clint Eastwood, en El sargento de hierro (bodrio militarista que sólo se salva por lo que te ríes), escupe una frase mítica: "Tu boca emite cheques que tu cuerpo no puede pagar". Insultar es fácil, lo difícil es salir indemne. Si le llamas chulo a un árbitro y tienes la suerte de que no es un chulo, el insulto no tiene mucho sentido. Y si es chulo, vale, aciertas de pleno, y el premio es que te expulsan con chulería y te caen además un par de partidos. A quien tiene la sartén por el mango, mejor no decirle nada que le pueda incomodar. O, en último extremo, ser más sutil. Algo del tipo: "Tu progenitora es de afecto negociable". Y antes de que lo logre descifrar, pedir el cambio.
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