociedades, pese a haber mejorado su aportación en los últimos años, volvió a estancarse en 2024, suponiendo apenas el 1,8% del PIB de la Comunidad Foral, frente a una media del 3,2% en la Unión Europea. De igualarse la proporción, Navarra ingresaría por esta vía unos 350 millones de euros más al año.

Este indicador, el de la presión fiscal, es muy relevante, al medir la capacidad de una administración para financiarse con sus propios recursos. Y, por tanto, las posibilidades de atender a sus ciudadanos y ofrecer unos servicios públicos e infraestructuras competitivas. Francia, Noruega, Bélgica, Austria y Finlandia son los países que cuentan con un sistema tributario más robusto, todos ellos por encima del 40%.