pamplona - Cuando eres hijo de un preparador físico y sobrino del mejor ciclista de la historia, al menos, sabes que la genética la tienes de tu parte. El resto es levantarse y currar, y eso es algo que nunca olvida el protagonistas de estas líneas. Después de dominar las zonas navarras, David Marcilla metió su talento en la maleta, puso rumbo a Pau y tira millas. Nuevo país, nuevos retos y viejas costumbres: seguir comiéndose el aro.

Cuéntenos su trayectoria.

-Empecé jugado en el equipo del colegio, Ursulinas. En cadetes me pasé a San Cernin, ahí hice también un programa de tecnificación de baloncesto en Larrabide. En Primera Nacional me fui al Valle de Egüés, allí estuve dos años, y ya esta temporada me he venido a Francia.

¿Cómo está siendo su adaptación dentro de la pista?

-Al principio fue complicado por el idioma pero, a base de palos y equivocarse, pues se aprende. Pero bueno, al comienzo eres un poco el conejo del equipo. Ahora ya muy bien, entiendo todo, no tengo ningún problema en comunicarme con el entrenador o los compañeros.

Entonces, ¿ya lleva mejor el francés?

-Yo lo estudié en el colegio pero, desde entonces, no lo había tocado. Ellos hablan muy rápido, no es como en el colegio. Lo importante era entender lo que se dice dentro de la cancha. Tenía que saberme eso muy bien para poder jugar.

¿Qué tal fuera de la pista?

-La gente es muy maja, se porta muy bien conmigo. Poco a poco vas a haciendo más amistades y estoy muy a gusto.

Además por las mañanas trabaja.

-Trabajo un par de días en un restaurante. Estoy muy contento. Ahí aprendo el idioma y también cómo se trabaja en Francia, que es muy distinto a España.

¿Cuál es la diferencia?

-Por ejemplo el orden. Tienes que saludar a todo el mundo uno por uno. No puedes llegar y decir: hey, ¿qué pasa chavales? No, hay que ir uno a uno. También son muy estrictos con los horarios.

¿Qué es lo que le pide el entrenador?

-Al principio me perdía con las directrices en ataque y, por eso, me decía que fuera muy duro con mi hombre en defensa. Ahora me voy soltando en ataque y me dice que tire. Me ha sacado fuera de la zona para que tire o penetre. En Francia me he convertido en un jugador mucho más agresivo.

¿Hay mucho salto respecto a la categoría en la que jugaba aquí?

-Son dos categorías más y es una pasada la diferencia que hay tanto técnica como físicamente. Las preparaciones son distintas porque vemos muchos vídeos y los analizamos, y eso es algo que nunca había hecho.

¿Qué papel juega la preparación física?

-Es mucho más dura. Ya en verano me mandaron un planning y cada semana nos exigen trabajo en la cancha y en el gimnasio.

¿En qué aspecto del juego se está centrando más?

-En el tiro y en encarar la canasta desde fuera y desde el poste alto. Esta es una categoría en la que los roles están muy marcados. El cinco que tengo que defender mide 2,10 y me saca 20 kilos y contra eso no puedo hacer nada si me empieza a postear. Cuando te sacan 20 kilos, no puedes sacarlos de la zona. Juego de cuatro pero muy abierto, tengo que aprovechar otras armas contra ellos.

¿Qué tipo de jugador quiere ser?

-Me gusta mucho tratar con los compañeros y que seamos amigos. Ese es el tipo de jugador que me gusta. El que, aunque hayas perdido el partido, te consigue sacar un sonrisa o te anima después de jugar un mal partido. Así quiero ser yo.

¿Cómo van en liga?

-En la NM2 vamos séptimos. En mitad de la tabla.

Han jugado también la Copa de Francia.

-Sí, aquí se hace por regiones y jugamos un par de partidos en un mismo fin de semana. Ganamos el primero y perdimos el segundo. Estábamos un poco cansados.

¿Su tío, Miguel Induráin, le dio algún consejo antes de irse?

-Disfrutar. Me dijo que disfrutara la experiencia deportiva.

El hecho de vivir fuera de casa, ¿te hace crecer como persona?

-Mucho. Sales de casa y piensas que ya no vas a volver en un tiempo y eso te hace madurar y ser más serio. Luego, en la vida diaria, también. Mi madre me dio un clínic intensivo de coser, cocinar y planchar muy interesante y me ha valido mucho. Gracias a eso puedo comer variado.

¿Se plantea volver a Pamplona en el corto plazo?

-Estoy aquí muy a gusto. Como en casa en ningún sitio, pero en Pau estoy muy bien. En Pamplona tengo mi familia, mis amigos y también me tira pero, de momento, lo puedo combinar todo.

Por ultimo, ¿ha notado la convulsa situación política y social que vive Francia?

-Aunque Pau quede un poco lejos de París, sí que se nota. Hay muchas banderas de Francia en los balcones. Al día siguiente de los atentados, la Plaza Mayor estaba llena de velas y había mucha vigilancia y mucha Policía. Ahora ya está todo normal, pero ese par de días de después, sí que se notaba que el ambiente estaba algo distinto.