Una Navarra más justa y equitativa
En los últimos tiempos venimos observando con cierta preocupación una corriente que podríamos denominar como “anti-impuestos” en ciertos sectores de la población.
Generalmente manifiestan opiniones contrarias a los distintos sistemas impositivos con planteamientos recurrentes tan tópicos como desacertados por su falta de análisis. Esa corriente suele ser defendida desde una ideología muy clara que se mueve entre la derecha y la extrema derecha.
Sus argumentos, además de ser profundamente insolidarios, son terriblemente peligrosos por cuanto pueden suponer en cuanto a la configuración de una creencia errónea. El riesgo de que socialmente se instale un pensamiento de que los impuestos solo sirven para beneficiar a unos pocos es un elevado precio que como sociedad madura no nos debemos permitir.
Mirando concretamente a la realidad navarra, me detengo en un indicador: el Índice Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y mide los niveles de calidad de vida a partir de nueve dimensiones entre las que se encuentran el entorno y medio ambiente, condiciones materiales de vida, trabajo, salud y educación.
Navarra sigue, un año más, en cabeza de este ranking. Lo está desde 2008, nada menos. Por detrás de nuestra comunidad aparecen La Rioja, Aragón y Euskadi.
¿Alguien duda de que mantener este status está directamente relacionado con las consecuencias que arroja nuestro sistema impositivo y nuestra conciencia ciudadana?
Ese populismo en materia fiscal que apadrinan los sectores más conservadores de la sociedad se ha convertido en Navarra en un mantra que se utiliza para todo. Cualquier noticia que implique, aunque sea de refilón, alguna implicación económica es aprovechada por entidades y formaciones políticas escoradas a la derecha para sacar brillo a su mantra del “infierno fiscal”.
Su última oleada de propaganda va directa al Impuesto de Sociedades. Se habla de “fuga de empresas” con una falta de rigor que roza lo obsceno. Y esa actitud no es casual, sino que tiene una clara finalidad de procurar el desgaste político del ejecutivo.
No se explica de otra manera, si no que quien promueva mensajes de ese calado no sea capaz de tomar los datos, los fríos y objetivos datos fiscales de nuestra Hacienda Foral y ponerlos en comparación con los del resto de administraciones tributarias. Las cifras del Impuesto sobre Sociedades de 2023 reflejan que en torno al 60% de las empresas en Navarra son micropymes y tributan a un tipo impositivo nominal del 19%. En Euskadi es del 20%, y en resto del Estado, del 23%.
Miremos a las pymes navarras, con cifra de negocios entre 1 y 20 millones, que, por cierto, suponen el 17% del total de empresas de Navarra. Estas tributan al 23% nominal, y en La Rioja y Aragón (territorio común), al 25%.
Más ejemplos. Las sociedades cooperativas navarras tributan al 17 %; en Euskadi, entre un 18% y un 20%, y a nivel estatal al 30%.
Y si queremos poner el foco en el tipo aplicable a las grandes empresas, ese que tanto mencionan los pregoneros del “infierno fiscal”, no conviene olvidar que todas las empresas navarras disponen de una batería de incentivos fiscales, muy analizados y que les permiten reducir su tributación, siempre y cuando apuesten por el arraigo al territorio a través de la inversión empresarial o en I+D+i.
Ya lo avanzó la presidenta del Gobierno de Navarra y, a la luz de estas cifras, se constata que, solamente hablando de tipos nominales, casi el 82 % de las empresas navarras tienen una fiscalidad más beneficiosa que en las comunidades limítrofes.
Por otro lado, este Gobierno está absolutamente convencido de que frente a otros modelos que promocionan el dumping fiscal, nuestro sistema impositivo debe ser justo y redistributivo.
La solidaridad es obligatoria, porque es necesaria, pero la debemos ejercer todas y todos, en la medida de nuestra capacidad y eso no merma nuestra competitividad. No lo digo yo, no es una impresión personal. Esta afirmación responde al análisis que ha hecho el Consejo General de Economistas de España. Su último Informe de la Competitividad Regional desvela que la Comunidad Foral de Navarra se mantiene en la tercera posición del ranking nacional y en el grupo de nivel competitivo alto.
Frente a los tópicos, argumentos sólidos y objetivos. Y también rigor y análisis. Un análisis que nos lleva a asegurar que debemos seguir trabajando. Hay margen para que familias, empresas y particulares podamos mejorar a todos los niveles, tanto en lo que aportamos al sistema como en lo que recibimos de él. Ese es uno de nuestros grandes objetivos para 2025. Seguiremos trabajando por garantizar una comunidad que sea justa, equitativa y en la que la calidad de vida pueda ser alcanzada por una gran mayoría social.
Así lo venimos haciendo y con esa obligación afrontamos el nuevo año.