Instantes finales del partido. Osasuna Magna vence por 2-1 al Levante, rival directo por la permanencia. Roberto Martil persigue con velocidad un balón y en la carrera se estrella con el portero rival, que ha salido con fuerza de su área para despejar el esférico. El choque es brutal. El capitán del Xota se revuelve en el suelo entre gritos de dolor, acaba por abandonar la cancha y la acción se resuelve con amarilla para el meta levantino. No tiene buena pinta. 

Las posteriores pruebas determinan lo peor: rotura del ligamento cruzado anterior, al igual que el ligamento interno y el menisco externo de la rodilla izquierda. La temida triada. Adiós a la temporada. Con 36 años, Martil se enfrenta a la lesión más grave de su extensa trayectoria y deberá pasar por el quirófano. “Es lo que pasó, tenía que pasar y seguramente volvería a hacer lo mismo”, confiesa el jugador de Irurtzun. La avalancha de mensajes de apoyo que ha recibido desde entonces le emocionan y le abruman. Los agradece de corazón. Quiere volver a las pistas y que Patapalo se convierta, de nuevo, en sólo un apodo.

-¿Cómo lleva estos primeros días de lesión?

–Cada día es diferente. Desde el principio ya me hice a la idea, no me vine abajo. Aunque es verdad que mi cerebro, desde el momento en el que me dijeron lo que tenía, ya le empezó a dar vueltas a la operación, luego a la rehabilitación, a cómo la iba a alternar con el gimnasio... “Relájate”, me tuve que decir a mí mismo. Los primeros días fueron de mucho móvil, agradeciendo los mensajes de apoyo de todo el mundo, y ahora estoy ya más centrado en la rodilla. En hacer los ejercicios para que no se ponga rígida y esté a punto para la operación. Esperando ya ese momento.

¿Le han dado ya fecha para entrar al quirófano?

–Aún no. Me comentaron que podía ser el 5 de abril. A mí me parecía muy lejano y ahí ando, peleando con los médicos (se ríe). Pero hablando el lunes con Jose (José Lamo de Espinosa), nuestro doctor, me dijo que iba muy bien, por el buen camino. Aunque todavía no está preparada, sigue inflamada, y ya el lunes que viene me verá de nuevo para decidir.

El proceso va a ser largo...

–Muy largo. Es verdad que apreté un poco en cuanto a las fechas, pero mi cabeza está tranquila. No voy a tener ninguna prisa en recuperarme. Si tienen que ser 6 meses, bien. Si tienen que ser 8, pues también. Tengo claro que va a ser la rodilla la que paute los tiempos. Con calma.

¿Le han dado algún plazo?

–Sí, se habla de unos 7 meses a partir de la operación. Pero ya iremos viendo. No todos los cuerpos son iguales y puede variar. Habrá que ir paso a paso y será la rodilla la que marque esos plazos.

¿Qué se le pasó por la cabeza cuando le comunicaron el diagnóstico?

–Me lesioné un sábado y el resto del fin de semana estuve recibiendo mensajes de gente que quería saber cómo me encontraba. A todo el mundo le decía lo mismo. Que tenía la rodilla muy inflamada, que me dolía mucho, pero que creía que sería el golpe. No sé si era mi optimismo. Confiaba incluso en que se deshinchara para correr el miércoles un poco y llegar a jugar al derbi. Pero siempre tienes una vocecilla ahí que te dice que puede ser algo serio. La apartaba. Me hicieron la radiografía el lunes por la mañana, no tenía nada y me dijeron que me iban a hacer una resonancia. A todo esto, mientras estaba en el hospital, me llamaron del colegio que mi hija estaba mala, mi mujer estaba trabajando y mi suegro con la pequeña, así que tuve que volver para recoger a la mayor, llevarla con mi suegro y regresar al hospital. Cuando Jose entró en la habitación no le dejé ni sentarse: “Dímelo ya, sin tapujos”. Y me soltó lo del cruzado... Estaba con mi padre. Salimos y llamé a mi hermana, le mandé un mensaje a mi mujer y en el transcurso de Pamplona a Irurtzun sí que me vine un poco abajo. Solté unas lágrimas y también eché algunos redioses. Mi padre, mientras conducía, me iba dando palmadas en la espalda. Ha sido el único momento de bajón. Sé que va a ser duro, habrá altibajos, pero estoy con ganas y mucha fuerza.

Con todo, se le ve con humor.

–Sí. Igual te pilla más joven y dramatizas más. “Por qué me pasa a mí esto, por qué a mí”. Pero con la edad ves que alrededor pasan muchas cosas malas y le quitas un poco de dramatismo. Hay situaciones peores. Tengo amigos de mi edad que andan ya con problemas de cadera, que tienen otras molestias que no se pueden curar... Yo sé que esto va a ser un proceso largo, pero no dejan de ser 7 meses en mi vida. ¿Es una putada? Pues sí. Más en este momento de la temporada, que es importante, en el que me sentía a gusto también. Pero no creo que sea algo que me vaya a penalizar de cara al futuro ni nada.

Es una forma también de darle la vuelta. El hecho de tener 36 años y contar con una experiencia le hace sobrellevarlo de una forma muy diferente.

–Estoy convencido de que si me pilla esto con 20 años, habría dramatizado mucho más. A lo largo de mi carrera deportiva apenas he tenido lesiones, aunque es verdad que la parte izquierda me la voy a llevar bien trotada para el futuro, ya que me rompí el brazo en 2009, estuve tres meses fuera, y lo tengo con cicatrices. Ahora la rodilla. Pero por lo demás, en 2012 me perdí un partido de Copa del Rey por una gripe, en 2013 no estuve en un encuentro contra Peñíscola por una tendinitis en la rodilla, y en 2018-2019 tuve alguna rotura de fibras. Por lo demás, he jugado todo. Me siento un privilegiado. No me puedo quejar.

“Fede me ha llamado. Me dijo que no quería hacerme daño, sabía que no, y ya está. Son lances del juego y pueden pasar”

¿Cómo recuerda el momento de la lesión, el choque con Fede?

–No le he dado muchas vueltas, pero sí le he dado vueltas. Es decir, en el momento en el que Fede me choca siento mucho dolor, más que cuando me partí el brazo, pero pensé que podía ser el golpe. Era una jugada en la que quedaban 40 segundos y quizás lo podría haber evitado, pero algún amigo mío incluso me dice que si no hubiese ido a por esa pelota, no sería yo. El Roberto Martil que lucha por todos los balones. Igual si no voy a por este nos lo roban, nos empatan y son dos puntos que nos dan la salvación... Es lo que pasó, tenía que pasar y seguramente volvería a hacer lo mismo. Fede salió un poco tarde, yo llegué al balón antes, creo que quiso hacer falta, pero seguro que daño no en ningún momento. 

¿Él se ha puesto en contacto con usted?

–Sí, me llamó el lunes. El presidente del Levante también me escribió un mensaje. Hablamos un rato, me dijo que él no quería hacerme daño, sabía que no, y ya está. Son lances del juego y pueden pasar. Si entras en la cocina también te puedes cortar, esto es deporte.

La cara amarga del deporte, cuando hace poco vivía la agradable al llegar a los 500 encuentros con la camiseta del Xota.

–Además tan seguido, porque me he quedado en los 501 partidos (se ríe). Esa celebración fue algo muy bonito. Es una cifra tan redonda, con el equipo de mi pueblo además... Lo de ahora es la otra cara de la moneda. Pero a mí que me quiten lo bailado, los 500 ya los he hecho (bromea).

El CA Osasuna, el Ribera Navarra, equipos de fútbol sala, compañeros de profesión, pelotaris, balonmanistas... Vaya avalancha de apoyo que ha recibido.

–Yo siempre digo que es una pasada. Aunque parezca que no, un simple mensaje te alegra y te pone una sonrisa en los labios. He intentado responder a todos los mensajes, aunque seguro que alguno me he dejado por despiste. Se agradecen mucho, porque son momentos un poco duros, y te sientes querido e importante sabiendo que hay mucha gente que te aprecia.

El capitán del Xota, en un momento de la entrevista. Unai Beroiz

Una buena muestra de que tiene poso, de que la gente le quiere.

–No sé si me quieren o no, pero siempre he intentado ser una persona cercana. No quiero hablar de humildad, porque más que decirlo hay que demostrarlo. Ojalá pueda devolverles todo el cariño demostrado.

Habla mucho de su familia. Qué sostén más importante va a ser de cara a su recuperación...

–Psicológicamente por supuesto y también en la rutina del día a día. Tu mundo se centra en lo deportivo, en entrenar y en volver a jugar. Pero la vida que hay detrás del Roberto Martil jugador ahora mismo no es fácil. Tengo una hija de 3 años a la que hay que llevar al colegio, vivo en un tercero sin ascensor y no puedo bajar con mis brazos a mi otra hija de un año al carrito que está en la bajera... Es complicado. Gracias a mis padres, a mi suegro, a mi cuñada, a mi hermana y a toda la familia estamos sacando esto adelante. Mi mujer está además trabajando mucho últimamente. Es complicado, aunque no más que para otras personas con peores situaciones. Tenemos la suerte de contar con gente detrás que nos ayuda mucho. 

También cuenta con su equipo. Conociéndole, les estará dando usted más ánimos a ellos que ellos a usted.

–Más que ánimos, intento estar de risa. El grupo debe estar unido y tomarlo con filosofía. Es una lesión más. Otros compañeros ya han estado igual y ahora me toca a mí. En el primer mensaje que les mandé ya les dije que estuvieran tranquilos, que entiendo que piensen que no van a ganar más partidos sin mí puesto que soy el más importante y el mejor del equipo, que es normal que lo piensen (se ríe). Nada, que se lo tomen a cachondeo. Tenemos un equipo cojonudo, son muy buenos y seguro que esto lo van a sacar adelante.

No va a sufrir casi nada desde la grada...

–Ya el otro día sufrí en Tudela con el derbi. Antes del partido estuve con ellos en la pista y les dije que tenía un cosquilleo de prepartido, como si iría a jugar. Parecía como si mi cuerpo ya estaba preparado para jugar. Sentí un poco de envidia y de mala leche por no poder hacerlo. En estos partidos que van a ser primordiales, seguramente sufriré bastante. Una vez que nos salvemos, que lo haremos, ya me centraré más en mi rodilla. Pero mi mente está ahora mismo en la permanencia.

Ahora les viene el ‘Tourmalet’, como dijo Imanol tras el derbi. Un calendario exigente ante equipos sobre todo de la parte alta. ¿Cómo lo ve?

–Es complicado, pero está en nuestra mano. Tenemos un calendario difícil, más incluso que los que están por debajo, y contamos con un pequeño colchón, aunque tampoco es muy grande. Con 25 puntos no nos vamos a salvar, hay que sumar. Pero está en nuestra mano y los encuentros de casa sobre todo hay que sacarlos. Ahora viene ElPozo, pero nos da igual. Venga quien venga hay que ganar. Tenemos claro que la salvación va a pasar por casa y queremos certificarla cuanto antes.

¿Es optimista para el camino que le espera por recorrer?

–Sí. Tengo ya ganas de ver cómo va a evolucionar la rodilla, mi cuerpo y mi mente. Es un experimento más. El otro día mi mujer me echó la bronca, me soltó un “¡para ya!”, porque soy una persona muy activa y tengo que estar recogiendo, con las niñas... El lunes también me entró un pequeño bajón de cansancio, porque no dormía bien. Pero quiero ver cómo va la evolución y ver cuándo puedo empezar a correr, a ir en la bici o a subir al monte.

¿Le volveremos a ver en la pista?

–Seguro. No sé si aquí, allá o con los amigos (risas). Pero mi objetivo es ese. Volver, hacerlo al nivel que estaba y aportar de nuevo al equipo.