La victoria, gracias a un gol de Andoni Gorosabel y una espectacular parada de Antonio Sivera, cosechada este domingo frente al Rayo Vallecano es un claro y conciso mensaje del Deportivo Alavés a sus rivales por la permanencia: si yo gano, no importa lo que vosotros hagáis. Superada la 28ª jornada del campeonato, los albiazules han superado ya la barrera de los 30 puntos y están diez por encima de los puestos de descenso.

De cara a afrontar el partido “más importante del año”, según él mismo definió, Luis García Plaza dio continuidad a sus primeras espadas, introduciendo solo dos cambios en el once respecto al que arrancó días atrás en El Sadar. Antonio Blanco y Carlos Vicente, en concreto, protagonizaron ese par de novedades en detrimento de Carlos Benavídez y Álex Sola; y no hubo, por ende, variaciones en el dibujo habitual del técnico madrileño. 

Desde que el árbitro principal, el andaluz Munuera Montero, señaló el comienzo de las hostilidades, ambas escuadras priorizaron el juego directo, pero no de la misma forma. Mientras que el Alavés buscó salir con el balón jugado para, ya en campo rival, acelerar con rápidas transiciones, el Rayo prefirió sorprender a la zaga gasteiztarra a través de distintos desplazamientos en largo, si bien tampoco renegó de combinar en la zona ancha. 

El planteamiento de uno y otro, de todas formas, no dio demasiados frutos -o no al menos durante los primeros compases del partido-. Pese a que los babazorros merodearon la meta contraria más a menudo que los rayistas, no mostraron el acierto necesario en el último y penúltimo pase para poner en apuros a Dimitrievski. Sí se les vio más eficaces, en cambio, a la hora de defender las ofensivas visitantes, que llegaron a cuentagotas.

La primera ocasión reseñable, aunque tampoco intimidó al guardameta franjirrojo, llegó en el minuto 26. Samu Omorodion aprovechó un grave error del Rayo en la salida para recuperar el balón y, en vez de asistir a Vicente -solo en el borde del área-, optó por buscar portería, rematando por encima de la misma. Ahí se corroboró que al melillense aún le falta mucho por aprender para llegar a ser el gran ariete que todo el mundo espera.

Cuando se acercaba el descanso, Munuera Montero tuvo que parar la contienda por un aviso desde la grada. Los cuerpos médicos acudieron rápidamente al fondo de Cervantes y atendieron allí a una aficionada local que se recuperó sin problemas de una bajada de tensión, lo que permitió retomar el choque. Tras la reanudación, el Alavés estuvo más concentrado y, en un visto y no visto, logró tomar ventaja en el electrónico.

Fue Gorosabel, asistido por un desplazamiento largo de Blanco, quien apareció en el área rayista para, en el mano a mano, superar por encima a Dimitrievski con una preciosa vaselina (1-0). La definición fue un auténtico escándalo, pero el control y su calma para levantar la cabeza y ver la posición del meta visitante tampoco estuvo nada mal. Fue, por cierto, el primer gol del lateral donostiarra en el fútbol profesional.

Ya en la segunda mitad, el Rayo arrancó algo más intenso en busca del empate, sin embargo, la primera gran ocasión volvió a ser del Alavés. En una bonita triangulación, Vicente puso un centro raso al área y Javi López lo remató sin oposición al fondo de la red; desafortunadamente, el gol terminó anulado por fuera de juego, revisado por el VAR. Algo que también ocurrió con el que marcó Raúl de Tomás minutos más tarde.

A medida que avanzaba el encuentro, los babazorros fueron echándose atrás -fruto del mencionado paso al frente de los de Íñigo Pérez-, y Luis García movió el banquillo para dar un plus a sus pupilos. Abde Rebbach y Kike García, en lugar de Luis Rioja y Samu, fueron los primeros en saltar al césped de Mendizorroza como revulsivos y después hicieron lo propio Benavídez (Jon Guridi), Sola (Vicente) y Gorosabel (Nahuel Tenaglia).

En la recta final de la contienda, la realidad es que el Alavés sufrió sobremanera para mantener el resultado favorable, pero terminó consiguiéndolo -y eso es lo único importante-. El Rayo merodeó constantemente la meta de Sivera y le obligó a hacer una parada antológica para, en la última acción de la tarde, evitar el gol de Isi de cabeza. Falcao, además, reventó la pelota con el larguero en el rechace.