pamplona. ¿Cómo compagina profesión y familia?
Es fácil, porque tengo una mujer que al haber practicado el mismo deporte entiende muy bien todo mi trabajo. Ahora me veo apurado solo en casos puntuales, ya que el grado de exigencia no es el mismo que era antes, cuando competía y me tocaba viajar a menudo.
¿Y cómo sobrellevaba esa época ajetreada, teniendo a sus hijos todavía pequeños?
Tuve la suerte de tener a mis suegros, que ayudaban muchísimo y suplían un poco mi ausencia. Cuando más falta hicieron fue en la época en la que estuve como seleccionador en Inglaterra seis años. Desde hace mucho llevo dando clases por las tardes en el Club Tenis y eso me ha hecho perderme muchos momentos con mis hijos, porque cuando ellos vienen del colegio, yo marcho a trabajar. Voy al revés que los demás en cuanto a horarios. Ahora que se han hecho más mayores es cuando realmente estoy disfrutando de ellos.
¿Qué es más complicado, educar a un hijo o a un alumno?
A un hijo, sin ninguna duda. Al alumno le ves una hora diaria como mucho y hay mucha menos confianza. Mis alumnos vienen a lo que vienen y saben que la autoridad es la autoridad. A un hijo, sin embargo, lo ves a todas horas, convives con él y es más difícil.
Los hijos no han seguido la trayectoria de sus padres...
No, ninguno de los dos hace ahora taekwondo, pero tampoco les hemos obligado. Lo que sí hemos tenido claro mi mujer y yo es que queríamos que hicieran deporte. Han ido probando discilplinas y cada uno se ha decantado por una. Mi hija Katya practica GAP (deporte que trabaja glúteos, abdominales y piernas) y mi hijo Alan, kick boxing. Son muy jóvenes y todavía tienen tiempo para ir probando distintos deportes.
¿Puede que haya influido que tanto usted como su mujer sean taekwondistas?
Me pongo en su lugar y creo que para ellos era muy difícil estar en clase con su padre como profesor. Empezaron los dos hijos, pero tampoco pusimos mucho énfasis en que siguieran. Recuerdo incluso que mi hija me chantajeaba con que seguiría con el taekwondo si yo le pasaba de cinturón (entre risas). Durante un tiempo se divertieron, pero luego quisieron probar otras cosas.
¿Cómo conoció a su mujer?
Coincidimos por primera vez, en las navidades del 87 al 88, pero fue en 1993 cuando volvimos a reencontrarnos otra vez en la selección nacional. Han pasado ya 20 años y desde entonces seguimos juntos.
¿En su casa se habla de deporte?
Sí, pero intentamos hablar poco de taekwondo porque en ciertos aspectos me hace sufrir bastante. Sí que solemos charlar sobre algo puntual, como puede ser la preparación de algún examen de cinturón de los alumnos, alguna lesión... Pero intentamos evitarlo en la mayor medida para desconectar.
¿De dónde le vino la afición por este arte marcial?
Fue por pura coincidencia. Con 13 años empecé a ver la primera serie televisiva de kung-fu y mi padre abrió las páginas amarillas de Madrid y vio karate coreano, se anunciaba así entonces porque era más comercial y porque todavía no se conocía tanto el taekwondo. A raíz de esto, fuimos a ver una clase, me gustó y empezamos a practicarlo mi hermana pequeña y yo. Aunque con el tiempo el único que continué fui yo. Podría haberme decantado por otro tipo de arte marcial, pero las patadas y todas las técnicas de esta modalidad me engancharon rápido.
¿Y cómo acaba residiendo un inglés en Navarra?
Bueno, inglés a medias, porque realmente a los tres meses de nacer en Beaconsfield (Inglaterra) me vine a España. Mi madre es de Ávila, así que gran parte de mi vida la he pasado en Madrid. Aunque he viajado a muchos lugares, allí es donde realmente desarrollé mi juventud e incluso mi adolescencia, pero más tarde llegué a Navarra porque conocí a mi mujer.
¿Conocía ya algo de Pamplona?
No, no conocía nada. Empecé a rondar a Idoia, como se suele decir, y como iba la cosa más en serio, me ofrecieron trabajo y en el año 1995 me trasladé aquí a trabajar en seguridad en la Volkswagen.
¿Suele visitar su tierra natal?
No mucho, una vez al año más o menos. La vez que más tiempo pasé fueron los seis años que estuve como seleccionador británico. El año pasado volví, antes de los Juegos Olímpicos, cuando se celebró el Europeo de taekwondo. Me invitó un amigo, que estuvo de comentarista de los Juegos de Londres, y pasé unos días muy buenos con él y con otras amistades que aún conservo. El año pasado mi padre murió y he tenido algo más de contacto con los familiares de allí, pero no vuelvo demasiado.
¿Es futbolero?
No me entusiasma en exceso, pero algo sí que lo sigo.
Ante un partido de Inglaterra ante España, ¿con quién iría?
Con España, de todas todas.
¿Y cómo ha visto esta temporada de Osasuna?
Yo creo que lo mejor que tiene este equipo es su afición. No lo he seguido mucho, veo pocos partidos aunque miro los resultados, y por supuesto que quiero que permanezca en Primera. Aunque no es una cosa que me quite el sueño.
¿Real Madrid o Barcelona?
Ninguno de los dos. Soy del Atlético de Madrid. Cuando estuve viviendo en Madrid lo más fácil era ser del Real Madrid, y ser colchonero significaba ser un poco rebelde. Todos mis amigos eran merengues y yo, sin embargo, siempre he preferido el Atleti.
¿Qué opina de Jose Mourinho?
Él es un ganador nato y me parece que merece todo el respeto del mundo. Es complicado llevar un banquillo con tantas estrellas, y poner disciplina y respeto es complicado. Yo no conozco nada más, pero no debe ser nada fácil llevar un equipo como el Real Madrid.
¿Sigue algún otro deporte?
Me gusta mucho el mountain bike, como deporte y como afición, el automovilismo... Aunque me gusta todo el deporte en general.
¿Ha visto Roland Garros?
Sí. Sobre todo seguí la final y los primeros sets de la semifinal de Rafa Nadal ante Djokovic. Pero cuando vi que el serbio empezaba a remontar el partido, empecé a sufrir y con esa excusa dejé de verlo.
Así que es usted seguidor de Rafa Nadal...
Sí, me parece un chaval con la cabeza súper amueblada. Ha sufrido mucho con las lesiones y volver a jugar a ese nivel después de todo por lo que ha pasado, es de mucho mucho mérito. En ese aspecto es un chaval de chapó. Es un deportista excepcional, muy modesto y un gran referente español, por mucho que se metan con él. Aunque hay otras cosas de él que no me gustan. Es muy maniático, eso de estirarse los calzoncillos, de hacer siempre los mismos rituales... Pero es parte de él y lo respeto.
¿Qué opinión tiene de los abusos de entrenadores hacia alumnos?
Siempre se han oído y se han tapado. Desgraciadamente estamos en una sociedad, sobre todo en el ámbito de artes marciales y en deportes, con una disciplina muy férrea y se confunden unas cosas con otras. Yo no sé cuánto hay de verdad en algunas situaciones y dónde están los límites. Muchas veces no se sabe dónde está la vara de medir. Yo, por ejemplo, sí que he conocido a algunas personas con muy poca mano izquierda.
¿Y cómo vivió las inundaciones de la semana pasada?
Pues no las he vivido en primera persona, porque en ese momento estaba en Soria. Pero me enteré por las fotos que me enviaron mis amigos por Whatsapp. Me ha dado mucha pena por todas las personas afectadas, que lo han perdido todo de sus viviendas, de algún negocio... En estos momentos es cuando te das cuenta del enorme poder de la naturaleza, que es imposible de controlar. Normalmente el río Sadar sí que, cuando crece, deja desperfectos en Mutilva, pero en esta ocasión, que yo sepa, no ha ocurrido nada grave por la zona.
Como inglés que es, ¿cómo ha vivido este invierno tan pasado por agua?
Pues yo creo que como todo el mundo. Se ha hecho muy largo. Dicen que nunca llueve a gusto de todos, pero yo creo que ya hemos salido saturados de tanta agua y tanta nieve. Que haya sol es necesario aquí, porque el carácter mediterráneo está forjado a base de sol y por ejemplo los nórdicos, pobrecitos, no tienen sol y lo van buscando. Al final, somos animales y el sol te da otra alegría.
Esperemos que mejore para Sanfermines...
Sí, sobre todo para los que los vivan aquí, porque yo suelo estar dos o tres días y luego me escapo a algún lado con la familia. Son dos semanas que aprovecho para irme a mis raíces, al pueblo de mi madre en Ávila. Cambiamos el ambiente y el tipo de gente y es enriquecedor para toda la familia.
Entonces, es poco sanferminero.
La multitud no me llama demasiado la atención y estar peleándome por un vaso de plástico calentorro, no me va. Sí que me gustan otras cosas de San Fermín, sobre todo las mañanas, el encierrillo y el ambiente, más que lo que es la fiesta por la noche. Lo que me gusta es que tienes una gama muy amplia de actos entre los que puedes escoger a dónde ir. Pero también me he vuelto un poco aprensivo por el tipo de gente que visita estas fiestas, hay gente mala y con unos hijos en época adolescente me da un poco de respeto.
¿Se considera taurino?
Sí, de hecho mi familia tiene abonos en la plaza. A lo que nunca fallamos mi mujer y yo es a la novillada, es una celebración típica de nuestro aniversario. Aunque no vaya mucha gente, se suelen ver cosas muy bonitas. Los chavales tienen ganas de agradar y lo ponen todo; nos lo pasamos bien.
¿Ha invitado a algún familiar o amigo de Inglaterra?
Sí, me suelen llamar para pedirme consejo. Al ser unas fiestas tan internacionales, a la gente le gusta venir. El año pasado vino el fisio de la selección británica, de cuando estuve trabajando allí, a hacer una despedida de soltero. Invité también a un amigo íntimo que es muy taurino y, aunque me resistí, acabe corriendo mi primer encierro por influencia suya.
¿Y cómo fue la experiencia?
No lo volvería a correr (entre suspiros). Yo creo que es para valientes, para gente que sabe correrlos.
¿Iba preparado, o a la aventura?
He corrido bastantes encierros, pero de vacas. Esto es a lo grande. Era un día entre semana, donde no había tanta gente como el sábado o domingo. Corrí el último tramo, el de Telefónica, y pasé mucho miedo. Vi cómo uno de los toros empitonó a un corredor extranjero, justo frente a mí. Me aparté cuando pasó otro toro cerca y cuando fui a seguir hacia el callejón, observé cómo venía toda la gente, me arrastraron y viví en primera persona lo que se sufre en una avalancha. Aprecié la cara de pánico de la gente porque, por lo visto, el toro hizo un amago de girarse y hubo susto. Es una subida de adrenalina impresionante, pero solo para una vez, porque impone demasiado.
¿Sabe a dónde irá de vacaciones?
Todos los años intentamos irnos los cuatro de la familia, que también es importante, a la playa, ya que a mi mujer le gusta mucho. Pero yo creo que este año iremos al pueblo de Ávila y a un pequeñito pueblo de Soria, que es donde tenemos nuestra cuadrilla. Este año va a ser de montaña, a no ser que salga algún viaje a la playa.
¿Cómo se ve John Wright dentro de diez años?
Espero mantenerme en el deporte y disfrutar con la familia y los amigos de las cosas normales, como por ejemplo dar paseos con la bici. Aunque para mí, los verdaderos amigos están en Madrid. Aquí la sociedad es bastante cerrada.
¿Tiene algún sueño cumplido?
Tanto como sueños tampoco los veo, son más momentos. Me quedo con la participación en Juegos Olímpicos, Mundiales, Europeos... y sobre todo, con haber visto mundo. Creo que eso me ha hecho hacer valorar más lo que tenemos aquí.
¿Y le queda alguno por cumplir?
Que mis hijos sigan estando tan bien como ahora, que vayan creciendo, tomen su camino y que logren ser felices.