La segunda mesa del Foro Hiria de Respuestas audaces ante la emergencia climática, que se enmarca dentro de las diferentes actividades organizadas en la primera Semana del Clima de Navarra, congregó ayer a Fernando Señás, director de la Oficina de Cambio Climático de Navarra; Teresa Ferrer, jefa de Sección de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra; Irene Eguinoa, participante en la Asamblea Ciudadana de Cambio Climático, y Diego Chueca, facilitador de la misma Asamblea Ciudadana con el objetivo de conversar acerca del papel que juegan tanto las administraciones públicas como la ciudadanía en la lucha contra el cambio climático a través de la construcción de políticas públicas efectivas, como la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética, y del análisis de los impactos de este problema sobre la salud.
A pesar de que Navarra fuese en la década de los 90 pionera en energías renovables, la sociedad ha tardado en hacerse consciente de las graves afecciones que están surgiendo debido a esta crisis climática –incluso, hay quienes todavía siguen negando que esta exista–. Sin embargo, se están diseñando múltiples estrategias y normativas para hacer frente a esta situación de forma más “ordenada”, tal y como mencionó Señás. De hecho, resulta cada vez más habitual ver como diferentes instituciones, empresas y la propia ciudadanía toman acciones –”pequeñas iniciativas”– que ayudan a la rehabilitación energética. En el caso de los ayuntamientos, Ferrer manifestó que en Bera se está explicando a la población “cuáles son los vectores que pueden afectar en su zona; por ejemplo, la llegada del mosquito tigre a la localidad” y que en Tafalla están tratando de reducir “el gasto de agua en las duchas de las piscinas municipales. Son gestos que ayudan mucho”. En ese sentido, Señás añadió que los ayuntamientos “tienen la capacidad de diseñar el urbanismo que hemos generado e impedir que la contaminación llegue a zonas naturales, como los ríos, que son las venas del planeta. Y eso demuestra que, con una sola acción, un ayuntamiento puede ayudar en muchas cosas”.
Cambios en el consumo de recursos
Si algo demostró la pandemia es que la naturaleza es sabia y tiene un grandísimo poder de recuperación siempre y cuando no se incida sobre el espacio. Después de adquirir cierta consciencia y de reconocer la “culpa” del ser humano, muchas personas han buscado la manera de resarcirse y proponer distintas soluciones para frenar este problema y, de alguna manera, mitigarlo. De hecho, en ocasiones la sociedad reacciona como resultado de una falta de respuestas por parte de las administraciones. Chueca recordó que en 2019, ante la inminente emergencia climática, un grupo rebelde arrastró a 17 gobiernos europeos a diseñar normativas, leyes y planes, como la Ley de Cambio Climático –a nivel estatal– o la Ley Foral. “Hay que confiar en que la clase política atenderá lo que pide la población, pero, para eso, tiene que haber una demanda”, defendió. Y, también, la noción de que la sociedad es algo que “nos beneficia a todos”. Por eso, parece esencial cambiar la mentalidad a través de “pequeños hábitos” que alejen a la sociedad del consumo de recursos naturales “al que estamos acostumbrados desde el principio. Nos tenemos que alejar de esa economía basada en el consumo y pensar en otros beneficios que podemos obtener, como la reducción en las emisiones de carbono, que al usar menos el coche haya menos accidentes, poder vivir bien...”, enumeró Eguinoa. Porque los cambios comienzan a partir de la implicación y responsabilidad individual y colectiva.
“La NASA ha advertido de que en unos años habrá ciudades inhabitables por el calor”
“La salud es una sola”, aseguró Teresa Ferrer, jefa de Sección de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN). Pese a que antes se interpretaba como algo fragmentado, ahora se apela a un estado de bienestar psíquico, físico y a un entorno social favorable. De esta manera, parece imprescindible para el ser humano que el entorno no esté contaminado y es más que evidente que el cambio climático está afectando a la salud de las personas, quienes cada vez se encuentran más expuestas a riesgos y patologías como consecuencia de la globalización.
De esta manera, hechos históricos, como la pandemia, demostraron que “la salud de una persona en un sitio es la salud de todos en todas partes”, aseguró,. Como muestra de esto, mencionó cómo la población navarra –y su sanidad– se tienen que enfrentar a diferentes enfermedades, como el dengue –por la picadura de un mosquito tigre–, el lyme –las picaduras de garrapata– o los golpes de calor causados por el aumento de las temperaturas que pueden derivar en asuntos más graves, como muertes. “La contaminación atmosférica está provocando que los veranos sean cada vez más calurosos. Ante esta situación, por mucho que tengamos hábitos, tenemos que cambiar nuestra manera de hacer las cosas. No podemos hacer deporte en las horas del día que hace más calor porque nos exponemos al peligro”, aconsejó. De hecho, aseguró que los cambios en la temperatura venideros son “desconocidos” para la especie humana. “Debemos tener un compromiso con la sociedad del futuro y tratar de revertir esta situación. Porque ya están empezando a haber ciudades inhabitables”.
“Somos la especie más infecciosa del mundo porque consumimos los recursos de forma exagerada”
El reto del cambio climático, en palabras de Fernando Señás, director de la Oficina de Cambio Climático de Navarra, consiste en “cambiar lo que ha hecho el ser humano desde que existe, que es aprovechar los recursos que hay en el mundo de forma cada vez más exagerada. Somos la especie más infecciosa del mundo”, apuntó. En un ejercicio para hacer a la sociedad más consciente de lo que está ocurriendo, Señás mencionó que a pesar de este elevado consumo de los recursos, todavía “todavía hemos sido capaces de conseguir que esta materia prima no escasee, pero no lo vamos a poder mantener”.
Pero para llegar a este estado de conciencia, la sociedad –y las administraciones– han tenido que pasar por diferentes estados. En el caso de Navarra, en 2018 ya aprobó una estrategia específica y, en 2020, una Ley de Cambio Climático y Transición Energética. “El problema del cambio climático es que tienes que hacerte especialista de todo un poco porque es un asunto que afecta a la sanidad, a la agricultura, al agua, a los bosques. Tenemos que hablar con mucha gente y reflexionar acerca de las diversas acciones para hacer posible la mitigación de esta crisis climática”, dijo.
Con los primeros pasos ya dados, en esta legislatura está tramitando una Ley Foral –de manera que Navarra se convierte en la primera comunidad autónoma en hacerlo– que ya se venía trabajando desde hace unos años –cuando la publicaron en 2022–. “En ese momento, tratábamos de dejar claro el compromiso de nuestra comunidad con el cambio climático, pero ahora estamos tratando de hacer que la ley sea más clara, aunque “no se cambian los objetivos ni la voluntad”.
“Ante el cambio climático, no vale solo con quejarse, sino de hacer que la voz del pueblo sirva”
Irene Eguinoa se enteró de casualidad de que se iba a formar una Asamblea Ciudadana de Cambio Climático en la que participan un grupo heterogéneo formado por 30 personas que reflexionan en torno a cuestiones relacionadas con la crisis climática. Al principio, durante las primeras sesiones, sintió “ecoansiedad”, algo a lo que se enfrentan muchos jóvenes que ven un futuro “oscuro y catastófico” y creen que no pueden hacer nada para solucionarlo. Y también descubrió que el cambio climático no solo se vincula con la huella de carbono, sino que los “problemas ambientales son más grandes que eso; tienen que ver con la generación de residuos, con el deterioro en la calidad del agua y la comida por medio de los microplásticos”, señaló.
Para ella, estas sesiones, en las que ha podido hablar con personas de todo tipo –incluso, con expertos en este asunto– le han abierto la mente y le han permitido conocer los problemas a escala que, quizá, antes conocía, pero no lograba discernir la gravedad. “Durante estas asambleas proponemos diferentes soluciones y entramos en conversaciones que son muy interesantes y que, además, no solo responden al mundo urbano, sino también al rural”, aseguró. En especial, aquellas que tienen que ver con las formas de mitigar esta crisis. “En este tipo de participación, no basta solo con quejarse, sino de hacer que la voz del pueblo sirva para algo. A través de las pequeñas acciones se pueden hacer muchas cosas”, indicó. Aunque, para ella, es imprescindible que haya un cambio de hábitos –mayoritariamente vinculados con la economía basada en el consumo– y cambiar el chip; es decir, que se empiece a ver lo beneficios que pueden surgir del compromiso con el medioambiente.
“Si la administración va lenta, tiene que ser la sociedad la que se organice y actúe”
Tras las diferentes sesiones de la Asamblea Ciudadana de Cambio Climático, se presentan las conclusiones al Parlamento para que, a partir de ahí, se responda con leyes y normativas, tal y como se produjo con la Ley Foral en 2022. “Dijo una vez Domingo Jiménez Beltrán, primer director de la Agencia Europea de Medio Ambiente, que en un plato de huevos con bacon, la gallina participa, pero el cerdo se implica. Nosotros, como sociedad, tenemos que ser un poco como el segundo, de manera que si la administración va lenta, aunque tenemos una buena Ley Foral, la sociedad tiene que ser la que se organice y actúe”, aseguró Diego Chueca, facilitador de la ya citada Asamblea Ciudadana.
Además de esto, Chueca reivindicó que se debería dejar de utilizar el cambio climático como un “arma arrojadiza” entre partidos que no llegan a acuerdos útiles para la sociedad o que, en su defecto, no atienden a las demandas de la población. “Debería haber un pacto de estado en el que todos los políticos se unan y luchen por el mismo motivo, que es mitigar el cambio climático porque la sostenibilidad es algo que nos beneficia a todos en cuestiones de salud, movilidad, dinero, etc”. Y ese es, precisamente, el motivo por el que surgió la Asamblea Ciudadana de Cambio Climático de Navarra: para recoger las ideas de la gente, transformarlas y que esas demanda cobren sentido a través de acciones políticas con las que poder modificar hábitos y generar cambios sociales, como una evolución en el modelo de consumo. “Nos tenemos que dar cuenta de que la población puede conseguir grandes cambios. A partir de una pequeña semilla, es posible lograr cambios y avanzar en cambio climático”, concluyó.