Es el segundo agosto que una pandemia invita a ahorrarse el dinero que se gastaría en fiestas. La pregunta es, ¿lo cumpliremos? Es el segundo verano de parón, pero por lo menos hemos avanzado en ritmo de vacunación y la mayoría de la población está inmunizada o con la mitad de la pauta puesta. Estoy segura de que muchos ciudadanos están haciendo la cuenta atrás por poder celebrar las fiestas locales, igual que el reloj de Kukuxumuxu de los Sanfermines. También hay otras personas que pese a las circunstancias quieren festejarlas, con sus consecuencias.

La pandemia está arrebatando a los jóvenes los mejores años de su juventud, pero, ¿y si pretende que las personas maduren antes para centrarse en el trabajo y sus respectivas familias? Pero, claro, no tener fiestas significa que hay menos trabajos temporales que se hacían durante ese espacio-tiempo, y de los que se encargaban jóvenes de entre 18 y 30 años. Todo esto sumado a que los jóvenes están padeciendo más enfermedades mentales y TCAs que otros años, sobre todo anorexia y bulimia. Pero se sigue machacando a la población juvenil responsabilizándolos de hacer todo mal o incorrectamente. Algunos siguen todas las pautas y restricciones establecidas, pero también se sienten culpables de que no haya fiestas.

Como ocurre siempre, dentro de la jarana hay personas pacientes y responsables que ven como por culpa de algunos irresponsables su actuación pasa desapercibida. Son jóvenes, es normal que quieran romper los muros, igual que se ha hecho durante todos los años. "Entonces no había pandemia", dirán algunos. Entonces probad a imaginar una pandemia en mitad de una sociedad adicta a la heroína, o cuando se desconocía la causa de contagio del VIH.

Las ganas de jarana están presentes, y seguro que no importa mucho que haya restricciones para poder festejar algo, aunque sea en petit comité con el círculo más cercano. Más nos vale sacar el abanico y la crema solar para no pasar calor ni quemarnos, no vayamos a terminar en urgencias. Cada vez están más cerca las fiestas y ahí como sociedad debemos ser prudentes y responsables. Todos tenemos ganas de que esto se acabe, pero más vale dejar las quejas, conjeturas y críticas a un lado y remar todos juntos en la misma dirección y no tanto desde el individualismo. El autor es Maite Bermejo