El tejado es el gran olvidado de las viviendas. Protege del frío, del calor, de la lluvia y del viento, pero rara vez se le presta atención hasta que algo falla. Sin embargo, una cubierta en mal estado puede convertirse en el origen de graves problemas estructurales y económicos. La reparación temprana de los tejados no es solo una cuestión estética o de comodidad: es una inversión en seguridad, ahorro y conservación del patrimonio.
Con el paso de los años, las tejas se desplazan, las juntas se agrietan y los materiales pierden su capacidad impermeable. Una pequeña fisura, casi invisible a simple vista, puede permitir la entrada de agua y humedad, que poco a poco se filtra hacia las capas interiores. Lo que comienza como una mancha en el techo puede terminar provocando el deterioro del aislamiento, la aparición de moho o incluso daños en la estructura portante. Según el Colegio de Aparejadores de Madrid, casi la mitad de las incidencias graves en edificios antiguos tienen su origen en la cubierta, muchas de ellas por falta de mantenimiento preventivo.
La reparación o sustitución de un tejado a tiempo puede evitar gastos mucho mayores en el futuro. No se trata únicamente de sustituir tejas o sellar grietas: una intervención adecuada permite revisar el aislamiento térmico, mejorar la ventilación bajo cubierta y reforzar los elementos estructurales. Además, los nuevos materiales de impermeabilización ofrecen mayor durabilidad y resistencia frente a los cambios de temperatura, algo especialmente relevante en zonas donde los inviernos son fríos y los veranos muy calurosos.
Eficiencia energética
Un tejado en buen estado también repercute directamente en la eficiencia energética del edificio. El calor tiende a escapar por la parte superior de la vivienda, y un mal aislamiento puede disparar el consumo de calefacción o aire acondicionado. De hecho, diversos estudios estiman que un tejado correctamente reparado y aislado puede reducir hasta un 30% del gasto energético anual. Cada vez más comunidades de propietarios aprovechan las obras de rehabilitación para incorporar materiales ecológicos o instalar paneles solares, uniendo la conservación del inmueble con la sostenibilidad y el ahorro a largo plazo.
Una revisión anual
El mantenimiento periódico es la clave. Los expertos recomiendan realizar al menos una revisión anual, preferiblemente antes del otoño, para detectar posibles filtraciones o elementos sueltos. Una simple limpieza de canalones o la sustitución de tejas rotas puede evitar problemas mayores durante las lluvias intensas. En zonas con nieve o heladas, también conviene revisar la acumulación de hielo y el correcto drenaje del agua, ya que el peso y la congelación pueden agravar los daños.
En definitiva, escuchar al tejado –sus grietas, sus goteras, su envejecimiento silencioso– es una forma de cuidar todo lo que hay debajo. La prevención y el mantenimiento regular permiten alargar la vida útil de la vivienda, ahorrar dinero y proteger el patrimonio construido. Reparar a tiempo es, en última instancia, un acto de responsabilidad con el hogar y con el futuro.
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