En Navarra, hablar de alimentación ya no es solo una cuestión puramente gastronómica, es un proyecto colectivo que une paisaje, productores, consumidores y políticas públicas alrededor de un concepto sencillo y potente: el kilómetro 0. Promover los alimentos de cercanía nos permite, además de disfrutar de sabores auténticos, apostar por el trabajo de los agricultores, ganaderos y productores navarros, que impulsan la economía de la Comunidad Foral. Ellas y ellos son los protagonistas del medio rural y su trabajo se traduce en identidad, sostenibilidad y empleo.

En los últimos años, distintos agentes locales han impulsado numerosas campañas para visibilizar y fortalecer los canales cortos de comercialización: desde sellos y campañas de venta directa hasta estrategias de promoción enogastronómica que buscan que la proximidad sea un valor de marca de la región. Iniciativas públicas recientes han incentivado la venta directa de productores a consumidores, con apoyos económicos y acciones de comunicación para conectar granjas, pequeños comercios y restauración con la ciudadanía. 

Productos de referencia

Navarra es un territorio diverso: desde los regadíos del valle del Ebro hasta los valles pirenaicos. Esa riqueza se refleja en productos con identidad propia: espárragos, alcachofa, pimiento del Piquillo, la amplia tradición quesera (Roncal, Idiazábal/vecindad transfronteriza), mieles, embutidos y una industria hortofrutícola destacada. La existencia de denominaciones de origen e indicaciones geográficas (D.O.P. e I.G.P.) aporta garantías formales de calidad y origen que complementan la narrativa del kilómetro 0 cuando el producto se consume localmente. El sector agroalimentario navarro es además señalado como referente en sostenibilidad y alimentos saludables, con empresas y explotaciones que trabajan estándares de calidad y certificación. 

Promoción del producto local

Consumir productos de cercanía reduce, en términos generales, la distancia logística y puede disminuir emisiones asociadas al transporte. Pero la sostenibilidad del kilómetro 0 no depende solo de kilómetros: también influye la eficiencia de las prácticas agrícolas, el tamaño de las explotaciones, los métodos de conservación y la estacionalidad. En este sentido, la estrategia navarra combina la promoción del producto local con políticas de gestión ambiental (por ejemplo, gestión de biorresiduos en origen en ámbitos rurales), y con la apuesta por prácticas agrícolas sostenibles que mejoren la resiliencia del sector. Es decir: el kilómetro 0 es una pieza posible de una política integral de sostenibilidad. 

Sostenibilidad y reducción de huella

Más allá de criterios económicos y ambientales, los productos de cercanía ofrecen ventajas gastronómicas y nutricionales: producto de temporada consumido en su punto óptimo conserva mejor aromas, texturas y nutrientes; permite recuperar variedades locales y sabores tradicionales; y favorece dietas más variadas y estacionales. Restaurantes y chefs de la región han hecho de esa conexión una bandera gastronómica que potencia el turismo enogastronómico y revaloriza recetas ligadas al territorio.

Impacto positivo en nuestra comunidad

Consumir productos locales en Navarra es una decisión con un profundo impacto positivo en la economía rural y en el modelo de desarrollo sostenible de la región. La industria agroalimentaria navarra, referente europeo en alimentación saludable y sostenible, se ha consolidado como un motor clave del territorio gracias a su capacidad para generar empleo, impulsar la innovación y mantener viva una tradición agrícola que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos.

Navarra ha logrado combinar su herencia rural con una visión moderna y competitiva. Los productos con denominación de origen —como el espárrago, la alcachofa o el pimiento del Piquillo— son embajadores de calidad que no solo conquistan mercados internacionales, sino que también garantizan oportunidades para miles de familias del medio rural. En torno a ellos se articula un ecosistema que abarca desde el sector primario hasta la industria agroalimentaria, con una facturación anual superior a los 4.500 millones de euros y cerca de 30.000 empleos, lo que supone el 9,2 % del empleo regional y el 7,5 % del Valor Agregado Bruto de Navarra.

Cada vez que se elige un producto local, se contribuye a fortalecer este tejido productivo, a fijar población en el territorio y a mantener vivas las pequeñas explotaciones que forman parte del paisaje y la identidad navarra. Además, la apuesta del sector por la sostenibilidad, la colaboración público-privada y la innovación ha permitido responder al creciente interés por alimentos saludables —una demanda que crece un 20 % anual—, situando a Navarra a la vanguardia europea.