Con las manos algo rojizas y doloridas, pero sin perder la sonrisa, un grupo de siete sesmeras; Rosario Etayo, Feli Etayo, Gema González y las hermanas Virginia, Mª Jesús, Marta y Mª Eugenia Goicoa, se han encargado de recuperar gracias a la 24ª edición de la Feria Artesparto de Sesma el extinto oficio de los esparteros, un trabajo, explicaban, que fue el principal sustento de unas 200 familias durante décadas; “el pan para los pobres”.
De acuerdo con Rosario, “nací con el esparto; lo trabajé desde que tengo uso de razón y hasta los 22 años porque llegó el espárrago, que daba más dinero, y esto desapareció. Hoy es un día en el que soy feliz y en el que me vienen imágenes muy bonitas; recuerdo cuando estábamos todas las amigas juntas y me alegro mucho”. Además, eso sí, anima a la juventud a coger el relevo para que esta feria y, por ende, esta forma de vida, no caigan en el olvido.

Una de las novedades del puesto en el que, además de hilar y trenzar, han expuesto los trabajos hechos durante este año, han sido las obras de Gema González, una de las sesmeras que está aprendiendo a tratar esta planta y cada sábado se reúne con las hermanas Goicoa para mejorar. Ahí ha mostrado, por ejemplo, algunas creaciones que ha pintado con betún porque la pintura no impregna, así como unas alpargatas trenzadas y con símbolos sesmeros. “Siempre se puede innovar y, de hecho, la idea es sacar cosas nuevas cada año”.
También se ha dejado ver Tomás Goicoa, sesmero que también trabajó esta planta en su infancia y juventud y con la que en los últimos años ha hecho imponentes trabajos como iglesias y casas que los visitantes y vecinos han podido ver.
10 perolas de migas
Otro de los reclamos del día ha sido la degustación de migas que se han encargado de preparar Teodoro Lumbreras, Kiko Zábal, José Vidal, José Mª Roldán, Jorge Zábal, Yaiza Vieira, por segundo año, y Darío Valle, debutante en este menester.
De acuerdo con Zábal, que aseguraba que es una buena noticia que venga gente nueva, "no innovamos nada y hemos usado 40 kilos de bodrio, 20 de panceta, 5 de ajo picado, 30 litros de aceite con la proporción correspondiente de agua y unos 120 kilos de pan. Freímos el bodrio y la panceta; se rehoga con agua y, cuando vemos que está en condiciones, se echa pan y a remar, como decimos. Le damos vueltas y vueltas para que se impregne todo del sofrito y para que no se pegue. Así estamos sin parar hasta que vemos que está listo y las servimos para comerlas nada más salir”. En esta ocasión han hecho 10 grandes perolas; entre 1.500 y 2.000 raciones.

Para Darío y Yaiza, “es importante preservar las tradiciones; cada sitio tiene su encanto y esto es parte del pueblo y es algo que necesita relevo. Es necesario que la gente joven nos involucremos porque somos los que vamos detrás”.
Plaza abarrotada
Además, ha habido una gran feria con puestos de artesanía y gastronomía, así como stands de las asociaciones locales, y también ha habido talleres y demostraciones.