El entrenador del Mallorca, Javier Aguirre, aguantó ayer a duras penas la emoción en la despedida oficial que el club balear le dispensó ayer en el estadio Son Moix: “No me quiero romper, debo aguantar como un bribón”, dijo intentado contener las lágrimas.

La entidad bermellona no ofreció al Vasco la renovación de su contrato tras dos temporadas y media en las que cumplió todos los objetivos que le plantearon, además de llevar al equipo a la final de Copa.

Aguirre, elegante, no hizo alusiones a las circunstancias de su marcha. “Me he ido de muchos clubes, pero en silencio. Uno se va y ya está. Queda el trabajo, siento el calor de la afición y el respeto de todos ustedes. Seremos amigos para siempre”.

Pablo Ortells, director de Fútbol del club, comentó: “Dejas huella en el mallorquinismo y siempre estarás en nuestros corazones. Gracias por haber venido en momentos complicados, porque bajábamos a Segunda. Tú y todo tu equipo habéis sido unos grandes profesionales. Nos hemos estabilizado en Primera. Te deseamos la mejor de las suertes”.