Hace unos pocos años comenzó a viralizarse una combinación de palabras, Big Data. Más recientemente la combinación ganadora es Inteligencia Artificial (IA), a pesar de que su origen está en los años 50 y de que mucha gente ha trabajado en esta área desde entonces. El boom de ambos conceptos proviene precisamente de la capacidad informática que hoy tenemos de recoger, almacenar y, sobre todo, analizar grandes cantidades de datos. Modelos y algoritmos que ya existían, pero que no eran competitivos, lo son ahora gracias a la capacidad de alimentarlos con grandes cantidades de datos o simplemente gracias a la capacidad computacional de nuestros ordenadores o de otros más potentes a los que podemos conectarnos y que llamamos “nube”.

A muchas personas les asusta el avance vertiginoso de esta tecnología con sus indudables aplicaciones prácticas y el debate ético que lleva consigo. Los organismos públicos intentan promover una legislación, que se queda obsoleta casi antes de aplicarse. No me resisto a resaltar la tremenda inconsistencia de que haya llevado a generar mensajes de correo electrónico con tanto texto basura, que de hecho nadie lee y que resultan muy molestos, pero que supone un incremento de gasto de energía sensible cuando ocurre en millones de mensajes.

La IA no es una cuestión de futuro, ya está afectando a nuestras vidas de modo notable, con frecuencia sin que nos demos cuenta. Nos planteamos preguntas del tipo: ¿Qué decisiones queremos dejar a la IA? ¿Cómo debe intervenir el “factor humano” en las decisiones automatizadas? ¿cómo detectar las fake news? Y muchas más que requieren un estudio trabajoso.

En primavera de este año irrumpen en la opinión pública las potencialidades del ChatGPT, que forma parte de la llamada IA generativa. Su uso ha perdido fuerza en estos meses, sin embargo, se ha generado una de las profesiones mejor pagadas hoy día, que es la de “Prompt Engineer”, es decir una persona que sabe hacer las preguntas adecuadas para sacarles rentabilidad en campos tan diversos como la moda, la ingeniería e incluso el arte o la decoración. Este es uno de los campos más prometedores y de mayor desarrollo actualmente.

Muchos de estos modelos utilizan el procesamiento del lenguaje natural (PLN). Desde el Instituto de Ciencias de Datos e Inteligencia Artificial de la Universidad de Navarra se ha trabajado en un proyecto realizado con a la empresa navarra HUMAN AI y que ha recibido el premio IRIS en la categoría de Proyectos Colaborativos en el ámbito de la digitalización. El premio ha sido otorgado por la creación y co-diseño, junto con centros educativos y entidades de formación y empleo, de una solución basada en inteligencia artificial para la caracterización de la personalidad a partir de textos escritos, como alternativa a los métodos convencionales, evitando sesgos de auto percepción y deseabilidad social.

Estamos realizando proyectos en IA con otras instituciones, como es el caso de AIN para la creación de un gemelo digital de un edificio de la universidad con el objeto de optimizar el consumo energético a la vez que se preserva el confort térmico de los usuarios. El gemelo digital es un modelo que permite hacer pruebas y experimentos “in silico” sin necesidad de hacerlos en el edificio real, lo que supondría un coste inasumible. El proyecto BuildTwin está financiado por el gobierno de Navarra.

Es lógico que haya un cierto temor ante estas tecnologías y por eso mi recomendación es formación y educación adaptada a todos, niños, jóvenes, sin olvidar a las personas mayores, que a veces se sienten perdidas en un mundo digital que no deja margen a otra cosa. Una constante en la ciencia ficción era la implantación de un chip en el cerebro que nos controlara o en un sentido más positivo que aumentara nuestras capacidades. El smartphone ha conseguido esto de un modo limpio y sin peligro de que nadie quiera librarse del chip. Hoy día prácticamente cada ser humano tiene un smartphone personal, que lo identifica en todo momento. Increíblemente tienen este dispositivo personas con grandes necesidades materiales.

El número de subscripciones a teléfonos inteligentes se está acercando a los 7.000 millones en todo el mundo. En occidente es muy difícil vivir sin él. Invito al lector a revisar los últimos sms que ha recibido en su móvil. Muchos serán códigos para activar alguna operación en el banco, validación de una firma, confirmación de la reserva en el gimnasio, notificación del ayuntamiento o pago de una multa. Además, puede utilizarse como tarjeta de crédito u otras que dan acceso a determinados lugares o servicios.

A veces es exigido en algunos procedimientos elementales y a los que tenemos derecho. Por otro lado, lo hacemos con mucho gusto porque nos facilita las cosas. Por ejemplo, se agradece que nos avisen si el vuelo que vamos a tomar se ha retrasado o que nos toca renovar un permiso. A pesar de nuestros esfuerzos por evitarlo, nuestro Smartphone ofrece muchos de nuestros datos a todo tipo de proveedores. El móvil dispone de muchas puertas para entrar en nuestras vidas.

Hemos de ser muy precavidos, sin caer en la paranoia, y al mismo tiempo estar abiertos a sus beneficios, tanto desde un punto de vista personal como empresarial. El Polo digital IRIS, que he mencionado antes, está haciendo en Navarra un trabajo muy necesario para poner la industria navarra a la vanguardia.