Todavía recuerdo cuando el Mercedes-Benz Clase G llegó al mercado, en 1979. Yo solía hojear con mi amigo Joaquín Goñi las revistas francesas de todoterreno que él compraba -creo que en una librería de la Plaza del Castillo de Pamplona-, y los dos sentíamos una especial predilección por varios modelos concretos: los indestructibles Toyota Land Cruiser, el señorial Range Rover y el inalcanzable –por lo caro y técnicamente sofisticado– Mercedes Clase G. Había otros todoterreno (TT) o 4X4, que era como los llamaba mucha gente, pero creo que esos eran nuestros favoritos. Así que cuando su primo Javier Goñi se compró un pequeño, pero tremendamente eficaz y divertido, Suzuki Santana, por fin pudimos adentrarnos en el mundo del offroad con plenas garantías. La experiencia fue tan impactante, que hasta convencí a mi grupo de trabajo de la asignatura de Proyectos (Periodismo) de que la publicación que crearíamos sería una sobre vehículos todoterreno en nuestro país. Nos lo pasamos en grande con el Suzuki vadeando el río Arga mientras nuestro compañero Tomás Aranguren tomaba fotos para Proyectos, y nos fue bien en la asignatura.

Interior del Mercedes-Benz Clase G Mercedes-Benz

Hoy el Clase G de Mercedes-Benz sigue representando el mismo papel que entonces, el de una máquina superlativa, tecnológicamente al máximo nivel, con un grado de eficacia de referencia, más el añadido prémium de lujo e interminables posibilidades de equipamiento y personalización que siempre atesora Mercedes, y con la vitola de haberse convertido además en un vehículo de representación que encandila tanto a los amantes de los 4X4 de verdad como a los famosos, jeques y toda clase de multimillonarios. Sus formas cuadradas, los faros redondos, el estilo y posición de los intermitentes, el incombustible diseño de sus cristales o las manillas de las puertas, amén de sus tres diferenciales bloqueables, han hecho de él todo un icono, un ejemplo perfecto de lo que debe ser un TT de referencia.

Mercedes adelanta el futuro eléctrico de la conducción fuera de carretera con un Clase G que sigue fiel a su diseño, sofisticación y estatus

Y lo va a seguir siendo también en el futuro, porque a su renovada gama mecánica –ahora con propulsores con hibridación para sus gasolina (G500, de 449 CV, y G 63 Mercedes-AMG, de 585 CV) y diésel (G 450 d, de 367 CV)– va a sumar la llegada de una variante totalmente eléctrica, el EQG o G 580. El mito de los 4X4 se hace eléctrico y se conecta al futuro. Fiel a su icónico diseño, pero sin dejar por ello de renovarse en detalles que le aportan el toque de modernidad, el Clase G eléctrico (G 580 con tecnología EQ) sigue empleando su chasis de escalera, transmisión con reductora (una bendición cuando la cosa se pone fea en campo), suspensión delantera independiente, eje rígido en la trasera y amortiguación regulable adaptativa, al tiempo que incorpora cuatro motores eléctricos controlados individualmente y próximos a cada rueda que aportan en conjunto 432 kW (588 CV) y un par máximo de 1.164 Nm. Con semejante empuje, la perfecta modulación que permite la propulsión eléctrica (bloqueo virtual del diferencial mediante la vectorización del par) y su fantástica entrega de par desde la arrancada, el Clase G cuenta con una base de partida sencillamente fabulosa, incluso para permitirse alcanzar los 180 km/h de velocidad máxima y acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 4,7 segundos, a pesar de los 3.085 kilogramos que pesa en orden de marcha. Sus cotas de carrocería (4,624 metros de largura, 1,931 de anchura, 1,986 de altura, con 2,890 metros de distancia entre ejes y 555 litros de capacidad de maletero) se suman a un ángulo de entrada de 32 grados, de salida de 30,7 grados, un diámetro de giro de 13,6 metros y una profundidad de vadeo de 85 centímetros.

Con casi 600 CV, 1.164 Nm y mejorando sus capacidades lejos del asfalto, el G 580 seguirá siendo la referencia entre los 4X4 de superlujo

Con consumos combinados de 27,7 a 30,3 kWh/100 km, cero emisiones de CO2, su batería de iones de litio de alto voltaje y 116 kWh de capacidad, integrada en el chasis y extremadamente protegida para poder practicar todoterreno con plenas garantías, anuncia una autonomía de hasta 473 kilómetros WLTP. Otras exquisiteces que van a hacer las delicias de los amantes del 4X4 más sibaritas serán aportaciones tecnológicas como las G-Turn, G-Steering y la función de marcha lenta en todoterreno, asistencias que mejoran la capacidad de giro, direccionalidad y control de la velocidad en las condiciones de uso fuera de carretera más exigentes. También merecen especial mención la unidad de control todoterreno rediseñada, el nuevo Offroad Cockpit y el capó transparente (permite ver con cámaras lo que el capó oculta a la visión del conductor). Todo ello junto a un diseño actualizado (capó ligeramente elevado, cuatro lamas horizontales en la parrilla delantera, nuevo revestimiento en el montante delantero, el labio del spoiler en el techo y las air curtains en los pasos de rueda para optimizar la aerodinámica), un mejorado aislamiento interior, la experiencia acústica G-Roar con sonido de conducción específico para el Clase G, además de una conectividad optimizada (MBUX de última generación), hacen del Clase G eléctrico (G 580) una auténtica obra de arte. Y con el añadido de la Edition One como versión especial de lanzamiento, con un equipamiento exclusivo.

Con la llegada de este auténtico TT con motor eléctrico, ya nadie podrá reprochar a su conductor cuando circule por campo que está contaminando. Y además lo hará con toda la eficacia, sofisticación, estatus y diseño icónico que siempre han caracterizado al Clase G desde 1979. Por algo es el señor de todos los terrenos.