Euskadi vuelve a colocarse a la vanguardia de la llamada transición energética verde. Lo hace a través de un ambicioso megaproyecto estratégico que se enmarca en el objetivo global de impulsar la descarbonización de la economía europea y transitar hacia un modelo energético más sostenible y respetuoso con el medioambiente. El coordinador de este proyecto, José Ignacio Zudaire, Coordinador del proyecto del Corredor Vasco del Hidrógeno, nos cuenta más sobre esta iniciativa, que movilizará inversiones por valor de 1.300 millones de euros hasta 2026.

¿Cómo resumiría en qué consiste el Corredor Vasco del Hidrógeno?

Es un proyecto cuyo objetivo es crear un ecosistema de hidrógeno con base en Euskadi que permita avanzar en la descarbonización de los sectores energético, industrial, residencial y de la movilidad. Se trata de un proyecto que agrega iniciativas en toda la cadena de valor del hidrógeno, que busca sumar capacidades y dinamizar la generación de nuevas iniciativas a las ya existentes. Además, entendemos que puede ser un proyecto clave para la tan necesaria reactivación económica de los años venideros, facilitando el desarrollo de una nueva cadena tecno-industrial del hidrógeno.

¿Cuál es el calendario previsto para hacer realidad este proyecto?

El proyecto se ha definido para el período 2021-2026, con la vocación de ir desarrollando y escalando iniciativas en los siguientes cinco años. Dentro de este calendario, cada proyecto tiene una planificación e hitos específicos. Los proyectos liderados por Petronor, por ejemplo, van a tener una serie de fases que empiezan con el primer electrolizador en 2022, el desarrollo de la infraestructura logística inicial a partir de 2023, la planta demo de combustibles sintéticos en 2024 y un escalado en la capacidad de producción de hidrógeno renovable para 2026.

¿De dónde surge el interés de Euskadi por liderar esa apuesta por el hidrógeno como combustible de futuro?

En una región como Euskadi, donde el peso de la industria en la economía es alto, el gran reto es seguir manteniendo un tejido industrial competitivo en un mundo descarbonizado. Para lograr este objetivo, el hidrógeno puede ser un recurso clave. Además del interés estratégico, Euskadi reúne las características y capacidades necesarias para este desarrollo. Disponemos de un centro industrial como Petronor con una gran capacidad de producción y consumo de hidrógeno; tenemos un puerto con grandes capacidades logísticas y de infraestructuras alrededor de la energía y el gas; el territorio dispone de una red de suministro de gas natural e infraestructuras asociadas que permiten las sinergias adecuadas en el transporte del hidrógeno y se ubica en una de los ejes de transporte internacional a nivel europeo.

"El proyecto busca aunar capacidades industriales, políticas y regulatorias, financieras y tecnológicas, de investigación, formación y divulgación"

Las condiciones idóneas para esta iniciativa€

Más teniendo en cuenta que Euskadi dispone de un tejido industrial con grandes capacidades para adaptarse a las necesidades de suministro de la cadena de valor del hidrógeno, así como del desarrollo tecnológico necesario de la mano de los centros tecnológicos.

¿Qué objetivos se plantean en cuanto a la reducción de las emisiones?

Los objetivos de reducción de emisiones se conseguirán con la suma de iniciativas de eficiencia energética, sustitución de combustibles fósiles e incorporación de energía renovable al sistema energético. En el caso concreto del Corredor Vasco del Hidrógeno, los proyectos que se impulsarán en el periodo 2021-2026 pueden reducir las emisiones de CO2 en 1,5 millones de toneladas anuales a partir de su finalización.

¿Qué peso tendrá para nuestro tejido industrial?

El peso en el tejido industrial puede ser bastante relevante, porque el proyecto se despliega en toda la cadena de valor del hidrógeno. Dicha cadena cruza transversalmente diferentes sectores industriales. Por un lado, los sectores consumidores, actuales o potenciales, de H2 como materia prima (refino, industria química y fertilizantes, siderurgia, etc.). Por otro, los sectores de alta intensidad energética (siderurgia, cemento, vidrio), pasando por el propio sector eléctrico (generación de energía renovable, electrónica de potencia, gestión de redes) y el sector de la automoción, transporte pesado por carretera, marítimo y aviación. Además, las pymes, como elemento clave de nuestro tejido industrial, tienen una oportunidad estratégica para volver a demostrar su capacidad de adaptarse para producir los componentes necesarios para el desarrollo de esta nueva cadena de valor.

Esta iniciativa surge de la mano de Petronor y ha conseguido ya un gran nivel de cooperación, con la participación, hasta la fecha, de 79 organizaciones entre las que figuran 9 instituciones, 12 centros del conocimiento y asociaciones empresariales, y 58 empresas.

Sí, es un proyecto que busca aunar capacidades. Capacidades industriales, pero también capacidades políticas y regulatorias, capacidades financieras y tecnológicas, capacidades de investigación, formación y divulgación en la sociedad. El éxito del proyecto se basará en la capacidad de colaboración real entre diferentes agentes con diferentes objetivos. Por un lado, la colaboración público-privada ha de ser el pilar habilitador. Por otro, conseguir un encaje adecuado entre la demanda tecnológica de las empresas y la oferta tecnológica de los centros de la red vasca de ciencia y tecnología permitirá generar nuevas iniciativas.

"Euskadi dispone de un tejido industrial con grandes capacidades para adaptarse a las necesidades de suministro de la cadena de valor del hidrogeno"

¿Qué efectos tendrá esta iniciativa para el empleo?

El empleo directo que generará se estima por encima de 1.300 personas. El empleo indirecto, por otro lado, se situaría entre 6.000 y 7.000 nuevos puestos de trabajo.

¿Qué consecuencias puede tener para el ciudadano en cuanto a por ejemplo al precio de la luz?

El hidrógeno va a ser un catalizador de la penetración de las renovables en el sistema eléctrico y su éxito conjunto se basa en rentabilizar una producción de electricidad cada vez más barata. Esto, unido a los cambios regulatorios que serán necesarios para poder maximizar la producción de energía renovable, pueden favorecer que la oferta energética a la sociedad sea cada vez más competitiva.