Sirvan estas líneas para hacer un balance sobre la situación actual de la educación de Navarra y los retos que debe afrontar, así como la contribución del propio Consejo al sistema educativo, en el que desde mi perspectiva como Presidente del Consejo Escolar de Navarra (CEN), deban destacar sobremanera las actuaciones efectuadas y las que se deben afrontar para la consecución de un escenario de excelencia educativa sin dejar a ningún alumno y alumna atrás.

Entre las actuaciones que realiza el CEN, destacamos las de fomentar la participación de los diferentes sectores en la programación general de la enseñanza no universitaria (dictámenes…), contribuir al conocimiento y mejora del sistema educativo de Navarra mediante la realización de estudios, a través del Informe del Sistema Educativo de Navarra, o impulsar la difusión y el intercambio sobre temas educativos de interés (jornadas sobre temas candentes).

Quisiera destacar los pilares positivos que han sustentado este curso, en la que ha existido más recursos para la educación y se ha mejorado notablemente la gestión. Los esfuerzos del Departamento de Educación se han centrado en una atención prioritaria al alumnado más vulnerable, el impulso de la Formación Profesional y la creación, modernización y adecuación de las infraestructuras de nuestros centros educativos públicos.

Consideración específica merece la bajada de ratios para los centros con un índice negativo por acumulación de alumnado con necesidades educativas, que disfrutarán de una ratio por debajo de la ordinaria (22 en el curso académico 22/23 y 20 para el próximo curso académico 23/24), la nueva admisión que facilita una distribución más equilibrada del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo entre todos los centros sostenidos con fondos públicos y que se ve avalada por el último informe de OCDE para nuestra educación, en el que indica que se debe garantizar que los criterios de admisión no den lugar a la segregación, además de aplicar medidas compensatorias en las zonas o centros donde exista una concentración de alumnado vulnerable. La reducción del fracaso escolar y la tasa de abandono hasta el 5,7%, siendo Navarra la segunda comunidad de España con menos abandono, que ya nos sitúa por debajo de la media europea de forma significativa, es otro indicador importante.

Por primera vez en la historia de Navarra, el presupuesto destinado a Educación se acerca al 5% del PIB, siendo ya de un 4,26% frente al 3,42% del 2018. El Departamento de Educación ha respaldado con un notable incremento presupuestario (un 34,70%) sus planes educativos, y nos convierte de hecho en la comunidad autónoma donde más ha aumentado el presupuesto de Educación, por encima del 18,9% de la media española.

Asimismo, es trascendental la modernización de los centros educativos. Mencionar el ingente esfuerzo de digitalización de las aulas, la dotación de recursos informáticos para estudiantes de entornos desfavorecidos y la mejora de la formación del profesorado.

Una parte sustancial del funcionamiento de la educación lo constituyen los llamados servicios complementarios (el transporte escolar y los servicios de comedor). Se ha extendido el derecho del alumnado al transporte escolar y Navarra es la única comunidad que incluye como alumnado beneficiario de pleno derecho a todo el de Bachillerato de cualquier modelo lingüístico, y el de los ciclos de FP de Grado Medio. Ahora se debe abordar la mejora de los servicios de comedor.

En este balance hay que hacer especial mención a la Formación Profesional (FP). Se han ampliado recursos humanos y logísticos de la red pública, se han diversificado sus vías de acceso, y se ha actualizado su currículum. Tres centros navarros de FP han sido incluidos en la red estatal de Centros de Excelencia de Formación Profesional, lo que pone de manifiesto, el lugar que la FP navarra ocupa en España.

Se ha fortalecido la red de escuelas rurales como un criterio prioritario de lucha contra la despoblación y un enorme crecimiento de la oferta formativa. Con más subvenciones, medios humanos y nuevos comedores sostenibles y saludables.

En un momento en el que desciende el alumnado por la drástica reducción de la natalidad en nuestra sociedad hay que apuntar a un indicador de calidad del sistema, el de personal docente. Los datos muestran una dotación de profesorado en la escuela pública en 2022 de 9.747 personas. Eso significa un incremento de 1.389 docentes más que en su inicio, y es, asimismo, la cifra más alta en la historia de la educación navarra. Navarra es la comunidad autónoma con mejor ratio profesorado/alumnado con un docente cada nueve alumnos/as, y eso le sitúa en una posición muy aventajada que debería ser la base sobre la que establecer nuevas formas de docencia.

La llegada de la gratuidad para las rentas por debajo de los 27.900 euros y para todas las familias monoparentales en el primer ciclo de Educación Infantil es una buena noticia.

Por otro lado, mi preocupación se focaliza en las áreas de resultados y en la autonomía y liderazgo de los centros públicos. La última evaluación PISA 2018 puso de manifiesto un descenso generalizado de los resultados, que debe ser tenido en cuenta para su corrección y mejora. En cuanto al liderazgo, es preocupante tanto la falta de candidaturas como la poca autonomía y exigencia con las que existen. Autonomía con rendición de cuentas, y que esa valoración influya en todos los ámbitos.

Potenciar los puntos fuertes ya manifestados para el futuro, muy razonable, pero siempre se puede y se debe mejorar.

¿Y qué otros retos deberemos abordar? Consolidar y potenciar el liderazgo y la autonomía es clave en el progreso educativo, y por ello se debe invertir en la profesionalización y el desarrollo de las aptitudes de las direcciones de los centros y la gobernanza escolar. La falta de una cultura de la evaluación ha frenado los avances en lo que se refiere a averiguar –aquello que da resultado–, adoptar las medidas correctivas oportunas y fundamentar el diálogo normativo.

La mejora de la jornada escolar con el alumnado como eje, con horarios que tengan en cuenta su biorritmo, y con un equipo interdisciplinar, que incluya el aspecto sanitario, que garantice la atención en horario de tarde a los menores de todas las edades y que incluya el comedor como espacio educativo.

En este ámbito el informe de la OCDE es claro: recomienda a España la jornada partida o completa, con los colegios abiertos más tiempo por las tardes, como forma para reducir el abandono escolar temprano. Dar una mayor importancia a la educación emocional: la finalidad principal de la educación es que cada persona pueda alcanzar un grado óptimo de bienestar social y emocional. 

En cuanto al trabajo en el aula de competencias digitales, que por momentos parece necesaria para la realidad actual y de futuro, la alternativa a esta lógica, y quizá más sana desde mi punto de vista, sería la de educar a los escolares y entrenar a los adultos (padres, madres y profesorado) en un acceso y uso adecuado de dispositivos y contenidos. Parece desde luego razonable hacernos preguntas en relación a la edad mínima a la que los niños y las niñas pueden tener acceso ilimitado y no restringido a contenidos (web en abierto, redes sociales, …) a través de dispositivos conectados (ordenador, tableta o móvil), siendo mucho más estrictos de lo que en general somos si, como parece demostrar una evidencia científica creciente, dicho acceso no es beneficioso para niñas y niños. Como dice Michael Rich, Director del Centro Media y Salud Infantil del Hospital Infantil de Boston: “Tenemos que ser lo suficientemente flexibles para evolucionar con la tecnología, pero elegir cómo utilizarla bien. El fuego fue un gran descubrimiento para cocinar nuestros alimentos, pero tuvimos que aprender que también podía herir y matar. Lo que realmente importa no es cuánto tiempo usamos las pantallas, sino cómo las usamos y qué ocurre en nuestros cerebros como respuesta”.

Se debe trabajar en un nuevo rol del profesor y su formación: desde la transmisión de contenidos a la orientación y apoyo del alumnado, generando las condiciones para que sea éste el que, de manera activa y experimental, construya su propio conocimiento. Es necesario plantearse revisar los criterios de admisión y los procesos de selección para incluir también las competencias socioemocionales que pueden reflejar mejor la compleja naturaleza del ejercicio de la docencia. Será necesario promover un desarrollo profesional continuo de alta calidad para que todos los docentes, y especialmente los tutores, para que puedan gestionar la diversidad en el aula y responder a las necesidades individuales de aprendizaje.

Es necesario entender la educación en su sentido amplio, más allá de su simple consideración como escolarización, y para ello es capital la cooperación entre familia, escuela y comunidad: la educación no es exclusiva de las instituciones educativas y es posible aprender en cualquier lugar de la sociedad. 

En conclusión, para cumplir con la educación siglo XXI, debemos contar con planes de estudio de vanguardia e innovadores, el docente debe hacer pensar, tiene que conmover y emocionar, tiene que remover o provocar al estudiante, debe despertar el deseo de observar, que aprendan, que se apropien del conocimiento, que sean innovadores y que sean personas de impacto positivo en la comunidad. Todo ello acompañado y facilitado por el motor de la tecnología.  

Decía Nelson Mandela en 2003 que “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Tan verdad, como que por ello es el caballo de batalla política, pero para dar bandazos al son de cada legislación de mandato. Quizá un mínimo pacto educativo ayude a estabilizar, incluso a invertir en ella. Si invertir en educación puede ser caro, probemos a no hacerlo.